Visto en el foro… «La fábula del Rey desnudo»

«LA FÁBULA DEL REY DESNUDO» por Dreams

Para quienes no le conozcan, Hans Christian Andersen fue un admirado y respetado escritor danés del siglo XIX. Aunque polifacético, su gran fama le viene como autor de cuentos infantiles. Su extraordinaria imaginación nos dejó para la posteridad magníficas y entrañables obras como «El Patito Feo», «El ave Fénix», «El soldadito de plomo», o ésta que les presento a continuación, «El Traje del nuevo Emperador» también conocida como «El Rey desnudo».

«Hace muchos años vivía en un lejano país, vivía un Rey al que le gustaba lucir bonitos trajes. La ciudad en que vivía el Rey era muy movida y alegre. Todos los días llegaban tejedores de todas las partes del mundo para tejer los trajes más maravillosos para él. Un día se presentó un supuesto sastre, que aseguraba tejer las telas más hermosas, con colores y dibujos originales. Eran unas telas tan exclusivas, según el sastre, que sólo lo más dignos las podían ver. El Rey, ingenuo, quedó fascinado e inmediatamente entregó un buen adelanto en metálico para que se pusieran manos a la obra cuanto antes.

El sastre montó un telar y simulaba que trabajaba con todo su esfuerzo. Y mientras tanto, se suministraba de las sedas más finas y del oro de mejor calidad. Pero el Rey, ansioso por ver las telas, envió al viejo y digno ministro a la sala ocupada por el supuesto sastre. Al entrar en el cuarto, el ministro se llevó un buen susto y pensó «¡Dios nos ampare! ¡Pero si no veo nada!». Pero no soltó palabra. El sastre le rogó que se acercase y le preguntó si no encontraba magníficos los colores y los dibujos. Le señalaba el telar vacío y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, sin ver nada. Pero el sastre insistía: «¿A que es algo maravilloso?».

El hombre, confundido, acabó por decir que le parecía todo muy bonito, maravilloso y que diría al Rey que le había gustado todo. Y así lo hizo. El sastre, persuasivo y amante del poder, pidió más oro y privilegios. Y así fue.

Todos los de su séquito le miraban y remiraban. Y no entendían al Rey que no se cansaba de lanzar elogios al traje. Y se propuso a estrenarlo en la próxima procesión. El Emperador condecoró al sastre y le nombró Tejedor Real.

Fuera, la procesión lo esperaba. Y el Rey salió y desfiló por las calles del pueblo sin llevar ningún traje, completamente desnudo. Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que realmente no veían traje alguno, para no ser tenido por incapaz o por estúpido, hasta que exclamó de pronto un niño:

– ¡Pero si no lleva nada!

– ¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! Dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.

– ¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!

– ¡Pero si no lleva nada! gritó, al fin, el pueblo entero. Aquello inquietó al Emperador, pues sospechaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudantes continuaron sosteniendo la inexistente cola.»

Esta fábula ha sido tomada en ocasiones como ejemplo de nuestra realidad social, política y económica. Desde una interpretación personal y adaptada a la realidad de la Unión Deportiva Las Palmas, y a su vez, en definitiva, como paradigma de identificación a un equipo de fútbol, que justifica nuestras vidas y emociones humanas existenciales como la ilusión, la incertidumbre, la esperanza, el sufrimiento, la euforia, la frustración, la fe, el miedo, el amor… paso, en definitiva, a relatar mi punto de vista:

El Rey, es la Unión Deportiva: simboliza nuestras más nobles ilusiones, deseos y emociones.

El sastre representa a quienes rigen y han regido los destinos de nuestro amado club de una forma más o menos directa, en especial dirigentes, empresarios y clase política.

El traje, representa la manipulación a menudo inconsciente a que nos vemos sometidos a través de la clase política y el propio club para adoptar una actitud de conformismo y complacencia.

Los seguidores del Rey, serían aquellos pusilánimes que no se atreven a reconocer la verdad y tragan sin objeción cumpliendo la voluntad del sastre y cayendo en la trampa de éste.

El niño, representaría a la persona íntegra, consciente, valiente, asertiva, que no tiene temor a proclamar la realidad al ver que nuestro Rey, en efecto, está desnudo, y como no hagamos algo va a coger, si no la hecho ya, una buena pulmonía.

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