Lapidando a Lobera, por Jesús IZQUIERDO

Se reunió la plantilla en Barranco Seco tras el mal partido ante el Castilla. Los resultados han obligado a buscar soluciones, palabras, buenas intenciones y cosas que mejorar. El entrenador dejó hablar a los que cada domingo se visten de corto ya que son ellos los que tienen que sacar al equipo del pozo.

Desde que el fútbol es fútbol son los jugadores los que marcan los goles. Ellos son los que ganan y pierden los partidos. De un tiempo a esta parte —desde la llegada de Mourinho y Guardiola, tal vez— los entrenadores han adquirido más importancia que los futbolistas. Más importancia de la que realmente tienen.

Claro que los entrenadores influyen en la marcha de los equipos, pero ¿en qué proporción? No creo que Lobera tenga la culpa de que Nauzet Alemán sea una sombra de lo que fue en el Valladolid. Que Vitolo tenga la mente en todos lados menos en el césped no se soluciona cambiando al entrenador. ¿Es culpable Lobera de la baja forma de David García? ¿Despidiendo a Lobera, el club fichará el lateral izquierdo que tanta falta hace?

El fútbol es un deporte más complejo que colocar once jugadores sobre un tapete verde. Viendo los partidos de Las Palmas me doy cuenta de que Lobera tiene su parte de culpa, pero no como para poner su cabeza en una pica y pasearla por la Plaza de la Victoria. Lapidar un entrenador es siempre el recurso más recurrente de aquel que no puede —por desconocimiento— o no quiere —por tradición— analizar el problema.

Con el mes de octubre entrado en carnes, es hora de que cuerpo técnico, plantilla y directiva remen en el mismo sentido para alcanzar tierra. Mirar hacia la orilla de Primera es secundario, lo importante es salir a flote y que vuelva la paz al Gran Canaria.











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