OPINIÓN | No salió bien parado la UD en su última visita al Heliodoro. El resultado, pero sobre todo el modo, fue muy cruel. Penalti y expulsión en el minuto diez. La UD no pudo, ni supo competir ante un Tenerife que fue superior desde ese momento hasta el final. El último partido de la UD Las Palmas en el Heliodoro no finalizó con el pitido final. El 3-0 dolió mucho en la plantilla amarilla. Aythami, en charla con él a finales de junio, admitió que el peor momento de la temporada había sido esa derrota.
No se hizo borrón y cuenta nueva, porque el dolor de una derrota en casa de tu vecino no se puede comparar con otra. Porque la mala imagen que dio el equipo no se cambia así de fácil. Que quede claro. Un derbi no es un partido más. A un canarión no le gusta perder con el Tenerife ni en el trofeo de pretemporada, y viceversa. En eso está la importancia de un derbi, en que no hay partido intrascendente.
Muchos jugadores se sintieron humillados por cómo se perdió, que aunque no lo crean importa, y mucho. La imagen que tengo grabada de esa derrota, por lo menos para mí, tiene nombre y apellidos: Nauzet Alemán. Quizás no hizo la mejor temporada de su carrera. Quizás no fue el más destacado de ese partido, pero cuando se mide al Tenerife el escudo de la Unión Deportiva Las Palmas, durante noventa minutos, se mezcla con tinta en su pecho como uno más de sus tatuajes. El que más corre, el que más sufre, el que más lo siente. Perder sí, pero no de esa forma. Por eso Nau no pegó ojo esa noche. Por eso sus lágrimas de impotencia saltaron de sus ojos al pisar el vestuario visitante del Heliodoro.
Las lágrimas de Nauzet son la salsa del fútbol. La esencia de un derbi. Perder o ganar en el Heliodoro Rodríguez López es una cuestión de sonrisas o lágrimas. No hay otra opción.
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por Jesús Izquierdo
@jesus_izdo
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