La moraleja del cuento, por Néstor Cebrián

OPINIÓN | Si quieres que te fastidien una fiesta, invita a Terrazas. Es el Riken Sproken del Gran Canaria, es la lluvia en día de romería, la almendra amarga del turrón del duro. Ya lo hizo hace tres años con el Guadalajara cuando la UD debía convertirse en candidato al ascenso directo y lo volvió a hacer este sábado cuando había que meter un partido a los perseguidores, negando el broche a unos días históricos para el club y para aquellos que estamos allende las pistas.

Esta era la semana fantástica, vuelta al liderato, la piqueta entrando en el tartán como el ejército rojo en Berlín, anuncio de la compra Araujo, construcción de la torre y como colofón, lo importante, partido el sábado. Pero al cierre esperaba un muy bien plantado Mirandés y una melancólica UD que recordó a la versión gris de otros tiempos, no del actual. Uno esperaba que los que de Anduva montarían la flota de Airbus de British Airways frente a su portería, perdieran tiempo, y darían patadas. Y quienes esperábamos eso nos equivocamos una vez más. Fue todo lo contrario. Los burgaleses fueron a por Las Palmas, la buscaron a arriba, la secaron como una orquídea en Atamaca y, además, desde la honestidad al fútbol. No necesitó de la brusquedad, ni el envilecimiento del juego, bravo por ellos. Encima, de haber tenido en sus filas al banquero más admirado de España, Pablo Infante, se podría haber llevado el partido perfectamente. Porque dominó el 80% del terreno, le faltó el 20% final, el área. Ahí los amarillos se mostraron más a la altura de lo mostrado durante esta liga. De hecho su ocasión más clara fue desde la frontal.

Solo se reconoció un rato a la UD, hacia el final de la primera parte, después de que Paco Herrera llamara a consultas a Momo, y al comienzo de la segunda. Suficiente para que el mayor de los Figueroa mandara un tiro al larguero, insuficiente para un líder que aspira a mantenerse arriba. Tras el cambio del propio Momo y Guzmán el equipo no mejoró. Además al entrenador amarillo se le rechistó desde el graderío el doble cambio, más por lo que se iba o entraba, por lo que se quedaba. Esperemos que la confianza en Nauzet depositada por el míster dé sus frutos. Al final del partido se achuchó pero no se amenazó, se pudo ganar en algún rebote, clarividencia de Araujo o por alguna de esas rendijas por las que se escapan los partidos. No se hizo, y se aprendió la moraleja, Las Palmas no es líder por gracia divina, sino por trabajo y juego. Sin eso, no se gana. Pasó en el derby y volvió a pasar ante el Mirandés. En el resto de partidos Las Palmas meritó para la victoria, muchas veces lo logró, otras no. Pero al final queda la conocida certeza que en segunda la cara bonita no da tres puntos.

[box size=»large»]nrobaina_200por Néstor Cebrián
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