El Estadio de Gran Canaria presenta un aspecto significativamente diferente al que tenía cuando fue inaugurado en 2003. El acercamiento de las gradas y el ascenso a Primera, claves para su cambio de aspecto.
El Estadio de Gran Canaria ya se puede considerar un recinto de Primera División. Nada tiene que ver con aquel estadio que se presentase en la máxima categoría con las gradas patas arriba y con una imagen mejorable de cara al espectador. Aquellos tiempos ya quedan olvidados.
Ya a finales de 2014, y en la temporada previa al debut del equipo en la máxima categoría -después de 13 años en los que estuvo de paso entre la Segunda B y la antigua Liga Adelante-, el estadio empezaba su lavado de cara. Comenzando por la demolición de unas pistas de atletismo que fueron tema de crítica desde su inauguración.
Poco a poco el estadio fue cogiendo color y forma. Las primeras novedades se verían al inicio de la temporada 2015-16, cuando a pocas jornadas de empezar el campeonato ya quedó habilitada la grada curva. Pero el cambio de imagen no sería tan sólo dentro del recinto, ya que en los aledaños las puertas y paredes se pintaron de amarillo y azul, acabando paulatinamente con un gris que no identificaba a los aficionados.
Poco después llegaba el turno para las gradas sur y tribuna; y finalmente para la colocación de los nuevos banquillos y el tapete verde que acabó con lo poco que quedaba ya de las pistas de atletismo en el fondo de Naciente. El Estadio de Gran Canaria presentó su mejor aspecto desde la visita del Real Madrid en marzo, donde ya las gradas lucían de azul y amarillo y el recinto -salvo la grada naciente y las torres- parecía por fin terminado.
Precisamente ante el Real Madrid pero ya en la presente temporada, el recinto lució su mejor aspecto ya sólo a falta de llevar a cabo el proyecto para la nueva grada naciente. Asientos y pasillos en el anillo superior de color amarillo, acompañados del azul en el anillo inferior, con los nombres de la UD Las Palmas y la isla de Gran Canaria bien visibles en los asientos. Ahora, por fin, la afición se siente como en casa en el recinto de 7 Palmas.
Ahora, como colofón una vez finalizadas las obras y a la espera del proyecto de la naciente y las torres, sólo queda la guinda del pastel: que el estadio consiga llenarse y el colorido de las gradas sea acompañado por el de la afición. Porque poco luce un estadio sin sus aficionados.
