Jonathan Calleri, un nueve cocinado a fuego lento

Jonathan Calleri / Foto: Gabriel Jiménez (udlaspalmas.net)

El argentino ha vivido algunos altibajos durante su carrera y llega a la isla dispuesto a demostrar que está listo para triunfar. 

Argentina es tierra de tango, de buena carne y de un fervor absoluto por el fútbol. En el país de La Pampa el deporte rey se lleva en la sangre, intrínseco a la personalidad de la mayoría de unos habitantes que llenan los estadios de color y que generan una atmósfera inigualable en cualquier otro rincón del planeta. Esa manera de vivir, de sentir y de entender el fútbol convierte a la nación argentina en un vivero de talento inagotable que sigue expandiéndose con el fin de convertir toda esa pasión en profesión.

Como otros muchos jugadores procedentes de Argentina, Jonathan Calleri (Buenos Aires, 23 de septiembre de 1993) creció soñando en clave futbolística. Con un padre entrenador, el fútbol se convertiría muy pronto en un pilar básico de su vida aunque fuera, en un principio, como un mero entretenimiento. Durante sus primeros pasos en Mitre, el hoy delantero llegó incluso a ponerse los guantes de portero bajo la atenta mirada de su viejo, Guillermo Calleri, desde el banquillo, una cuestión que no duraría demasiado.

Años más tarde, el bonaerense cambió de club para unirse al All Boys donde su progenitor ya llevaba varios años trabajando. En aquella ocasión, ser hijo del entrenador le acarrearía más de un problema y más de una discusión familiar. El propio Calleri relataba, en una entrevista en El Gráfico, que la relación con su padre en ese momento era «difícil… Había un equipazo en la categoría 93, yo había ido para ser suplente, y jugaba muy poco, casi nada… `¿Cómo no lo vas a poner? Si es tu hijo`, le discutía mi mamá, Bettina, a mi papá. Al principio, yo no lo entendía».

Mientras su padre le aconsejaba cambiar de aires, el tozudo jugador argentino se empeñaba en no desistir. En su cabeza no cesaba la idea de llegar a debutar en Primera División fuera donde fuera, sin importar el club y la entidad del mismo. Sus pocos minutos se debían a su baja estatura; Calleri no destacaba por su físico y eso no terminaba de convencer a los entrenadores que tenía, aunque todos coincidían en que querían esperar a que el chico creciera y no le dejarían salir del club.

Carlos Amodeo, por entonces el máximo responsable de la cantera en All Boys, se enamoró del pibe y decidió darle una oportunidad. Con el paso de los meses, el delantero fue ganando protagonismo jugando en su categoría y en seis meses dio el salto al filial. Bajo las órdenes del técnico Alejandro Montenegro en ese equipo reserva, el ariete mejoró técnica y tácticamente hasta que estuvo preparado para dar ese salto al primer equipo que tanto tiempo llevaba esperando.

Un 14 de agosto de 2013 llegó el momento de debutar con el Albo en la Copa Argentina y lo haría actuando como delantero centro, una posición que no era la suya. Calleri se había acostumbrado a jugar por detrás del punta y a moverse junto a los centrocampistas, pero el entrenador del conjunto blanquinero, Julio Falcioni, le vio las cualidades suficientes para jugar de nueve puro y le trabajó para ello.

De ahí dio el salto a Boca Juniors, comprobando lo que es el ambiente de La Bombonera en sus propias carnes y sintiendo lo que significa que la hinchada xeneize gritase su nombre hasta desgañitarse. Su carrera estaba evolucionando de forma meteórica y la llamada de algunos clubes europeos no tardarían en llegar, siendo el Inter de Milán uno de los primeros en interesarse por los servicios de la joven perla argentina.

A pesar de que su traspaso hacia tierra italianas no terminó de concretarse, el grupo inversor que rige el Deportivo Maldonado compró sus derechos y le cedió al Sao Paulo brasileño antes de dar el paso definitivo para jugar en Europa. El West Ham fue su siguiente parada y allí vivió un pequeño déjà vu, y es que parecía volver a aquellos momentos en los que, por ser más bajito que los demás, no tenía minutos. Slaven Bilic no le dio la confianza necesaria y Calleri acabó la temporada sin jugar lo que deseaba.

Sin embargo, esa agridulce experiencia en Inglaterra no le ha hecho rendirse. Calleri sigue empeñado en demostrarle al mundo el fútbol que tiene y la UD Las Palmas puede ser el sitio donde el chico termine de tirar la puerta abajo. La insistencia de la Dirección Deportiva amarilla en contratarle deja bien claro que han visto algo especial en el delantero albiceleste y han echado el resto para traerle a la isla.

Lo cierto es que el punta argentino no ha dejado indiferente a nadie durante sus primeros días en Gran Canaria y ya empiezan a verse detalles de lo que puede aportar. Calleri ha demostrado ser un jugador con mucha clase y calidad, dejando en los pocos amistosos que lleva alguna pisada y algún regate que esclarecen sus habilidades. Además, es un delantero que posee esa mala idea para hacerle la vida imposible a los centrales y una capacidad de asociación que le va a ayudar en su adaptación al equipo amarillo, ya que el tener al lado a jugadores como Viera, Tana, Vitolo o Boateng es una bendición para alguien que sabe salir de esa posición de nueve para combinar.

Aun así, el argentino todavía tiene que seguir mejorando su precisión de cara a portería y va a necesitar más de una ocasión para poder enchufar alguna, pero parece claro que Las Palmas es un ecosistema hecho a su medida y sus características.

El chico ha aterrizado en la isla con la ilusión por bandera y con ganas de volver a esquivar a aquellos fantasma que, cuando todavía era un adolescente, le insinuaban que no iba a ser capaz de triunfar. Lo que queda claro es que Jonathan Calleri no va a dejar de pelear hasta que consiga conquistar sus sueños y quiere reiniciar su carrera ganándose a una afición, la de UD Las Palmas, sedienta de goles.

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