Siempre he sido crítico con este periódico, que en algunos momentos incluso dio la espalda a la UD Las Palmas en favor del desaparecido engendro. Claro que por entonces había otras personas dentro de Canarias7 que afortunadamente el tiempo las ha puesto en su sitio, y ahora están en la p*** calle.
Se nota la entrada de aire fresco en la redacción de Canarias7. Y me gusta. Por fin puedo volver a comprar este periódico, tras leer este maravilloso artículo que me ha pasado un amigo en la mañana de hoy.
Sin pelos en la lengua. Contando lo que todos vimos y muy pocos se atreven a contar. De aquí al final, jugadores, técnicos, directivos, aficionados, medios de comunicación, patrocinadores... Todos unidos con la UD Las Palmas y contra la gran injusticia que estamos sufriendo.
Areces Franco entra en la fama
Mal asunto cuando el árbitro se cuela en la foto, como aconteció ayer en Lugo para desgracia de laUD. Areces Franco, el personaje en cuestión, entró en la fama por comerse el teatro de un atacante local, directo al suelo al sentir el aliento de Silva. Una calamidad la suya.
Hoy todos hablan del tal Areces Franco, retratado en las repeticiones de una jugada decisiva. El celo que había tenido antes para invalidar, con más o menos acierto, algunas ofensivas de Las Palmas, lo perdió de manera grosera al señalar el punto fatídico nada más arrancar la segunda mitad. Hasta ese instante, mandaba en todo la UD. Ganaba, lo merecía con incuestionable amplitud, y había convertido la pelota en algo exclusivo. Muerto el Lugo, algo anómalo tenía que pasar para meterlo en la faena, agotados otros recursos. Así fue. Un centro inocente al primer palo, imposible para el delantero, achique reglamentario de Silva y blocaje de Casto. Entonces, sonó el silbato. Para afrenta del fútbol, el pitido constituyó un atentado a la lógica.
Empató el Lugo aprovechando el regalo del cielo y luego se vino arriba hasta el 2-1, para terminar pidiendo la hora y cosiendo a faltas a todo el que se movía. No. No mereció semejante castigo la UD, que tuvo sus apagones pero, hay que decirlo, compitió con tono suficiente como para haber sumado algo. El accidente en el Ángel Carro causa escozor por motivos evidentes. No vino la derrota por causas relacionadas directamente con el juego, a la luz de los acontecimientos. De por medio consta un error lamentable que cerró un partido para abrir otro, lo que contamina los análisis y siembra de sospechas la película que se dio. Antes de la fractura provocada por el señor del silbato, el líder fue reconocible y mandón. Necesitó muy poco para hacer daño y se postuló con argumentos para el destrozo. La defensa de gelatina rojiblanca no estaba para muchos meneos y lo que se le venía encima eran, directamente, cornadas. No fue así porque al Lugo lo levantaron de la lona. Ya lo que vino después es de sobra conocido.
Nuevamente una UD dueña de la situación, con la defensa en barbecho ante la falta de actividad. La excelente publicidad que acompaña a Las Palmas tardó muy poco en plasmarse sobre la hierba. Colaboraba la baja temperatura, que hizo entrar en combustión a las primeras de cambio a las camisetas amarillas, multiplicadas en todos los sectores, con Roque a la manija. Excelente interpretación de las circunstancias frente a un Lugo limitadísimo, incapaz de filtrar un pase y que se vio metido en su parcela, sobreviviendo malamente. Algún orsay ajustado, olor a pólvora con Araujo desde lejos y, ya al filo del descanso, rosca a la red de Nauzet para hacer justicia. Un milagro que la superioridad abusiva no se concretara en más renta. Se anunciaba más fiesta en los alrededores de Mallo ante el contraste brutal presenciado: ni un arañazo del Lugo y la UD, a sus anchas. Tan claro lo vio Herrera que ordenó seguir igual en la reanudación, segurísimo de que caería una pila de goles a poco de que el oponente se abriera.
No dio tiempo a nada porque, recién reanudado el partido, Areces Franco se puso la rojiblanca. Ni siquiera el juez de línea, en posición privilegiada para alertar a su superior, quiso líos con el respetable. Consumada la negligencia, ni la estrada de Casto evitó el empate. Porque Iriome acudió presto al rechace y, para asombro de todos, empató un partido que iba a la ruina para el Lugo.
Llegaron los peores momentos para el líder, sacudido por un contrario que se agarró el alboroto para prosperar. Aún pasándolo mal, Simón estuvo a punto del 1-2 en una gran incursión que se encontró con los guantes del portero. De lo que pudo ser y no fue a lo que pasó: bola colgada desde la izquierda sin aparente filo, desajuste de centrales e Iriome, libre y a gusto, empaló para adentro ante la desesperación de un Casto vendido.
La UD no dimitió con el 2-1. Viera, Ortuño y Momo modificaron el dibujo, ya decididamente con dos puntas y abundancia de llegadores. Toque de corneta, no quedaba otra. Había tiempo, también recursos, la cuestión se ceñía a embocar la que llegara. Arrinconado el Lugo, sin arrestos para armar una contra decente, la acción se centró en el ataque de Las Palmas, con Viera multiplicado y los centrales empotrados en la medular. Se venía el segundo, había que insistir, acortar los caminos ante las trampas del anfitrión, centrado en faltas y pelotazos para ganar margen. Viera tuvo en sus botas el empate. Primero con una falta que no pudo colocar como deseaba y acabó en las manos de Mallo. Luego, tras dejada de Ortuño de cabeza, a servicio de Momo. Irrumpió imperial Jonathan con un zapatazo fantástico que escupió el poste ya sobre la hora.No entró de milagro el trallazo al ángulo alto. Ahí acabó todo. Estalló el Lugo. Y volvió a pitar Areces Franco. Ahora ya para consumar su matinal.