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El taxista amarillo
El combativo jugador gomero ejerce al volante en Los Cristianos. No habla de fútbol con los clientes porque "me subo por las paredes si me nombran a la UD Las Palmas"
MANUEL BORREGO Olivier Chinea (26/septiembre/1964) es víctima de un mal que no tiene cura. Lo explica: "soy forofo de la Unión Deportiva Las Palmas, en primer lugar, y luego del Atlético de Madrid. ¿Te lo puedes creer? Mi vida está llena de sufrimiento". Sus estados futbolísticamente febriles son transitorios, así que esta semana, la del derbi, será también especialmente emotiva para él desde Los Cristianos, donde ahora reside y cubre una nueva etapa profesional como taxista de la zona turística de la isla de Tenerife.
Fue previsor este gomero que en la década de los ochenta llegó a la UD Las Palmas procedente de la UD Güímar, junto al hoy director deportivo de la entidad amarilla, Juanito Rodríguez. Chinea colgó las botas después de duros años de lucha en los terrenos de juego y de cuatro operaciones "dos en cada una de las rodillas", recuerda. Ese espíritu guerrillero que expresaba con los amarillos también lo trasladó a su vida lejos del deporte. Cuando era jugador del Ibarra, en Tercera División, compró una parada de taxi y un apartamento en Los Cristianos, donde fijó su residencia y su futuro. También tuvo una tasca en un centro comercial de la zona, pero este negocio sucumbió y siempre encontró el recurso del volante.
Renunció a seguir la senda del fútbol porque lo vive de una forma tan especial que él mismo nos la explica: "cuando hay un partido televisado y es de la Unión Deportiva Las Palmas, nadie puede estar conmigo en casa. Porque lo vivo con tanta intensidad que mi mujer y mis hijos prefieren dejarme solo. Es que me subo por las paredes". Su pasión por el conjunto amarillo brotó desde la niñez y el día que negoció su fichaje en Pío XII estaba tan emocionado que "no me lo podía creer. Habría firmado el contrato por un bocadillo. Le pedía explicaciones a mi representante, Capote, porque no tenía prisas para firmar. Yo habría ido a la UD Las Palmas sin contrato".
EL ESCUDO NO SE TOCA. Tanto es su amor a la UD Las Palmas que hace un par de años decidió tatuarse el brazo derecho con un escudo que muestra con orgullo: "Me podrán quitar el taxi, el apartamento o la cartera, pero este escudo no lo toca nadie. Se irá conmigo", dice. Viviendo en 'territorio comanche', sin embargo, el símbolo del club amarillo no le ha causado problemas porque "la gente en Los Cristianos me conoce y respeta mis pasiones deportivas. He descubierto que mucha gente de aquí son hinchas de la Unión Deportiva Las Palmas y del Atlético de Madrid. Será que nos gusta sufrir. Ahora bien, cuando quieren hablarme de fútbol entonces yo mismo soy el que cambio de tercio porque no me controlo".
OTRO ASCENSO. Chinea vivió la alegría del ascenso también en el Real Burgos, de la mano de José Antonio Naya, al que considera como "un entrenador showman. Es increíble cómo aquel equipo pudo ascender con él. Yo jugué poco, estaba siempre convocado. Y no me acostumbré al frío de Burgos". Había firmado por el equipo castellano a mitad de temporada, previo breve paso por el CD Tenerife. Después del Burgos actuó dos temporadas en el Marino de Los Cristianos y una campaña más en el Melilla, ambos de Segunda División B. Y se despidió del deporte en Tercera División, grupo canario, militando tres temporadas con el Ibarra.
Años después, Chinea está lejos del fútbol y es feliz. Pero su regocijo será completo si algún día puede ver otra vez a las camisetas amarillas y rojiblancas cruzándose en Primera División.