A 24 horas de que dimita Quique Pina como presidente del Granada, se ha aireado una denuncia bastante confusa, que aporta una historia rocambolesca. La presenta un tal José Guerrero, vecino de Armilla, en la cual destripa una supuesta trama con evidentes visos de conformar un posible amaño del partido entre los rojiblancos y Las Palmas. El Larguero le dio anoche voz a un tipo cuyo alegato presentado ya circulaba en privado por ahí, pero que no es nada fácil de creer.
El tipo es singular. La película presenta varias lagunas. En el cara a cara con De la Morena, se disolvió. Pero eso ya da igual. Como poco ha conseguido lo mismo que el pequeño Nicolás. Una notoriedad, aunque luego pueda ser efímera o quedar en nada. Aunque cuidado, porque si lo que expone en su escrito se demuestra falso, se le puede caer el pelo. Las denuncias falsas no quedan baldías. Si es real, entonces estaremos ante un escándalo gigantesco, con la participación de un personaje que encaja poco. Nadie pondría en manos de un desconocido una estratagema así. No puede sonar más cutre.
Él dice en su denuncia que puede demostrar cosas. Pero en esta frase puede estar la trampa, pues no aclara si del supuesto amaño o de las amenazas recibidas. Formula que formó parte de una operación para entregar un dinero custodiado a alguien de Las Palmas, exonerándose de la consciencia de participar en un delito, en el que sigue queriendo cobrar su comisión a pesar de todo, como perplejo de que aquello fuera para algo fraudulento (debió de pensar que el dinero era para pagar una partida de plátanos). Lo que es posible que pueda demostrar es que Mario Moya, quien ha controlado la seguridad personal de Pina estos años, le haya podido tratar de amedrentar para que no moleste al murciano, al que al parecer ha intentado ver, sin que este le reciba. Si Moya usó un lenguaje disuasorio, ha cometido una torpeza que le ha dado vida a este hombre en su afán.
Pina dice que no lo conoce, pero que sabe de sus andanzas como “extorsionador” en estos días. Reconoce que Moya le pudo intentar bajar los humos con algún mensaje, sin llegar a nada físico, pues al parecer quedaron para hablar y Guerrero no se presentó. Pero el punto delirante llega cuando este parece preocupado por la seguridad de su mujer e hija, cuando él mismo no se puede acercar a ellas por estar condenado, precisamente, por violencia de género.
Personajes así hay y habrá. El pequeño Nicolás ha hecho negocio con su imaginación, estrujando andanzas. Ahora alguien que parece no tener mucho que perder se planta en un juzgado con afán recaudatorio de una supuesta compra de un partido por, supuestamente, 600.000 euros. Si es capaz de mostrar pruebas o aportar testimonios de la argucia, dejará perplejo a todo el mundo. Si no, resultará una charlotada bastante repugnante. Oyendo anoche su parecer, atufa a casquería.
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