73 goles. Quizá el dato más relevante de un futbolista que descubrió, en su etapa en la Unión Deportiva Las Palmas, que cualquier meta es más sencilla de alcanzar con el cariño y respaldo de un club. El respaldo de una isla que ve cómo se cierra un ciclo de cinco años, el de Marcos Márquez como amarillo, que arroja decenas de recuerdos inolvidables y emociones eléctricas.
Llegó a la entidad grancanaria el 15 de junio de 2005 tras haber militado en la cantera del Sevilla FC, el filial del Atlético de Madrid, Córdoba, Ceuta y Leganés. En ninguno de ellos terminó de explotar como futbolista, encontrando su santo grial en la Unión Deportiva. Llegó como la gran apuesta de un Miguel Ángel Ramírez que afrontaba sus primeros pasos como presidente de la entidad y que tenía un único objetivo: devolver al representativo a la Segunda División A con la mayor celeridad posible.
Pronto comenzó a ganarse el cariño de la afición. En su primera campaña consiguió diez tantos, aumentando su importancia en la plantilla progresivamente. Márquez sorprendió por su continua entrega durante todos los encuentros, una brega que contrarrestaba una técnica escasa, pero que se compatibilizaba a la perfección con un olfato goleador que fue mejorando con el paso de la competición.
En el recuerdo queda su primer hattrick, conseguido ante el AD Alcorcón, y, los últimos acontecimientos de una temporada intensa. Josip Visnjic comenzó comandando la nave amarilla, pero Juanito –hasta el momento director deportivo– tomó el mando en las últimas jornadas. Un tramo final inolvidable y el inicio de un amor, el de Marcos Márquez y la Unión Deportiva Las Palmas, que se cristalizó, definitivamente, durante este periodo.
El penalti ante el Rayo y el ascenso a Segunda División
Tras perder en Móstoles de manera estrepitosa (2-0), en un auténtico match-ball para que la Unión Deportiva Las Palmas mantuviera las esperanzas de entrar en play-off de ascenso, llegó el partido clave: los amarillos se enfrentaban en el Estadio de Gran Canaria ante el Rayo Vallecano y sólo valía la victoria. Los rayistas, en la misma situación que los grancanarios, también llegaban a la isla en la misma disyuntiva. Era el todo o la nada.
El choque transcurrió con muchísimo miedo, y 35.000 almas en las gradas del recinto de Siete Palmas animando a la Unión Deportiva Las Palmas, que homenajeaba el centenario del Marino –uno de los clubes fundadores– en un día marcado en el calendario.
Restaban ocho minutos para el término del encuentro y el resultado continuaba inalterado. La UD necesitaba un gol para seguir soñando. Marcos Márquez recogió un rechace propiciado por él mismo y fue derribado en el área por dos defensores rayistas. Penalti. Alejandro, encargado de tirar las penas máximas asumió la responsabilidad, pero Márquez sabía que ese balón era suyo. Retiró –literalmente– de las manos el esférico a su compañero y se dispuso a retar al futuro. Se hizo el silencio. Veinte segundos interminables. Gol. La locura se instaló en el Gran Canaria con una imagen, la de Márquez desatado celebrando el tanto, que sería portada de los periódicos regionales la mañana siguiente. Había nacido un ídolo.
Tras finalizar la temporada venciendo al Lanzarote, llegó la hora de la verdad. La Real Sociedad B fue el primer escollo. En el partido de vuelta los de Juanito tiraron por la borda todo el trabajo realizado –habían vencido en casa (1-0 con tanto de Siro Darino), y los donostiarras, con Díaz de Cerio como verdugo, habían dado la vuelta a la eliminatoria en Anoeta–. Apareció Nauzet Alemán y encumbró otro momento mágico. La UD pasó a la final pero ya estaba en Segunda. Una vez pasado ese momento, de lágrimas de tristeza a borbotones de alegría, nada podía parar a la maquinaria grancanaria.
Tocó el Linares. El primer encuentro, en tierras andaluzas, se dirimió con un empate a dos tantos. El propio Nauzet y Márquez, tras cabecear un balón inverosímil, hicieron los tantos amarillos. Una semana más tarde, la afición amarilla volvió a reventar su meca. De nuevo la pareja de moda volvió a ser protagonista: al inicio de la segunda mitad, Alemán sirvió un goloso balón a Márquez quien, en su especialidad, rompió las mallas con un certero cabezazo ante la salida a la desperada del portero linarense. Se volvió a desatar la locura. La Unión Deportiva regresaba a Segunda. Y Márquez volvía a ser el centro de todas las miradas con un protagonismo merecido.
«Te están buscando Matador»
Esta estrofa musical, propiedad de la mítica banda argentina Los fabulosos cadillacs, comenzó a retumbar en las gradas del recinto de Siete Palmas. Marcos Márquez se convirtió, en el regreso de los amarillos a la liga de fútbol profesional, en un auténtico temor para las retaguardias rivales. Tomó la batuta del equipo y humanizó el coraje de los once amarillos que cada fin de semana trataban de dar pasos en positivo hacia la permanencia.
La temporada 2006-2007 fue extremadamente dura. Carlos Sánchez Aguilar había retomado el mando del banquillo amarillo en el inicio de la campaña –en la temporada 2004-2005 dirigió a los amarillos en su primera temporada en Segunda B–, pero los malos resultados propiciaron que Juanito Rodríguez volviera al ruedo. El equipo se recompuso y Márquez empezó a fraguarse un acompañante nominal, el del ‘gol de la Unión Deportiva Las Palmas’. Consiguió 21 dianas en 3.222 minutos y sus goles resultaron decisivos para lograr la salvación.
Los grancanarios terminaron en la posición 18ª y el delantero sevillano concluyó la competición como pichichi de la Segunda División. Fue homenajeado por el diario deportivo MARCA con el resto de vencedores. Resultó el inicio de un camino personal caracterizado por el éxito, pero que colectivamente no terminaba de satisfacer sus aspiraciones. Sus compañeros jugaban para él y se convirtió en referente inexpugnable de un club que buscaba, angostamente, volver a luchar entre los grandes. Márquez se lo propuso y lo mantuvo en todo momento entre ceja y ceja.
Comenzó una nueva temporada donde tendría dos aliados inesperados. Roberto Trashorras llegaba a la isla redonda comenzada la competición y se convertiría en su gran asistente. Adrián Colunga, con la verticalidad y rapidez por bandera, sería su fiel escudero en la delantera. A pesar de ello, la 2007-2008 no arrancó como se esperaba: el equipo encadenó una serie de resultados nefastos que le posicionaron en el farolillo rojo. No había manera de ganar. Juanito fue destituido –por él mismo, ya que también era director deportivo– y llegó un viejo conocido de la afición grancanaria, Juan Manuel Rodríguez. Con el técnico isleño los amarillos se reencontraron con el fútbol de toque y el amor por la pelota. Los refuerzos en el mercado de invierno de Christian Fernández y Samuel San José, procedentes del Racing de Santander terminaron por apuntalar la maquinaria.
Márquez, renqueante tras fracturarse dos costillas, llegó a jugar con este impedimento demostrando que su valor, más allá de los goles, era sentimental. Estuvo en el dique seco varios meses, situación que le impidió mejorar los guarismos de la pasada campaña. Pero cuando jugó aclaró no haber perdido su olfato goleador. En 2.716 minutos disputados en 32 partidos consiguió 14 tantos. Los amarillos concluyeron en la octava posición destacando una imagen, por simbólica, guardada en la retina: el del empate en el derbi. Corría el minuto 92 y los grancanarios buscaban a la desesperada el gol para poner las tablas en el clásico regional ante el CD Tenerife. Colunga se disponía a batir a Sergio Aragoneses, pero éste, en una medida salida consiguió alejar el peligro; el esférico llegó a Christian Fernández quien dispuso un medido centro al segundo palo. Cómo no, apareció el ‘Matador’. Libre de marca, Márquez, hacía el gol ante los aspavientos tinerfeños. Otro momento significativo.
Situación caótica para el club, indiferencia para Márquez
Marcos Márquez continuó haciendo goles a mansalva y recibiendo suculentas ofertas de Primera División que rechazó por seguir en la Unión Deportiva. A pesar de que la entidad se marcaba sus miras hacia cotas más altas, las aspiraciones y expectativas no terminaban de completarse. Juan Manuel Rodríguez, tras la espectacular segunda vuelta de 2008, lideró el nuevo proyecto desde sus albores.
Un vestuario cada vez más convulso se plantó ante una situación irreparable: Rodríguez ya no tenía la confianza de la plantilla, que veía como los partidos no salían adelante. Era diciembre. Javier Vidales, hasta el momento secretario técnico amarillo, sustituyó al grancanario al frente del banquillo. La anomalía se normalizó, ejerció un repunte y volvió a disiparse. Juan Manuel León y Paco Castellano, formaron el tándem con los que la Unión Deportiva Las Palmas terminaría la temporada.
Fue su temporada más regular: disputó 40 partidos, completó 3.598 minutos y logró materializar 21 goles, empatando su mejor marca personal. Sólo fue superado por Ewerthon, del Zaragoza (28 tantos), y Nino, del CD Tenerife (29).
El declive en su última etapa
El proyecto más ambicioso de la Unión Deportiva Las Palmas acabó, literalmente, con el máximo artillero amarillo. «Al cuarto año, ascenso», era la consigna lanzada por el presidente de la entidad, Miguel Ángel Ramírez, y en esa línea se trabajó para confeccionar una plantilla competitiva que luchase por estar en la cima de la montaña. La escalada no sería fácil y cada pieza tendría un valor especial. Llegó Sergio Kresic, el último entrenador del ascenso a la Liga de las Estrellas conseguido hace una década, y la ilusión se desató con fichajes de renombre y experiencia. No tendría que haber salido mal, pero salió peor. No tendría que haber significado el final de Márquez, pero lo sentenció.
Salomón Rondón, el delantero venezolano que este verano ha firmado por el Málaga, comenzó a explotar y Javi Guerrero, estilete y experimentado delantero, acabó teniendo mejores guarismos anotadores que el ‘Matador’. Su ocaso había comenzado inesperadamente, aunque los argumentos fueron llegando de manera paulatina. Márquez no tenía la misma frescura que antes, ni el mismo don de oportunismo y fallaba lo que antes no perdonaba. Seguía batallando pero no encontraba premio a su esfuerzo. No era el mismo.
Además, la sombra que planeaba sobre su nombre era alargada. Desde la grada se empezó a desmitificar al ídolo, al futbolista que se había posicionado, en tan sólo cinco años, en el séptimo goleador histórico del club. Comenzó a ser considerado como un jugador atávico, un futbolista en discordia del buen espíritu del vestuario. El equipo no carburaba y la búsqueda de culpables, en su condición de capitán, le finiquitó de lleno.
Paco Jémez lo descartó el 21 de junio, quedando desvinculado de la entidad de Pío XII a pesar de poseer dos años más de contrato. Siempre dijo que su máxima ilusión era devolver a la Unión Deportiva Las Palmas al lugar que se merecía. Su reconversión en un ser incómodo le privó del sueño. Marcos Márquez, el último gran ídolo de la parroquia amarilla, ya es historia. Que no sea presa del olvido.
Sus datos en la Unión Deportiva
- Séptimo goleador histórico del club con 73 goles en 179 partidos, tras Germán Dévora (119 goles), Carlos Morete (98), Orlando Suárez (97), Coke Contreras (92), Juani Castillo (80) y Gilberto I (73).
- Logró dos ‘hattricks’ frente al Alcorcón (3-0), en su primera temporada, y frente al Deportivo Alavés (6-1), en la 07/08.
- Ha marcado a 37 equipos diferentes en su periplo en la entidad grancanaria. Al que más endosó: el Deportivo Alavés, con seis tantos. Salamanca, Hércules y Elche también le sufrieron, consiguiendo cinco tantos ante cada uno de ellos.
- Sus datos temporada por temporada:
2005/2006: 36 partidos, 10 goles, en Liga. 3 partidos, 0 goles, en Copa.
2006/2007: 37 partidos, 3.222 minutos, 21 goles, en Liga. 2 partidos, 0 goles, en Copa.
2007/2008: 32 partidos, 2.716 minutos, 14 goles, en Liga. 1 partido, 0 goles, en Copa.
2008/2009: 40 partidos, 3.598 minutos, 21 goles, en Liga. 1 partido, 0 goles, en Copa.
2009/2010: 34 partidos, 2.012 minutos, 3 goles, en Liga. 1 partido, 0 goles, en Copa.
Este artículo se modificó el 06/08/2010 11:07 11:07