Empezaba la Unión Deportiva Las Palmas la temporada con una mochila cargada de ilusión con gotas de incertidumbre tras el último partido de pretemporada. Su rival, el Racing de Santander, recién descendido y en mitad de una tormenta institucional con un cambio en los banquillos al comienzo de la semana, podía ser un contrincante propicio para los intereses amarillos. Pero toda esa bipolaridad podía, perfectamente, desencadenar una salida en tromba de los cántabros.
Sin embargo, la primera parte fue de la Unión Deportiva sin necesidad de tirar de tormenta sino un txirimiri de fútbol. El toque que no cesa. La pelota iba y venía, control del tempo, proponiendo, queriendo ser protagonista. La prisas no florecían. Paciencia y tirar de los fundamentos estratégicos y tácticos era la receta con la que llegaría el gol, buscado y esperado. Vitolo agarra la pelota toma la vertical y tras una serie de combinaciones el balón llega a quien tiene que llegar, Christantus, y en dónde le tiene que llegar, el área. El tanto no cambiaba el paisaje en los quince minutos que faltaban para el descanso, más por mérito de los amarillos.
La segunda mitad comenzó con un Racing más enchufado, presionando en tres cuartos y durante el primer cuarto de hora se le intuyeron algunas costuras a los amarillos que se evidenciarían más en el tramo final del encuentro. Tras el arreón inicial, Las Palmas equilibró de nuevo el juego, sin llevar un aluvión de ocasiones los amarillos daban sensación de control y hechuras de dominador. La fluidez amarilla volvía al Sardinero, y con ella la defensa estaba más resguardada porque una de estas señas de identidad del equipo de Lobera es su protección con el esférico. Por el hecho de que este deporte permite utilizar el balón como arma de ataque o como escudo, porque si lo tiene un equipo el otro no lo puede usar para dañar.
No obstante poco a poco la intensidad en la cadencia de pases y movimientos sin balón fue decayendo, paralelamente, los racinguistas aprovechaban para tomar el centro del campo a base de corazón. Jairo se convirtió en el estilete de los santanderinos obligando a Barbosa a tirar de catálogo de palomitas. Fue en estos momentos cuando Las Palmas vio peligrar el botín ganado en la ciudad de Botín. Si las primeras dificultades fueron causadas por la presión a la salida de pelota desde atrás, en estos instantes se le unían cortas posesiones sin la combinación de muchos jugadores. El cansancio aparecía en escena y el Racing se dio cuenta tarde que podía salvar al menos la televisión y sus respuestas se limitaban a las acometidas del habilidoso Jairo.
Tras el agobio del tiempo añadido y con el cierre del telón el aficionado amarillo pudo acabar con una sonrisa y no solo por los puntos. De confirmarse esta propuesta de juego, Las Palmas será protagonista en muchos de los partidos. No buscará esconderse sino ir a por el partido. Podrán llegar derrotas y en no mucho tiempo los rivales deberían ahondar en las carencias del modelo. No obstante con estos jugadores no existe mejor panacea que la de hoy. Pelota, toque, proponer y fútbol.
por Néstor Cebrián
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