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Sin tiempo para lamentaciones, por Javier RODRÍGUEZ

Acostumbrados a ganar cualquier otro resultado que no sea la victoria deja un sinsabor que se hace muy difícil digerir. La línea ascendente del equipo en los últimos partidos ha puesto a los hombres de Lobera en la parrilla de salida para pelear por los objetivos propuestos a principios de temporada. Y eso a pesar del empate del pasado sábado ante un buen Xerez que llegó a Gran Canaria también en un gran momento de forma.

Lo verdaderamente importante del último mes y medio de campeonato es que la UD Las Palmas ha encontrado su sitio en la categoría. Se ha encontrado a sí misma. Jugadores que tenían que ejercer su protagonismo han ido atesorando galones y capitanean la legión amarilla más resolutiva. Sin excesivas florituras y sin abuso del toque por el toque, la UD parece saber a lo que juega, y los resultados así lo atestiguan.

El horizonte se dibuja con optimismo para el enésimo proyecto de Miguel Ángel Ramírez. La opción de la promoción de ascenso deja de ser una quimera para ofrecerse como una posibilidad al alcance de las huestes de Lobera que acumulan méritos suficientes para hacer realidad el sueño amarillo

El traspiés ante el Xerez, lejos de tomarse como un paso atrás, debe servir de referente para seguir creciendo como equipo y agrandar el punto conseguido por el valor del rival que había enfrente. A nadie se le esconde que con el juego desplegado, y con una UD mucho más frágil, los andaluces habrían sacado mucho más rédito en su visita al Gran Canaria. Trece puntos de quince es un balance que sólo puede invitar al optimismo. No hay tiempo para lamentaciones. El Córdoba tiene que ser la siguiente víctima.