Las Palmas ganó en el Benito Villamarín. Cedió un partido y una eliminatoria, pero se ha llevado una incalculable dosis de confianza. En la Copa del Rey no había nada que perder, sobre todo ante un rival tan potente y después de dejar atrás a todo un Rayo Vallecano. El sabor amargo de cualquier derrota no estuvo presente en mi boca después del pitido final. Lo que quedó fue orgullo, mucho orgullo, y un poco más de ilusión.
Del partido me quedo con muchas cosas que son consecuencia de la dinámica de partidos de esta UD Las Palmas, nada nuevo: integración excelente de los menos habituales, en especial de Corrales pese a su cortocircuito final; agresividad y hambre tremenda de todos los jugadores, que no se vieron intimidados por el escenario; defensa seria, a destacar el juego aéreo, pese a algún despiste; y electricidad en ataque, comandado por un Thievy que no sé si está para competir con Usain Bolt o con Mo Farah. Todo ello dejó claro, por si hacía falta, que lo de Soria fue un accidente.
Pero por encima de todo destaco del partido la influencia de David González en la segunda parte. Fue la mejor noticia, y hubo muchas. Aunque Sergio Lobera intentara en el inicio de temporada implantar el sello de La Masía, hasta ahora Las Palmas ha sido más Real Madrid que Barcelona. Le gusta más el vértigo que la pausa, y en esa adaptación a los recursos radica gran parte de los méritos del técnico amarillo.
Pero para subir hay que saber ponerse varios trajes, y más ahora que has llamado la atención de la categoría y muchos te esperarán atrás. Las Palmas ya tiene el vestido del contragolpe, le falta el del toque, y le quedó de lujo cuando David González, pese a su tiempo de baja, aprovechó que el Betis retrocedió líneas para marcar el ritmo. De hecho, el error de Hernán —lástima, hizo un partido casi tan grande como el de Vallecas—, viene como consecuencia de esa intención de sacar el balón desde atrás, cosa para la que no siempre ha tenido facilidad esta UD. Y durante al menos unos veinte minutos la tuvo, y en un momento tenso, de esos en los que la pelota suele quemar.
Por eso, a partir de ahora toca imaginar una UD aún más preparada para la categoría. La recuperación de David González, además, propicia que Nauzet Alemán vuelva a la banda, donde su influencia es más decisiva. Y si el mediocentro ofensivo que llega es la mitad de bueno como refuerzo que Murillo, el sueño estará más cerca.
Este artículo se modificó el 11/01/2013 12:36 12:36