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Lecciones sin aprendizaje, por Carlos TORRENT

OPINIÓN | Me aburre la autocrítica. O, mejor dicho, el fatigoso proceso que lleva a ella. Como si el mero hecho de reconocer los delitos atenuasen la culpabilidad del malhechor. Porque, si se hace escuchar una semana tras otra, el propósito de la misma se incumple. Debe ser un concepto que lleve implícito la corrección de lo mejorable, no un pretexto tribunero para aliviar el hastío de quien antepone los sueños de sus colores a los propios. Cierto es que es una necesaria cualidad de los humanos, pero la capacidad de enmendarla debe imperar sobre el reconocimiento por parte de sus portavoces.

Y es que nada irrita más que un potencial desperdiciado. La Unión Deportiva tiene calibre para codearse con cualquiera. Sin embargo, tres meses y medio y 17 jornadas después, no ha completado un partido redondo. No no me refiero a no sufrir durante noventa minutos, algo que va de la mano de esta categoría, sino a estar libre de dudas. Porque lo del miércoles sirve para demostrarnos que hacer el partido perfecto es posible. Incluso un equipo con menores prestaciones como el Tenerife logró combinar eficacia, electricidad y constancia. Recordó, en varias fases, a ese Atleti que no deja respirar a sus contrincantes y cuyo técnico convierte a jugadores sin nombre en salvadores de un país. Pero la garra no es la única vía: el Lugo, rival de un rasante inferior, lo evidenció ante los amarillos añadiendo vistosidad a los anteriores factores.

No hace falta remontarse a tiempos inmemoriales. Las Palmas, una vez corregidos defectos iniciales, completó el curso pasado actuaciones que dejaron henchidos de satisfacción a los suyos. Girona en casa, por ejemplo, o la de la Nova Creu Alta, donde, por cierto, fue un claro reflejo de que ante un equipo en inferioridad no debe ser tan complicado competir. Con otros métodos, menos estéticos, también se cuajaron partidos compactos en Almería o Villarreal, donde la fortuna jugó su papel.

Pero este año la cuestión es compleja. Cada semana, entrenador y jugadores coinciden en que se debe mejorar. El interrogante se sitúa en el método. Las Palmas no sabe si recogerse y salir a la contra, dominar los partidos mediante la posesión, usar el faro de Valerón como intermediario hacia la portería o si la iniciativa se sitúa en explotar las bandas. Y esa desorientación futbolística no debe disfrazarse de polivalencia. Esa es otra forma tribunera de ocultar carencias. Las Palmas posee jugadores y cuerpo técnico para ubicarse futbolísticamente. Pero no vale con excusarse y prometer mejoría. Hay que aprender una lección tras cada enseñanza. Y eso es tarea de todos. El crédito continúa a pesar de lo alarmismos. Pero, para que no se agote, la autocrítica no puede ser vacía.

[box size=»large»]por Carlos Torrent
 @ctorrent
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Este artículo se modificó el 07/12/2013 02:34 02:34