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Bendito karma, por Néstor CEBRIÁN

OPINIÓN | Y ahí estaba mi corazón palpitante saliendo literalmente de mi boca para cerrar yomvi y abrir twitter. Eran las 12:45 del domingo 19 de enero. Mejor síguelo vía tweets, me susurro, y si tu corazón te susurra algo, hazle caso y llama al 112. Además, me dije -por streaming fijo que lleva un par de minutos de retraso. Capaz que el partido ya acabó. Me sentía como si viajara en el tiempo pero sin Delorian, ni agujeros de gusano ni cachivaches con pinta de teletienda. Aquellos 45 saques de esquina seguidos al primer palo minaron mi aguante. Pero ni con esas, al final resultó que el maldito streaming iba casi a tiempo real. Sin embargo entre lo que sales de una plataforma, entras en otra y vuelves al principio el encuentro llegaba al final y Las Palmas se imponía a domicilio y ante el primero.

Durante el partido, sinceramente, no hubo épica, ni belleza, no fue una victoria como la del Molinón, aunque Riazor también tiene pedigrí y el día, despedida de Lendoiro, sabía a paradoja del destino, Matrix tiene estas cosas. Si bien es cierto que a una victoria fuera de casa, ante el líder y en el adiós de uno de nuestros villanos favoritos no hay que mirarle el diente, a más uno se le pudo quedar cierto amargor. Y es que cuando terminó el partido más de uno se quedó en estado Zen, pero hay Zen y Zen, y debemos reconocer que sin casi crear peligro la UD le metió dos goles al equipo que menos encaja.

Yo si fuera entrenador rival, cosa imposible pues ni tengo idea de lo primero, y lo segundo no ocurrirá jamás, esperaría a que Las Palmas se pegara un tiro en el pie ella sola. Porque es probable que en algún momento lo haga y cuando eso ocurra a aprovechar ese momento. Así fue como marcó el Depor el 1-0 y así fue como más cerca estuvo de anotar el 2-1. Sin embargo tampoco la menospreciarla porque los amarillos no necesitan mucho para hacer daño. De una bonita combinación entre Valerón, Nauzet y Chrisantus llegaría el penalti con el que los amarillos empataban el partido. Del 1-2 mejor no hablar mucho, pero es la que le debía el karma a la UD desde el partido de Zaragoza. Que de un rebote caiga la pelota en el único jugador de cuatro que no estaban en fuera de juego es suerte, pero que Valerón deje muerta la pelota a Macky, este falle el disparo a bocajarro de vaya a tener a Aythami a puerta vacía…eso, eso es divina providencia terorense.

Después del gol pues poco más, el Depor funcionaba a base de arreones y córneres. En alguna de estas, obviamente te puede caer un gol, pero no dio sensación de fluidez. Claro que los coruñeses pueden replicar ¿y entonces tú? Pues eso, trabajo, providencia y apoñismo. Porque eso último resulta clave en el devenir del equipo. La suma del malagueño al once amarillo es como la sal al caldo de pescado. En los 12 partidos que ha disputado, 28 puntos, a 2,33 por partido, los colíderes están sacando 1,6 por partido. Extrapolado a una temporada, 98 puntos. Algo así como 7 puntos de cada 9. Porque con él en el campo, Deivid puede sumarse al ataque, Valerón jugar más libre, Nauzet va recuperando el terreno perdido y en definitiva todos pueden hacer más de ellos gracias a que el Señor Lobo está solucionando problemas. Los balones de oro se los llevan los delanteros, pero quien mueve a los equipos son los centrocampistas.

[box size=»large»]por Néstor Cebrián
@NestorCebrian
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Este artículo se modificó el 20/01/2014 23:58 23:58