OPINIÓN | Siempre he tenido a Sergio Lobera como un tío listo en el buen sentido de la palabra. En su amarga despedida pasó por alto un detalle que un simple vistazo a la historia reciente es suficiente para vislumbrar que es tan sugerente como incontestable. Cerrarse la puerta a una posible vuelta a la Unión Deportiva Las Palmas, un club inmerso en un círculo vicioso de regresos de viejas glorias, es dar por descartada una oferta laboral para el futuro prácticamente segura. Lobera, que se mordió la lengua en lo que pudo y quedó como un caballero en sus respuestas, pudo hacer daño si hubiera querido.
Denunciar las continuas trapisondas de sus superiores de la Dirección Deportiva o los desplantes de los pesos pesados de la plantilla que tenían como cántico en la intimidad «con Sergio Lobera nos vamos a Tercera», hubiera sido hasta lógico en vista de la sorpresa de su destitución. No lo hizo, pero desde el Club se interpreta que no agradecer el apoyo de Miguel Ángel Ramírez en los momentos complicados es un gesto de poca elegancia. Todo esto sumado a la información desvelada por la emisora oficial de su ofrecimiento al Real Betis Balompié empaña y enrarece su marcha. Para mí Lobera es un caballero. Y lo ha demostrado en multitud de ocasiones.
Lobera deja al equipo amarillo en tercera posición. Con los números en la mano es difícil encontrar argumentos en su contra que justifiquen la destitución a dos jornadas del final de la liga regular. Pero el fútbol, un deporte de extremos y pasiones, no solo entiende de interpretaciones matemáticas, también depende de las sensaciones. Nadie puede asegurar que con Sergio Lobera no se lograra el ascenso en los play-off. Sin embargo, la dinámica del equipo no invita a pensar en ese éxito. Las Palmas no sabe competir con regularidad, es endeble defensivamente, no encuentra el equilibrio y parece discutir su fiabilidad con una escopeta de feria. Los tropiezos ante el Castilla y el Recreativo son imperdonables por cómo se dieron los guiones de ambos encuentros. Había que buscar un revulsivo.
El ascenso directo de un equipo cuya población cabe en el Estadio de Gran Canaria —enhorabuena, Eibar—, sumado al proyecto más ambicioso de la última década, han precipitado una decisión enormemente complicada y arriesgada. Es un fracaso no haber alcanzado el ascenso por la vía rápida con esta plantilla. Y Lobera tiene gran parte de culpa, se mire por donde se mire, más allá de las relaciones personales que pudiera tener con sus superiores o en el vestuario. Él asumió una vez confeccionada la plantilla que era el responsable de extraerle rendimiento para subir a Primera División. Una afirmación que termina en sentencia. Hasta aquí el Loberismo.
A partir de ahora importa la Unión Deportiva Las Palmas y cualquier décima de segundo que no se piense en el ascenso a Primera División con Josico en los mandos es tiempo perdido. El agradecimiento a Lobera por traer la ilusión a un equipo mediocre durante muchas temporadas creo que es unánime por parte de la afición y los medios de comunicación. Cualquier intento en dilapidar la imagen de un caballero como ha sido el aragonés no está a la altura de un club señero y sin par, como reza su himno. Gracias Sergio. Por todo. Suerte en el futuro.
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Este artículo se modificó el 27/05/2014 22:13 22:13