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Muertos y a Segunda

Foto: LaLiga

La UD se llevó un varapalo más en Girona y termina la primera vuelta como colista de Primera División. Paco Jémez sigue sin dar con la tecla, como todos sus antecesores, y los amarillos ya huelen el azufre del infierno. 

Las Palmas siente calor. Calor por la cercanía con el infierno, por verse cada semana un poco más cerca de Segunda División. No hay entrenador que lo cambie, ni fichajes que valgan; la UD ahora mismo es un ente sin alma que vaga por el césped como un pollo sin cabeza al que no le sale nada. El olor a azufre empieza a ser cada vez más intenso y después de haber tocado el cielo con Setién ahora no se cansa de besar la lona.

Paco Jémez llegó tarde y a destiempo. La herencia recibida es mala, todo lo que intenta le sale mal y el esperar tanto primero tanto por Almirón como después con el propio entrenador grancanario está pasando factura, por si había alguna duda. Desde el verano Las Palmas ha navegado en la abundancia y ha jugado con fuego con malos fichajes, una mala planificación y creyendo que eran más de lo que verdaderamente eran.

Lo de Montilivi es otra mancha más al escudo. Es otra vergüenza más que asumir y digerir como se pueda. No hay más. La UD sigue asfaltando una autopista hacia Segunda que le espera con los brazos abiertos y que le tiene un sitio reservado. Y cada error de los jugadores, cada error de la directiva y cada error de los entrenadores es una lagrima más en las mejillas de unos aficionados que sólo quieren que esta pesadilla se termine.

Las Palmas necesita un milagro y no lo va a encontrar. Jugar a ser futurólogo es muy complicado, pero es evidente que de donde no hay no se puede sacar. Este equipo no tiene alma, no sabe a lo que juega y es una caricatura. Los amarillos están abocados al fracaso, al más absoluto y rotundo de los fracasos después de haber sido la envidia de muchos clubes de toda España, tras haber sido ejemplo de buen fútbol en el mundo.

Por mucho que duela decirlo, Setién tenía razón. El cántabro lo dijo, lo explicó y se marchó porque no le dejaron ayudar a la UD. El ahora técnico del Betis era lo que Las Palmas necesitaba y nadie le quiso hacer caso, pensando que la gallina de los huevos de oro iba a durar para siempre. Aquellos que pensaron que el brillo no se apagaría se equivocaron y que eran impunes a todo. Por eso, el club va camino de Segunda.

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Este artículo se modificó el 13/01/2018 22:41 22:41