CONTRACRÓNICA | Los poco más de 9.000 aficionados que se dieron cita en Siete Palmas presenciaron una revolución positiva, con dos canteranos debutantes y la vuelta de Araujo y Blum.
Pintaban bastos para la UD Las Palmas. Tras la derrota en Albacete el pasado fin de semana, los amarillos ya no tenían más margen de error. Pepe Mel barruntaba desde el descalabro en el Carlos Belmonte una revolución. Y le salió a su favor.
Josep Martínez a la portería y Cristian Cedrés en la banda. Araujo y Blum, con el alta desde esta semana, dentro. Iba a mejorar el aspecto sí o sí, una revolución con sentido, a sabiendas que el suelo estaba más que conquistado. Levantar la mirada sería relativamente sencillo.
Brilló especialmente Cedrés. Falto de ritmo –algo normal–, pero eligiendo bien sus acciones. Pudo marcar, y asistió. Fue un soplo de aire fresco en una UD que completó la mejor primera mitad de la temporada, aglutinando tres unidades de ventaja sobre un desahuciado Lugo.
Araujo, incisivo y brillante por momentos; demostró que su ausencia fue un mazazo para Pepe Mel. Se lesionó en Riazor tras victoria inicial del técnico (0-1), y desde entonces la UD ha estado perdida, sin faro, oscura en ataque, falto de calidad. Su vuelta es tardía, pero necesaria para amarrar la salvación.
Josep, templanza y aplomo
Faltaba por destacar el otro debutante. Josep Martínez, de 20 años, demostró tener una calma extraordinaria, impropia de su edad. Demuestra que no hay edad mala, sino entrenadores poco valientes. Mel, que ha demostrado durante su trayectoria no temblarle el pulso, le dio la oportunidad. Y no defraudó.
Tuvo intervenciones de mérito en su debut, un elemento atractivo que fortalece una política de cantera olvidada en las dos últimas temporadas. Ahora, el derbi. Siempre con un sabor especial, y que suma en la UD nuevos efectivos. La UD venció y convenció, ligeramente. Y se pone un nuevo objetivo: salvar la temporada de una manera digna. Éste puede ser el camino.
Este artículo se modificó el 29/04/2019 19:18 19:18