Hemos pasado de la euforia del año pasado, al pesimismo de este verano. Nuestra plantilla se ha rejuvenecido de manera vertiginosa, volvemos a mirar a la cantera, histórica subida de jugadores al primer equipo, el segundo portero es reclamado por la selección y tenemos a una de las grandes promesas del fútbol español debutando, Pedri, acabamos de inaugurar unas instalaciones espectaculares de Barranco Seco, una Ciudad deportiva que es la envidia de muchos clubs de Primera y del mundo. Un gran entrenador y mejor equipo que el año pasado, línea por línea.
Nos hemos quitado la presión de subir en la jornada 14 y al equipo ya se le ve que juega a algo, que mira hacia adelante, que tenemos estrellas con técnica, con regate, con descaro, nombres que darán que hablar en el fútbol nacional como Curbelo, Fabio, Cedrés, Benito… Veteranos en defensa, medio campo y delantera, un cóctel de veteranía y juventud que invita al optimismo.
Se va Viera y nos quejamos, vuelve y algunos lo desaprueban… Si la camiseta es verde protestamos; si es roja, también. Vendemos jugadores y se lamentan, renovamos veteranos y se muestran disconformes… Menos mal que este equipo no se dirige por referéndum. Ya dicen las encuestas de la afición que quedaremos por la parte baja de la tabla. Pero es necesaria la fe. El optimismo es fuente de energía, creer en el equipo, como le sucedió al Mallorca de Segunda B ahora en Primera. La confianza marca goles y las aficiones que creen llevan al equipo a la victoria. Y hay motivos para creer.
Pero, de momento, mucha queja, mucho lamento y poco espacio para la esperanza, justo cuando está todo por jugar. Habrá incluso quien se queje de este columna, que simplemente invita al optimismo.
Por Javier Fernández de Angulo
Este artículo se modificó el 22/08/2019 09:52 09:52