Doy clases en Secundaria; mis alumnos tienen entre 11 y 16 años, muchos, la mayoría, son futboleros. Y esta semana, -diría semanas-, han estado monotemáticos: todo llevaba al Gran Canaria, todo giraba en torno al partido, cada explicación o segundo de pausa en una clase acababa en “¿ganamos o no, profe?”. Reconozco esos nervios y esa sensación de valle entre partido y partido de la UD porque aunque yo delante de ellos debo disimular, -aunque uso el tema, los llevo y los traigo para captar la atención, los símiles, las explicaciones-, pero eso, debo disimular porque yo estoy como ellos ante días así, ante partidos que empiezan semanas antes: ¿o no es verdad que ese UD — Real Madrid o ese UD — FC Barcelona no se empezó a jugar en nuestras cabezas hace meses, traspasado el rubicón del ascenso?
Los entiendo porque el partidazo en el Bernabéu, la casi victoria con Setién, o el gol de Boateng al Villarreal solo lo vieron en Youtube, pero no en directo porque todo lo que han sentido es a través de un streaming, en su casa, en un móvil y no en carne propia porque eran demasiado pequeños. Tendrán esbozos de gritos, alegrías ajenas que hicieron propias, pero no sentidas naturalmente, con la efusividad del directo, con la locura del gol en casa. Ayer, el día del partido, tuvimos la fiesta de Halloween y venían niños disfrazados de muertos vivientes a preguntarme si ganábamos o no, si nos meterían 4, para saber a qué hora iba a subir a Siete Palmas o para preguntarme en qué grada me sentaba. Uno de Joker me habló de Griezmann, todo serio con el pelo verde, preocupado porque quería verlo de cerca al sacar un córner y pensaba en qué estrategia seguir para ello.
Fue un partido generacional, uno de esos que te atan a este deporte. Uno inolvidable, para los que creían que por edad nunca más verían a la UD plantándole cara a un gigante de España, los que vivieron la última victoria aquí hace 36 años, pero también para los más chicos, que jamás olvidarán a Kirian y a Benito, qué historia, marcando para enloquecer a toda la isla y para los de mi generación, la que lleva tantos años navegando en Segunda con algún rescoldo en Primera.
Ellos ayer tuvieron su rondo en San Mamés o como fue para nosotros la victoria con doblete de Rubén al Madrid de Zidane. Un partido memorable, un partido que define la etapa de García Pimienta, que ya tiene su obra cumbre, su tótem con un equipo cada vez más engrasado que, ya no solo son las sensaciones sino los puntos, 17, a esta alturas, cuando a la película le queda muchísimo metraje, pero que te tiene totalmente atrapado, enganchado, abducido porque cada minuto que pasa sabes que estás ante algo irrepetible, hermoso, soñado.
3 de noviembre de 2023, bienvenido al calendario amarillo, gracias, subimos para tener sueños cumplidos así.
por Román Pérez González
Este artículo se modificó el 06/11/2023 13:40 13:40