Enrique Laméyer · 16 Febrero 2008
En 1972 la Unión Deportiva Las Palmas afrontaba su segunda participación europea. Gracias a la gran temporada que había realizado el equipo el año anterior, el equipo canario había logrado clasificarse por primera vez en su historia para Copa de la UEFA (la anterior participación había sido en la Copa de Ferias del año 1969). En aquel equipo, integrado casi en su totalidad por jugadores de la isla canariona destacaban los Antonio Afonso Moreno “Tonono”, Germán Dévora o Martín Marrero, los cuales llegarían a ser internacionales con la selección española. Además, un mito del fútbol canario, el ya veterano meta Antonio Betancort, había regresado al equipo tras su exitoso paso por el Real Madrid con el que había logrado una Copa de Europa, cinco Ligas y una Copa del Rey.
Así pues, el modesto conjunto insular afrontaba esta reciente Copa de la UEFA (que como tal se había creado la temporada anterior) con la ilusión de trasladar a Europa su buen hacer en las competiciones domésticas. Sin embargo gran parte del optimismo que reinaba en la isla se disipó tras el sorteo de la primera ronda. Su rival sería nada menos que el Torino italiano. Toda una institución en el país transalpino, campeón de la Copa italiana sólo dos años antes. Un equipo que, tras la tragedia de Superga, ocurrida 23 años atrás, había vuelto a la senda del triunfo. Una tragedia que, curiosamente, tuvo lugar el mismo año en que se fundó la UD Las Palmas: 1949.
El partido de ida, en el Comunale de Turín, se desarrolló como en un principio cabía esperar por la tifosería turinesa. El conjunto italiano, fiel a los pronósticos, venció por 2-0 un encuentro en el que los canarios apenas dispusieron de oportunidades y casi no pudieron oponer resistencia ante el vendaval grana, que sentenció el choque en la primera parte con dos goles de su delantero Toschi. El sueño de Las Palmas comenzaba a esfumarse.
Sin embargo, el encuentro de vuelta fue muy distinto. Arropados por casi 20.000 almas, los jugadores del conjunto canario saltaron al césped del Estadio Inlular con una clara intención: remontar la eliminatoria. Y a buena fe que lo lograron. Con un juego vertiginoso y borrando del campo a su rival italiano, los goles fueron cayendo uno tras otro haciendo inservible el conservador juego del Torino, que viajó a Canarias con la intención de aguantar el empate. Ya en la primera parte, los amarillos, que encerraron en su área a su rival, habían conseguido igualar la eliminatoria por medio de Germán y el argentino Soto. Un recital que tuvo continuidad en la segunda parte, que fue un calco de la primera y que se cerró con otros dos goles, obra de los mismos jugadores que habían batido la meta de Castellini. Resultado final: 4-0 y el delirio en las gradas.
Ya en la siguiente ronda de la UEFA, el equipo de Las Palmas eliminó al Slovan de Bratislava tras empatar a dos en el Insular y vencer 0-1 en tierras eslovacas. Sin embargo, en octavos de final acabaría la aventura del conjunto canario al ser eliminado por el Twentee holandés, que venció en su estadio 3-0 haciendo inútil la posterior victoria en las islas de los amarillos por 2-1. En ese momento era el único equipo español que quedaba en la competición. Una eliminación que no empañaría la proeza realizada dos rondas atrás al dejar en la cuenta a todo un Torino en una mágica noche de septiembre que, con toda seguridad, está grabada a fuego en la memoria del modesto equipo insular.
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