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acto IV

Publicado: Lun Dic 11, 2006 8:52 am
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: CUARTA ENTREGA
La complicidad sale a la cancha
Hay jugadores y entrenadores que conocen a los barrabravas y que colaboran con ellos. Hay dirigentes que "adoptan" a los violentos. Los códigos peligrosos.

Hay mil y una anécdotas que demuestran la convivencia de jugadores, entrenadores, dirigentes y barrabravas en los clubes...

Ramón Díaz tenía una relación bárbara con "Los Borrachos del Tablón". Dirigentes antirramonistas lo acusaron de "comer asados con los barras y darles 20.000 pesos por cada mes". ¿Y el plantel de River? Para no hacerlo en el estadio Monumental, en octubre del 99 se reunió con la barra en el club Hípico. Los barras les agradecieron a los futbolistas que los hubiesen acompañado a llevar juguetes a un hospital y, ya que estaban, los jugadores les presentaron a los refuerzos.

En Boca, cuando la banda de El Abuelo (José Barritta) cayó presa, varios jugadores visitaron la cárcel más de una vez. Navarro Montoya, Walter Pico y compañía abrieron una canchita en General Paz y Beiró: el de Seguridad era El Gordo Cadena, un barra de Deportivo Morón, ahora detenido por robo. Hace unos días, José Hora cio Basualdo —¿acompañado por otro jugador?— fue a llevarle camisetas al juez Mariano González Palazzo: en la reunión hubo también un barrabrava, Rafael Di Zeo. Muchas veces, los jugadores y los técnicos conocen perfectamente a los barras.

El 30 de marzo, dos días antes de que Racing viajara para jugar contra Rosario Central, Diente, Rulo y otros cinco barrabravas pasaron por el estadio. "Vinieron a juntar plata para ir a Rosario", dijeron allegados. El DT Gustavo Costas salió del vestuario con una bolsa color naranja y se la entregó a una persona de seguridad. El custodio caminó hasta la calle Corbatta y les dio la bolsita a los hinchas. No se supo el contenido, pero... Muchas veces, los planteles se ven obligados a colaborar con la causa barrabrava.

El 27 de agosto del 95, el economista Miguel Angel Broda y el hombre-orquesta Moisés Ikonicoff hicieron gestiones en una comisaría tucumana para liberar a dos barrabravas de Atlanta detenidos antes del partido frente a Atlético. Broda reconoció: "Lo hice porque se les iba el avión". Pero no aclaró que esos barras —uno era el capo, Darío Collova, ahora detenido por estafas— se volvieron en colectivo. En el chárter de vuelta, los directivos contaron que debieron dejar en la comisaría gorritos y bufandas de Atlanta. Muchas veces, los dirigentes y/o políticos los sacan de apuro.

Vestido con una vieja camiseta de Central, el actor Federico Luppi debía orinar un paredón de la cancha de Newell''s. La escena de la película "Rosarigazinos" se filmaba en el Parque Independencia de Rosario. No pudo terminarse: cayó la barra brava de Newell''s, impidió la toma y "tomó prestados" los equipos de sonido. Muchas veces, los barras tienen impunidad para manejarse dentro y fuera de los clubes.

¿Quién se hacía cargo de la parrilla cuando el entonces presidente de Racing Daniel Lalín homenajeaba con asados en Canning a gente del ambiente del fútbol? El Tano, un miembro de la barra que anda de musculosa en cualquier época del año. Muchas veces, los dirigentes "adoptan" a los barras.

Hace unos años, Alvarado de Mar del Plata luchaba para entrar al Nacional B. Un día, en la Villa Marista, los jugadores estaban por almorzar. Pero llegaron diez barrabravas y, como venían de perder dos partidos seguidos, les sacaron los platos recién servidos y los dejaron sin comer. O sea, los barras deciden en los clubes qué está bien y qué está mal.

Una chica de 18 años se cansó de vivir con el barrabrava de Central Sergio Enriotti y lo mató. Corría el año 96 y, cuando la Policía hizo las investigaciones, encontró un cheque del club por 500 pesos. Estaba firmado por el presidente Víctor Vesco, el vicepresidente y el tesorero del club. Los dirigentes reconocieron que eran extorsionados y que la plata era para que los barras viajaran a Uruguay para un partido de Conmebol. Muchas veces, por amenazas o por lo que fuere, los dirigentes financian los viajes de las barras.

Antes era común darles a los violentos la concesión del buffet del club. Ahora se les encontró una nueva ocupación... Tocan Los Piojos en All Boys: los barras se encargan de la seguridad del recital. Los Redonditos de Ricota van a Racing y a River: las respectivas barras trabajan de custodios. Barrabravas de otros equipos destrozan la cancha de Atlanta mientras actúa La Renga: al otro día, la barra local —que no pudo evitar los desmanes— se encarga de las reparaciones. Festival de música heavy en Excursionistas: los patovicas del club reciben una paliza al querer propasarse con las chicas de los metaleros. Muchas veces, los dirigentes les dan trabajo a los barras. Y la protección de las instalaciones queda en manos de gente que no se lleva del todo bien con el orden y la paz.

SUBINDICES ACTO IV
Víctor Damiano
Renunció como técnico de Los Andes en noviembre del 98, tras haber sido golpeado por 4 barras del club. Con él se fue el preparador físico Víctor Raffo, quien antes había sido baleado.

Antonio Novielli
El vicepresidente de Los Andes renunció en abril del 99, cansado de las "apretadas". La última fue cuando un barrabraba le tiró una bomba molotov debajo de su auto, después de una reunión de la Directiva.

Marcelo Herrera
El volante de Platense rescindió el contrato en abril del 99 después de que la barra amenazara al plantel antes de jugar con Ferro. "Tuve miedo de que me pegaran un tiro", declaró.

Rubén Ruiz Díaz
El arquero paraguayo de Estudiantes se fue de La Plata en setiembre del 99. Fue porque antes de un clásico lo amenazaron de muerte telefónicamente presuntos hinchas de Gimnasia.

JULIO ZAMORA:"Tuve miedo y me fui"
Julio Zamora, jugador de fútbol. —Pasó un mes de la "apretada" con armas de la hinchada de Platense que obligó tu retiro del club. ¿Hoy qué pensás? —Que hice lo correcto. Me pasaron cosas que nunca había vivido en 15 años de carrera de jugador. —¿Cómo cuales? —Que esta gente (por la barra) estaba siempre en el club. Entraban al vestuario, a las prácticas, cuando comíamos. Eso no lo podía entender. Como tampoco que los dirigentes no salieron a respaldarnos. —¿Cómo era tu relación con la barra antes del incidente? —Conmigo no tenían problemas. —¿No se podía hacer nada? —Me contaron algunos compañeros que esto no es de ahora, sino que venía desde hacía tiempo. Aunque nunca habían llegado tan lejos. —¿Tuviste miedo? —Tuve miedo y por eso me fui. —¿Hoy qué hacés? —Corro solo todos los días y espero que me llame otro club.

Generosos
Diego Maradona, Enzo Francescoli, Oscar Ruggeri, Rubén Capria, Roberto Trotta, José Flores, Pedro Troglio, Walter Cáceres, Leonardo Mas y Julio Saldaña son algunos de los jugadores que admiten haberles dado plata a los barra.

Defensa
La Policía denunció en un juzgado contravencional que los jugadores de Banfield se interpusieron para defender a los barrabravas de ese club en un incidente con los efectivos, durante el partido del sábado con Platense.

"JASON" ALBORNOZ:"Trompadas y piedrazos"
Cristian "Jason" Albornoz fue condenado a 6 años de prisión por el homicidio de Martín Orelli, antes del clásico de La Plata de diciembre del 95. Fue liberado el mes pasado por el 2x1. Negó su relación con la barra de Estudian- tes y charló con Clarín. —¿Qué pasó aquel día? —Me invitaron a un asado en Estudiantes para después ir a la cancha de Gimnasia. Estábamos comiendo y los de Gimnasia se quisieron meter de prepo. Se armó un quilombo terrible. Ellos eran 100 y nosotros 300. Hubo trompadas y piedrazos. Después fuimos para la cancha. —¿Hubo seguridad en Estudiantes? —No, nada. Entraba cualquiera. —Está probado que hubo alcohol, drogas y armas en ese asado. —Había vino y cerveza. Y pastillas de rohypnol. Armas no ví... —¿Por qué te condenaron? —Lo armaron para darle respuesta a los familiares del pibe (Orelli). —Te balearon dos veces. ¿Tiene relación con este hecho? —No sé. Pedí autorización para irme de la ciudad. Tengo miedo.

Luis F. Artime
El delantero de Tigre dijo basta hace tres meses. La barra apretó al equipo con cuchillos y pistolas y golpeó a algunos jugadores en el vestuario de su cancha. Artime volvió a Belgrano.

Adrián Barrionuevo
El volante de Comunicaciones anunció su retiro del fútbol tras la brutal agresión de la barra de Excursionistas el 23 de abril. Por los golpes, Barrionuevo sufre secuelas físicas y psíquicas y fue internado dos veces. "Pensé que me mataban", declaró.

Jorge López
Hace 20 días renunció a la dirección técnica de San Martín de Tucumán después de recibir varios llamados telefónicos amenazantes: "Me dijeron que si no empezábamos a ganar iba a pasar algo. Así no se podía seguir trabajando".

DANIEL LALIN / JUAN DE STEFANO:Entradas para los bravos
Daniel Lalín y Juan De Stéfano, ex presidentes de Racing, reconocen que les daban entradas a la barra brava. De Stéfano dice que lo hizo "por miedo", pero Lalín sostiene que fue "por convicción propia".

Para De Stéfano, "la mayoría de los dirigentes les dan entradas y conviven con las barras. O arreglás o tenés problemas. Les di de 300 a 500 entradas y micros por cada partido durante diez años. También les pagué viajes a Brasil, como en la Supercopa 88. Era con guita del club o con dinero mío. A algunos barras los hice socios y les di trabajo".

Lalín dice que "yo conduje a la barra brava, pero conmigo no molestaban a los jugadores y no se peleaban con otras hinchadas. Nunca les dí dinero, sólo cien entradas y dos micros en los partidos de visitante. Cuando salí de prisión me fueron a buscar Diente (jefe de la barra) y otra gente. Lo tomé como un apoyo. Yo tengo buena relación con la barra. Antes me había subido a un paraavalancha con la barra de Chacarita: lo hice por relaciones públicas. Ellos nos habían ayudado mucho".

TESTIMONIO: JORGE RINALDI
El pecado de decir que no

Es difícil salir a jugar y ser insultado, pero más lo es si esos insultos no vienen por lo que uno entrega en la cancha. Esto me pasó en Boca, en 1986. Fue el momento más duro de mi carrera.

Todo comenzó en un entrenamiento semanal, cuando se repartieron invitaciones para una cena con la barra brava que tenía como propósito recaudar plata para que sus integrantes pudiesen ir al Mundial de México. Con toda naturalidad dije que no, ya que no estaba de acuerdo en concurrir como si fuese una obligación, como si tuviese la necesidad ineludible de comprar la entrada para aquella comida. No fue ni un gesto de guapeza ni de rebeldía sino el simple hecho de decir "no" a algo que no me gustaba que se me impusiera como un deber. Ese fue el pecado. A partir de ahí, cada vez que pisaba la cancha era recibido por una catarata de insultos desde el sector que ocupaba la barra brava, como si fuese el más acérrimo rival y no uno más de los que defendía el club que ellos decían amar.

Me sentía lleno de impotencia y con ganas de que pasasen rápido los dos meses que me quedaban de contrato. Cuando esto sucedió y estaba dispuesto a irme, un pedido de Carlos Heller —vice de Boca en aquel entonces— me confundió: él quería renovarme el contrato. Era el primer dirigente que yo conocía que se había jugado sin pensar en el costo político. Por Heller me quedé en Boca.

En principio las cosas no cambiaron, al margen de disfrutar del respaldo y de la protección de Heller y del presidente Antonio Alegre. Hasta que un día que jugábamos contra Platense, y seguían los insultos, el apoyo llegó de parte del resto de los hinchas. No porque los enloquecía mi juego ni porque era un ídolo, sino porque confiaban en mi buena fe. Y se hicieron oír para apagar para siempre los desagradables sonidos de los pseudohinchas. Ese instante lo guardo como uno de los recuerdos más emotivos que me dejó el fútbol.

En definitiva, no es fácil decirle no a la barra. Siempre existieron, existen y existirán los futbolistas que colaboran con ellos. Algunos lo hacen por miedo, otros para "comprar" apoyo. Yo tuve temor, pero conté con un círculo que se la jugó por mí. Esto tendría que ser lo habitual. Así, el miedo no tendría lugar. Si llega ese momento, sólo restará desenmascarar a los jugadores que colaboran para que los aplaudan.

NOTAS INFORMATIVAS ACTO IV
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: MONDRAGON PASO POR LA AFA PARA HACER EL DESCARGO POR SU ACTITUD FRENTE A RACING
¿No habrá sanción?

El árbitro Baldassi habría consignado en su informe que el arquero participó de un "tumulto", por lo que el Tribunal no lo suspendería. Por el mismo caso, también declaró Villalba.
Faryd Mondragón pasó anoche por el Tribunal de Disciplina. Llegó tarde, pero con causa justificada: el temporal que anegó parte de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Por eso el arquero de Independiente arribó a la calle Viamonte a las 20. Se disculpó por su tardanza ante los miembros del Tribunal y presentó su descargo. Ayer se supo que el árbitro Héctor Baldassi lo informó por "tumulto", por lo que no sería suspendido.

Mondragón, que en los días previos al último clásico de Avellaneda, había declarado que "jamás jugaría en Racing, ni aunque estuviese muriéndome de hambre", cargó a los jugadores rivales al finalizar el partido ganado por su equipo 2 a 1. Algunos jugadores, como Facundo Villalba, quien también fue informado y ayer fue otro de los que declaró ante el Tribunal de Disciplina, amagando con un escándalo que fue evitado porque otros jugadores y auxiliares los separaron.

Hernán Díaz, expulsado por su desorbitado festejo en el gol de River en cancha de Boca, fue el primero que desfiló ayer ante los miembros del Tribunal. Más tarde lo hicieron, además de Mondragón y Villalba, los expulsados Sixto Peralta y Héctor Banegas. Quienes faltaron con aviso fueron Gustavo Barros Schelotto, el preparador físico Julio Santella y Roberto Trotta, argumentando estar concentrados para el partido por la Copa Libertadores, y otros afectados para movilizarse por el temporal: Oscar Ruggeri, Gustavo Costas y el profesor Carlos Dibos. Todos ellos podrán hacer su descargo mañana.

A propósito de la conducta de varios futbolistas y técnicos en la fecha del fin de semana, con actitudes que incitaron a la violencia, el defensor de Belgrano, Hernán Medina declaró: "Esta vez fuimos los jugadores quienes atentamos contra el clima antiviolencia".

VIOLENCIA EN EL FUTBOL: COMENZO EL JUICIO POR EL CRIMEN DE UN HINCHA DE BROWN DE ADROGUE
Un acusado se defiende

Luis Alberto González, custodio acusado de haber matado a un hincha de Brown de Adrogué en un tren que vigilaba en 1997, se declaró inocente de la muerte de Sergio Fillipello durante el juicio que comenzó ayer en los tribunales de Lomas de Zamora. Aunque varios hinchas que viajaban en el vagón donde ocurrió el incidente (tras el partido Berazategui—Brown) testificaron en su contra, el acusado dijo que disparó "al aire con balas de supervivencia".

González, de 35 años, custodio privado de la empresa Search, afirmó que el 17 de mayo de 1997 los simpatizantes de Brown atacaron a los custodios cuando éstos les pidieron que se bajaran del portaequipajes del vagón, cerca de la estación Gerli. Al detenerse el tren, hubo algunas peleas y se escucharon disparos. "La hinchada se nos tiró encima, fue una gresca descomunal. Tiré al aire con balas de supervivencia que no pueden producir la muerte de nadie. Nunca llevé el arma para lastimar, sólo la saqué para que depusieran su actitud".

El acusado mencionó como autor de disparos al suboficial de la Prefectura Héctor Aguirre y al custodio Oscar Toledo: ambos ya fueron sobreseídos en la causa aunque quedaron procesados por "abuso de armas".

Varios simpatizantes que viajaban junto con Fillipello, sin embargo, coincidieron en reconocer a González como el que abrió fuego contra el hincha. Además, la descripción que hicieron del arma coincidió con las características de la que se le secuestró al acusado.

González dijo que "para controlar la agresión (de los hinchas) los rociamos con gas irritante y descendieron en el andén de Gerli, donde fui agredido por 10 o 12 personas, por lo que saqué un arma y efectué un sólo diparo al aire, con munición de perdigón, no de plomo". Según González, los hinchas volvieron a subir, el viaje se reanudó y él pidió un refuerzo policial que subió en Temperley.

Publicado: Lun Dic 11, 2006 8:59 am
por ACabreraGO
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ACTO V

Publicado: Lun Dic 11, 2006 9:25 am
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: QUINTA ENTREGA
Las canchas son campos de batalla
Por infraestructura, accesos o antecedentes peligrosos de las hinchadas, todos los estadios invitan a la violencia.

El fútbol argentino tiene de todo para albergar acción. Protagonistas que incitan a la violencia: ciertos jugadores, técnicos y árbitros. Público dispuesto a trenzarse con uñas, dientes o pistolas: los barrabravas. Autoridades que no ven cuando miran: algunos gobernantes, dirigentes, policías y jueces. Y, como si no alcanzara, tiene la escenografía ideal para improvisar campos de batalla: decenas de canchas inseguras, peligrosas y en pésimo estado que no hacen más que abrirle puertas a los incidentes.

Antes de hacer un paneo por los estadios de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, conviene hablar de la insólita geografía deportiva: en un radio de 10 kilómetros hay más de 30 canchas.

Así, mientras en los países del primer mundo se juega un partido por ciudad, acá la policía debe trazar auténticos mapas de guerra para que las barras -incluso las que van a distintas canchas- no se crucen entre sí. Las estadísticas policiales meten miedo: de los 17 estadios de Capital Federal, 14 registraron incidentes en los últimos seis meses. Y, desde enero del año pasado hasta ahora, hubo incidentes "de trascendencia" en 34 de las 49 canchas del Gran Buenos Aires.

Para la seguridad se consideran tres puntos básicos: 1) Infraestructura: la separación de las hinchadas y las boleterías; el estado de escalones, tablones y alambrados, y la ubicación de vestuarios. 2) Ubicación y accesos: cómo y por dónde llegan las hinchadas. 3) Antecedentes de la barras: según los archivos policiales, las más temibles son Boca, River, Racing, Chacarita, (Primera), Huracán, Chicago, Quilmes, Tigre, Morón, Platense, Temperley, All Boys, Defensa (B Nacional), Almirante Brown, Alem, Cambaceres, Colegiales, San Telmo (B), Midland, Dock Sud e Ituzaingó (C).

Lo que es seguro es que, por h o por b, ninguna cancha garantiza seguridad absoluta. A simple vista, se podría decir que el Monumental es seguro. Falso: por los reiterados pungueos en las populares o por la aparente zona liberada que la barra tiene sobre la avenida Lidoro Quinteros, es tan peligroso como cualquier otra cancha. "Acá es tan probable gritar un gol de Aimar como que te afanen en la puerta o en las tribunas", cuenta Paco, fana de River. Otro estadio con abundancia de robos es el de Independiente.

Vale agendar una frase del comisario bonaerense Mario Gallina: "Todas las canchas del Ascenso son inseguras". Otro dato que aporta el subcomisario Rubén Pérez, de la Dirección de Seguridad en el Deporte de la Provincia: "Ahora hay más internas entre las propias barras que entre las rivales. Y se dan adentro del estadio".

Cuando ambas hinchadas pasan por los mismos lugares... En Comunicaciones, la platea local y la popular visitante quedan a la distancia ideal para un buen piedrazo. En Flandria, están todos en la misma tribuna, separados por plateas. En Vélez, los "pesados" entran y salen por zonas distintas, pero muchas veces hinchas comunes chocan sobre Juan B. Justo.

Cuando hay facilidad para que los hinchas se muevan con libertad... En este caso, entran al césped o rodean los vestuarios. Adrián Barrionuevo y otros jugadores de Comunicaciones sufrieron en carne propia la indefensión. Fue en las Pascuas, en Excursionistas: cien hinchas entraron a la cancha para golpearlos. Algo similar le sucedió a Villa San Carlos cuando visitó a Comunicaciones en el 95. En Lamadrid, Atlas, Luján y San Carlos cualquier hincha fuera de control puede acceder con facilidad a los vestuarios.

Cuando las tribunas "se prestan" para arrojar cosas... En las bandejas inferiores de La Bombonera cualquiera está expuesto a que lo orinen o a que le tiren un caño, como el que mató a Saturnino Cabrera. En Vélez, Independiente, Estudiantes (LP) y en muchas canchas de Ascenso tiran explosivos o piedras al campo de juego.

Cuando hay pocas ventanillas y malos accesos... Además de ocurrir en canchas chicas, los inhumanos apretujones originados por la Policía Montada también pasan en River, Independiente y Ferro.

El Interior del país tampoco es un paraíso: las canchas de Belgrano, Instituto y Talleres son inseguras y hay muchos choques con la Policía: lo ideal es jugar en el estadio Córdoba. En Santa Fe y Rosario, la violencia suele aparecer a la salida.

Hablando de salida... Un consejo de los sufridos hinchas del Ascenso que siguen a su equipo fuera de casa: "Rajar en los 15 minutos que da la Policía para que la hinchada visitante salga antes que la local". Sino, dicen, "es mejor saber rezar".

Investigación y textos: Miguel Angel Bertolotto, Néstor Straimel (editores), Miguel Bossio, Pablo Abiad, Andrés Burgo, Carlos Prieto y Gustavo Flores.

SUBINDICES ACTO V
La dura realidad
Por estar en barrios muy inseguros, no es fácil llegar o salir del Nuevo Gasómetro o de la cancha de San Telmo (Isla Maciel). Incitación: en el último Racing-Boca se le hizo una contravención a la Voz del Estadio: luego de un penal cobrado por el árbitro, dijo "Racing 1-Giménez 1". En Armenio y El Porvenir se estaciona dentro del es- tadio. Así pueden entrarse elementos peligrosos. Los de Independiente, Estudiantes, Racing y Los Andes usan mucha pirotec- nia. Los clubes más "permi- sivos" con las banderas son Chacarita, Banfield, Morón, Tristán y Temperley. Personal de la empresa de trenes Metropolitano contó que los que más destrozos hacen en los viajes son los de Defensa y Justicia.

Jabones
La cancha de Defensores de Belgrano no registró, según la Policía, incidentes graves en los últimos seis meses. Pero durante ese período sus hinchas les tiraron jabones a los de Atlanta, en un acto de racismo exacerbado.

Puertas
En Luján, para que los jugadores salgan a la cancha se abren dos puertas que dejan a la tribuna dividida en dos. En una ocasión, los efectivos policiales quedaron de un lado mientras los hinchas se peleaban del otro.

UNA VOZ: HORACIO MODOLA
Una bomba en los testículos

Testimonio del comisario Horacio Módola, a cargo de la Seccional 2ª de Lanús.



-¿Usted conoce a los barrabravas del club?
-En Lanús no hay barrabravas. Sí hay hinchas violentos o peligrosos. Son unos 20 o 30 y los tenemos filmados, sabemos cómo se llaman y adónde viven. Hay un legajo de cada uno de estos hinchas y, como ellos saben que los tenemos identificados, se cuidan.

-¿Son eficaces sus operativos?
-A mí me dan resultado. -Pero hace unas semanas se suspendió Lanús-Vélez por una bomba de estruendo. -Fue la única vez que hubo un incidente. Fue un error que alguien entrara con eso.

-¿Cómo entró ese hincha (Marcelo Luna, 37 años, de la villa El Morro) la bomba?
-Escondida en la zona de los testículos. Tenía a su hijo menor en brazos, y llevaba a su otro hijo de la mano.

-¿Y el cacheo...?
-Yo pongo a mis mejores hombres para hacerlo porque conocen bien la cancha y a la mayoría de los hinchas, pero el cacheo no te da seguridad absoluta. Yo pregunto: ¿Cómo hacés para revisar minuciosamente a 15 mil personas que llegan a la cancha sobre la hora del partido?
¿Le podés tocar la zona genital a todos?
Si viene un papá con dos bebitos, ¿revisás a los tres?
A un señor de 70 años, ¿lo palpás por todos lados?
Si lo hacés, se te ofende; si no lo hacés, se queja de que así entran las bombas... -O sea que el cacheo sirve poco. -Y... sí. A no ser que todos vengan en slip y ojotas. Una bomba de estruendo la podés entrar en la zapatilla: te ponés dos o tres números más grande y listo.

-¿Por qué antes que a Luna detuvieron a un menor de 17 años?
-Porque él mismo se declaró culpable. Quiso ganar prestigio entre los hinchas y no había tirado ni un chasquibún...

NOTA INFORMATIVA ACTO V
Los vecinos de la barbarie
Vivir cerca de una cancha es sufrir, cada fin de semana, tristes historias de violencia, destrozos y drogas.

No es fácil vivir cerca de una cancha. El costado violento del fútbol tiene en los vecinos de los estadios no sólo a involuntarios "testigos" de la barbarie, sino también a víctimas reiteradas de los barrabravas. La consigna en los días de partido es cerrar bien, no abrir puertas ni ventanas y dejar el auto bien lejos. No son pocos los que se encontraron con sus vehículos destrozados al término de los partidos.

Angela (55 años) optó por otra solución: "Nosotros nos vamos con la familia bien temprano y volvemos los domingos a la noche. Sobre todo en los partidos con Independiente". La frase adquiere sentido cuando Angela dice que vive en el pasaje Corbatta, justo enfrente de la cancha de Racing y habitual "zona de riesgo" durante el clásico de Avellaneda. "Se pelean acá dos horas después del juego. Saben que la Policía se esfuma ni bien termina el partido", asegura otra vecina que no se anima ni a dar el nombre. Y cuenta que debió reponer varias veces su vereda porque las baldosas son un "arma cotizada" durante las "batallas". Muchas de esas baldosas seguramente debió haber sacado del fondo de su casa Lisandro (16), cuyo jardín da al pasaje Deseado: "Siempre caen piedrazos en el patio".

En la calle Cordero, frente a la cancha de Independiente, la violencia toma otras características. Héctor (61), asegura: "Cuando el partido es acá, hay mucha Policía. Pero el problema se da cuando la barra se junta para los partidos de visitante. Se reparten la droga y el vino para llevar en los micros. Y si el partido es lejos, tiran bombas a las 5 o 6 de la mañana". Otros vecinos de Alsina y Cordero reproducen diálogos entre barras que escuchan sin salir de sus casas: -¿Tenemos para bajarla (la droga)? -Sí, podemos ir tranquilos a Rosario. Hay dos paquetes de tinto y dos de blanco.

En la Boca, el ingreso visitante por calle Brandsen suele ser territorio punguista. "No es peligroso; es recontra peligroso", asegura un comerciante que se niega a dar el nombre. "Acá me conoce todo el mundo", se justifica, por si fuera necesario. Decidió cerrar los domingos tras varias roturas de vidrieras: "Ni loco abro; lo único que piden es vino y cerveza". Ariel (25), quiosquero de la calle Brandsen, también sufrió: "Cuando vino Chacarita me robaron todo. Hasta se llevaron el teléfono semipúblico que está en la vereda". Lunny (33) no aguantó. Vivía en Martín Rodríguez y Brandsen; se mudó "cansada de los robos y del olor a marihuana". Pero todavía hoy se acuerda del tendal post-partido: tetra brik y botellas por toda la vereda. No se salvan ni los negocios partidarios; Elizabeth, de Todo Boca -frente a la cancha- lo confirma: "Los chicos no salen porque desde la visitante tiran de todo, desde canillas de los baños hasta azulejos". Y da muestras de la intolerancia: "una vez quisimos vender gorritos de River. Nos rompieron el mostrador a patadas".

En la otra punta de la ciudad, en River, son frecuentes los desmanes en la avenida Quinteros. Ana (77), que vive casi en la esquina Ricchieri, relata su experiencia: "En un Boca-River nos rompieron todos los vidrios de la planta alta. Y eso que acá hay custodia permanente porque estamos a tres casas de donde vive Eduardo Menem". Elena (52), que vive en Solier y Rafael Hernández, cuenta que se agruparon en una Asociación Vecinal y que trabajan con la Policía. Y María del Carmen (71) dice que en Monroe y Souriges cortaron por lo sano: seguridad privada.

En Platense, los incidentes se producen del lado de Capital. Carlos (47), hace 22 años que vive en Vedia casi Zapiola: "hay partidos en los que es imposible vivir. Se tiran piedras en medio de la General Paz, por los puentes o entre los autos y hasta en nuestro jardín encontramos balas de goma". Desde los edificios se ve cómo roban estéreos. "Que les vamos a decir", se justifica uno de los inquilinos.

"Odisea", "infierno", "martirio". Así califica la mayoría de los vecinos el hecho de vivir cerca de las canchas. Encima, se comenta que las casas son "invendibles". "El fútbol es una tara nacional", cierra Rodolfo (47), quizá cansado de vivir 20 años frente a la cancha de Independiente.

ACTO VI

Publicado: Lun Dic 11, 2006 9:33 am
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: SEXTA ENTREGA
La seguridad es un negocio
Los efectivos policiales disfrutan de un extra: los clubes les pagan a la Federal y a la Bonaerense cerca de 7 millones de pesos anuales para que los "cuiden".

Si todos los hinchas fuesen buenitos; si cada uno alentara a su equipo sin provocar ni agredir a los demás; si llegaran y se fueran de las canchas ordenados y en paz; si nadie se metiera en problemas ni en disturbios... Si todo esto pasara —cosa que jamás va a ocurrir— muchos actores secundarios del fútbol perderían millones de pesos. La violencia en el fútbol les da de comer, entre otros, a policías, empresas de seguridad privada y fabricantes de alambrados, vallas de contención, techos de acrílico o mangas inflables. La seguridad, entonces, es un gran negocio para muchos.

Más allá de tener que reparar baños destrozados o reponer butacas que fueron arrojadas, a los clubes se les va muchísimo dinero en pagar operativos policiales. Para un partido de cualquier categoría de AFA, aproximadamente un 30 % de los efectivos los pone la Policía, o sea, el Estado: el restante 70 % lo debe pagar el club local.

¿Cuánto dinero mueve la seguridad del fútbol? La Policía Federal recibe 4.000.000 de pesos por año. La de la provincia de Buenos Aires recolecta casi 3.000.000. "Después de cuidar los bancos, el fútbol es el mejor negocio para la Policía", opina el ex presidente de Racing Daniel Lalín.

¿Cuánto "cuesta" cada policía? Depende de las horas que dure el operativo, pero habitualmente un agente de la Federal recibe 50 pesos por partido. Y uno de la Policía de la provincia, 25.

Para el policía de la esquina, ¿es negocio ir a trabajar a la cancha? Depende. Si el operativo dura muchas horas, si él es de la Bonaerense y encima trabaja lejos de la jurisdicción de la cancha, cobrar 25 pesos no le hace gracia. Para uno de la Federal, en cambio, es más negocio. "El fútbol es una bolsa de trabajo", confió un agente de Capital, aunque aclaró que "sólo me conviene yendo a la cancha como adicional, no como recargo de servicio. Me pagan —por cajero automático— si voy en calidad de adicional: si no, tengo que ir igual sin cobrar nada".

¿La Policía conoce a los hinchas violentos? Sí. Muchinga y otros barras de Chacarita metieron su auto —vidrios polarizados y sirena policial en el techo— entre los patrulleros y los micros de la hinchada y así, "en caravana de amigos", fueron hasta la Boca. Otro caso: apenas asumió, un comisario de la 24 fue "visitado" por los barras de Boca.

¿Están capacitados los policías para los espectáculos deportivos? La mayoría, no. Algunos van sin ganas, vienen de una guardia nocturna o están sin dormir. A veces no conocen ni la cancha. Ejemplo: uno de Azul que deba custodiar en Lanús.

¿Se dejan "zonas liberadas"? A veces se arreglan con la barra. Otras veces, esas zonas "sin policías" se dan cuando, llegada la hora, algunos agentes se desentienden del operativo y abandonan el lugar.

¿Los clubes están conformes con el servicio? No. Y se quejan de que a veces van menos policías de los que figuran por planilla. Mientras la Policía recalca que los operativos son baratos y que "extras" como los helicópteros no se facturan, Fernando Miele (San Lorenzo) es uno de los presidentes que sostiene que "son caros e ineficaces". Hay partidos, incluso, que recaudan menos de lo que se lleva la Policía. Vélez recaudó 14.290 pesos ante Unión y pagó 17.000. Ante Tristán Suárez, Alem pagó 1.860 pesos el operativo y vendió en boleterías apenas 249 (en estos casos, la AFA les tira un salvavidas a los clubes).

¿Qué "trampas" puede hacer un club para achicar gastos? No habilitar todas las tribunas e intentar en la semana reducir la cantidad de efectivos. ¿Cómo? La Policía indica que hacen falta 400 hombres y el club dice que sólo puede pagar 300. ¿Y los otros 100? Tienen que ir igual, aunque no cobran adicional. "O sea, se rajan apenas pueden", confió un dirigente. Otro recurso es disminuir las horas del operativo, como Deportivo Español, que más de una vez suspendió los partidos de Reserva.

¿Se usan más policías acá que en Europa? Quizá por la violencia de las barras argentinas, mientras un Barcelona-Real tiene 300 policías y un Inter-Milan, 600, acá un River-Boca "necesita" 1.000. Allá, los gastos son absorbidos por el Estado.

¿Cómo hace la Policía para tornarse "imprescindible"? A veces, permitiendo que cada tanto choquen las hinchadas y así se produzcan disturbios.

¿Qué dicen ante las críticas? Juan Carlos Azcuy, jefe de Eventos Públicos de la Federal, asegura que "nuestro gran escollo para combatir la violencia es la legislación. No tenemos elementos para detener a un hincha borracho o drogado. Es un problema cultural: nunca escuché a un dirigente que se proponga educar a sus hinchas".

¿Se oyen otras "excusas"? Una fuente policial deslizó: "A pesar de nuestros pedidos y recomendaciones, siempre se termina jugando a la hora y en la cancha que quiere Julio Grondona".

¿Existe algún interés en mejorar? Cuando en el 93 España ofreció becar con un curso sobre violencia en el fútbol a cien policías argentinos, la respuesta de las entonces autoridades fue: "¿Qué nos pueden enseñar esos gallegos a nosotros?".

SUBINDICES ACTO VI
Entradas azules
Dentro del negocio que genera la seguridad, la policía a veces obtiene buenos réditos: los clubes le regalarían entradas de cortesía. "Hace pocos años, River le daba por cada partido 60 plateas y populares a la seccional 51. Eran localidades de cortesía", reconoce un dirigente. Otro directivo de River agrega: "La Policía recibía 200 entradas y después las revendía. Si ahora pasa, no lo sé". También en River, durante la gestión de Alfredo Davicce, hubo una estrecha relación con la barra. En 1992, la CD aprobó la cesión de 500 entradas por partido a la hinchada. Otra circular del mismo año autorizaba "a retirar la llave de las banderas al Diariero, Luisito y al Cordobés" —actual titular de la subcomisión de Waterpolo de River—, lo que hace presumir que la barra guardaba sus pertenencias dentro del club. Además, en 1992 se aprobó el ingreso al club de "Sandokán", el barra que luego agredió a Daniel Passarella. Horacio Roncagliolo, ex directivo, aporta un dato inédito: "El abogado de los barras de River en el caso Roussolis —hincha de Independiente asesinado supuestamente por la barra de River— fue Eduardo Palis, socio vitalicio 6164 del club, amigo político de Davicce y asiduo concurrente a las sesiones de la CD".

NOTAS INFORMATIVAS ACTO VI
El show de los videos
Fútbol, sospechas y videos. La técnica de instalar circuitos cerrados de tevé para vigilar los estadios no es un invento argentino. Pero desde que se empezó a hablar de cámaras en las canchas locales, la cuestión fue tomando el peor color criollo. Poca eficacia, al menos hasta ahora, para disminuir la violencia, y muchas dudas acerca de cuánto cuidan algunos dirigentes los bolsillos de sus clubes.
-NOTAS INFORMATIVAS-
Cotización
"A las empresas que intentan gerenciar a los clubes les conviene que siga la violencia, porque así consiguen que pierdan cotización". La acusación del abogado José Novello coincide con la idea de varios dirigentes.
Conexión
La AFA contrata sus seguros para espectadores con El Surco S. A., vinculada al gremialista Luis Barrionuevo. La misma a la que, según una denuncia, el ex interventor del PAMI Tonietto le adelantó los pliegos de una licitación.
Bolitas de plomo
Una nueva: en varios cacheos policiales efectuados en distintas canchas se detectaron gomeras y bolitas de plomo. Son usadas para tirarle a las cámaras de video que filman a los violentos.



Todo se desencadenó el penúltimo día de diciembre de 1997. Dos semanas antes Ulises Fernández había sido asesinado en un enfrentamiento entre las barras de Huracán y San Lorenzo. Urgido por dar una señal, el gobierno de Carlos Menem dictó un decreto en el que, entre otras medidas, dispuso que los estadios de más de 25.000 espectadores tenían que instalar sistemas de seguridad de video.

Tres meses después el presidente de San Lorenzo, Fernando Miele, anunció que había elegido a la española Inmark —la misma consultora a la que luego la AFA le encargó un estudio para reformar los campeonatos— como proveedora. El sistema —ya instalado— costó 1.700.000 dólares, según el propio Miele.

A la oposición no le gustó el precio y pidió cotización a otra empresa, Sensormatic. "El costo no pasaba de 700.000 —dice el opositor Jorge Aldrey—; quisimos que el club ahorrara. La respuesta del oficialismo fue armar un tribunal de honor contra mí y Alberto Barilari".

¿Es demasiado o no lo que gastó San Lorenzo? Boca, que también contrató a Inmark y tiene más cámaras, pagó 1,2 millón. River y Vélez contrataron a Sensormatic y pagaron 500.000 y 350.000 dólares. ¿Hay mucha diferencia de calidad? "No soy técnico, pero en lo que hace a nuestro trabajo tienen prestaciones similares", aseguró un alto funcionario policial que se ocupa de la seguridad en las canchas.

Ahora Inmark instalará el sistema de Independiente. La comisión actual desestimó el acuerdo por 720.000 dólares con STM que había aprobado la CD cuando la presidía Héctor Grondona y llamó a compulsa de precios. Inmark fue la que cotizó más alto (900.000); Sensormatic presupuestó 615.000. "Son equipos de calidad superior —dice el dirigente Alberto Fernández Arsuaga— y lo fundamental es que, aunque sean más caros, la financiación es muy buena e Independiente no puede pagar al contado". Inmark tiene otra ventaja decisiva: la mismísima AFA firma como titular del crédito si un club la elige como proveedora. Si contrata otra empresa, el club debe conseguir avales por su cuenta.

"Una gran hipocresía"
Edgardo Mastrandrea, abogado y ex comisario, es actualmente asesor de la Junta de Seguridad de la Legislatura porteña.

—¿Por qué es inseguro ir a la cancha?

—Hay una gran hipocresía de dirigentes que protegen a las barras y de los políticos que no toman decisiones. La AFA está ausente como regulador. A Excursionistas lo castigaron duramente, pero fue el chivo expiatorio de años sin sanciones. Los millones que mueve la tevé hacen que se elijan horarios en función del negocio y con desprecio de la seguridad. El cóctel lo completan la droga, el alcohol, una Justicia inoperante y una Policía que ya no representa la autoridad.

—¿Cuáles son las fallas de la Policía?

— Es poco profesional para la prevención, y también para la represión, que se debe usar llegado el caso pero sólo en la medida de fuerza necesaria, sin excesos. Hay policías que no deben estar en una cancha, porque no soportan la presión de los insultos, pero no hay evaluación psicológica.

Gente brava
Un barra para todo servicio
Claudio Spinelli, detenido el sábado por provocar a la hinchada de Banfield, es un conocido miembro de la barra de Platense. El año pasado lo hirieron en una pelea entre pesados "calamares". Ahora es intendente del estadio en el que hace pocos días los barras amenazaron con armas a los jugadores. Y el año pasado presidió la junta electoral que en diciembre le impidió al opositor Miguel Angel Lupi presentarse como candidato a presidente (hay una causa en la Justicia por esas elecciones).

No secuestran más colectivos
La barra de Chacarita solía secuestrar los colectivos de línea que recorrían San Martín y los utilizaba para trasladarse al estadio visitante de turno. También robaban los boletos y los usaban de serpentinas. La metodología actual es más civilizada. Los directivos acordaron con las líneas 670, 691 y 304 y éstas ceden dos micros por cada partido fuera de San Martín. Además, para que la barra pueda comprar las entradas, la dirigencia le regala tres pelotas y tres camisetas, que después son sorteadas.

Liderazgo disputado a tiros
La "interna" entre los capos de la barra de Estudiantes se calentó en el 95. Pablo Prado le pegó seis tiros a Omar "El Hache" Alonso durante un viaje a Tucumán, por reparto de entradas y drogas. Cuando se recuperó, El Hache baleó a Prado pero sin puntería: mató a otra persona, Sergio Benini. Prado denunció en el 97 que el técnico Daniel Córdoba y el presidente Daniel De la Fuente les pagaban a la hinchada. El final: Prado murió hace un mes en un tiroteo con la Policía; El Hache está preso.

ACTO VII

Publicado: Lun Dic 11, 2006 9:42 am
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: SEPTIMA ENTREGA - HOOLIGANS Y ULTRAS DOMINAN EUROPA
Italia: el racismo vive en la tribuna
La violencia también vive en el fútbol de Italia. Hay más de 200 incidentes, 2.000 heridos y 200 arrestos por año. En la última década, el fútbol se cobró 11 muertos. Esto es parte de lo que pasa:

Cariatese-Montalto (torneo de aficionados). Los locales le tiraron a un juez de línea con una mountain bike.

Livorno-Pisa (serie C). El constructor de las bombas usadas por los ultras (barrabravas) visitantes era un jubilado, ex "pesado", de 62 años.

La Policía de Roma descubrió debajo de un puente de la avenida Tiburtina un verdadero arsenal de los ultras: 45 bombas (tenían 6 kilos de explosivos).

Bari-Torino. Insulto racista del DT Eugenio Fascetti a Ciril Diawara, jugador negro del Torino: "Por qué no se quedan en sus casas éstos... Su sangre puede estar infectada". ¿Sanción? 4 fechas a Diawara; multa al Bari; nada a Fascetti.

Ancona-Fermana. Choque de hinchas en una cabina de peaje: 2 acuchillados.

Cuatro ultras de la Roma prendieron fuego a inmigrantes sin techo en un callejón: un marroquí, un tunecino, un montenegrino y una moldava. Los ultras pertenecían al grupo de extrema derecha "Facción opuesta" y la excusa fue: "Lo hicimos porque estábamos aburridos". Como se ve, crece el racismo hacia negros, extracomunitarios, hebreos y los propios italianos del Sur. El 70 % de las hinchadas es de extrema derecha. Por algo, la de la Lazio le "aconsejó" a Verón borrarse el tatuaje del "Che" Guevara.

Informe: Gustavo Londeix. Roma

SUBINDICES ACTO VII
Inglaterra pudo parar la pelota
La locura no tiene fronteras. Cada país enfrenta un tipo de violencia diferente. En Inglaterra y España la seguridad en las canchas mejoró en los últimos años.

Las imágenes de TV que llegan del fútbol inglés —canchas repletas de gente sin alambrados ni fosos que separen el campo de juego de los hinchas— pueden ser un engañoso oasis. En Inglaterra se avanzó mucho para detener la violencia, pero nunca se la pudo erradicar del todo. Que quede claro: la gente en las tribunas está pegadita a estrellas como Beckham, Cole o Keane, pero rara vez invade el césped porque las penas son durísimas. Así y todo, la violencia persiste.

El hooliganismo es un fenómeno que se afianzó en Gran Bretaña en los 70 y los 80 y enseguida se exportó al continente. En 1975 los fans del Leeds rompieron asientos en la final de la Copa Europea en París y, diez años después, por incidentes reiterados, los clubes ingleses fueron suspendidos por cinco años en todas las competiciones controladas por la UEFA.

Cumplida la prohibición, en los 90 hubo verdaderos signos de cambio. Los nuevos estadios, el marketing y la promoción del espectáculo comenzó a hacerse de manera diferente. El fútbol se volvió carísimo, y la introducción de circuitos cerrados de televisión en las canchas, más las operaciones de infiltración de la policía, le complicaron el accionar a los violentos.

Ahora, el hooliganismo parece haber sido dejado de lado. Aunque, cada dos por tres, aparece alguien que fomenta la violencia: hace unas semanas, el manager del Liverpool, Bill Shankly, dijo: "El fútbol no es un asunto de vida o muerte. Es mucho más que eso".

Al igual que en la Argentina, los principales problemas se producen en el Ascenso, donde es mucho más difícil encontrar una organización preventiva eficiente y cámaras de televisión que filmen a los revoltosos.

El racismo es también uno de los principales focos de conflicto de los hooligans, en una problemática que se comparte con Italia y España. Claro que esto tampoco es ajeno en la Argentina, donde jugadores de otros países latinoamericanos suelen ser discriminados por sus colegas locales.

Las autoridades "manejan" a los hooligans en casa. Pero cuando salen del país... Esta semana, los del Arsenal se agredieron salvajemente en Copenhague con los hinchas del Galatasaray.

Informe: Feliciano Tisera. Londres

Los turcos, una moda dramática
El fútbol europeo sumó una nueva y dramática moda en los asuntos de la violencia: los hinchas turcos. Como los del equipo Galatasaray, que ya se le animan a todo y a todos...

Galatasaray-Arsenal, por la final de la UEFA. En Copenhague, ambas hinchadas rompieron autos y negocios. En Estambul, durante los festejos, un balazo mató a un bebé. Y un hincha murió por una herida de arma blanca.

Galatasaray-Leeds (también por la UEFA). Se trenzaron en la plaza Taksim: dos ingleses muertos a cuchillazos y 20 turcos detenidos (entre ellos, los 4 que mataron a los hinchas Christopher Loftus y Kevin Speightle).

Galatasaray-Besiktas. En un café de Estambul, viendo el partido por TV, discutieron un hincha de cada equipo: el del Galatasaray murió a cuchillazos; el del Besiktas fue arrestado.

Tres barrabravas del Galatasaray secuestraron a uno del Fenerbahce: no tuvieron mejor idea que cortarle una oreja.

Claro que los hinchas de los otros equipos no son, precisamente, ejemplos de amor y paz... En un Beykopz-Ayazagaspor, un hincha de 15 años recibió una de las balas policiales y un agente fue herido a piedrazos.

España logró "sentar" a los violentos
En abril, la Comisión Nacional contra la Violencia en los Espectáculos Deportivos dio a conocer el informe semestral de la Liga. En él destaca que España es uno de los países con menos violencia de Europa. Si bien esto no implica la ausencia de problemas en las canchas, indica que su frecuencia es mucho menor que en otras partes. Una de las causas es el profundo rechazo social que provocan los incidentes y sus causantes, los ultras: el público jamás los festeja y hasta los mira con desprecio (la gente del Atlético pidió echarlos del estadio por haber roto un minuto de silencio).

El fenómeno ultra comenzó en los 80, a la sombra del hooliganismo y, en algún caso, con el aporte de barrabravas argentinos. El movimiento fue creciendo: ahora hay unos 25.000 adeptos españoles.

Nacidos con el objeto de alentar con más agresividad, estos grupos de jóvenes se fueron convirtiendo en reducto para ideologías neonazis o neofascistas, aunque también hay ultranacionalistas catalanes y vascos.

Al margen del apoyo que reciben en los clubes para viajes y entradas, estos grupos han fabricado sus propio merchan-

dising y lo venden en puestos propios.

Todos los estadios tienen ahora el 100% de sus asientos numerados: ya no hay más espectadores de pie. Es verdad que muchas veces —por ejemplo— se hace la vista gorda al ingreso de las famosas botas de vino, pero hay algo muy valedero: en España es bastante más lo que se hace que lo que se deja de hacer.

Informe: Rodolfo Chisleanschi. Madrid

América
El fenómeno de la violencia en el fútbol aumenta en toda América. En estos meses murió un hincha peruano por una bengala, un brasileño tras el partido Santos-San Pablo y en Colombia, el terror también se mete en el fútbol.

Cuchillo
En Polonia, un tribunal de Cracovia condenó en abril a Pawel Michalski a 6 años de cárcel. Fue el hincha que en octubre del 98 le tiró un cuchillo por la cabeza a Dino Baggio durante Wisla Cracovia-Parma, por la Copa UEFA.

ESCENARIO
Los fantasmas nunca se agotan

Un club de fútbol es, a la vez, una excusa para sentirse juntos y una posibilidad de emitir un mensaje a través de símbolos. Se da una combinación particular: hay identificación con la institución, hay anonimato en la multitud y, claro, hay un lugar para mostrarse. En la articulación siempre compleja de esos elementos está el marco de la violencia.

De todos modos, corresponde decir que en Europa el grupo de violentos está muy concentrado. El caso español es bastante descriptivo. De acuerdo con un estudio reciente, el grupo central que produce violencia incluye a 970 personas que forman parte de las hinchadas de 16 entidades deportivas diferentes. Se trata de grupos que no son indiferentes a la política. En algunos núcleos ultras se infiltran personas que tienen una clara tendencia ideológica y un notorio deseo de aprovechar el espacio que concede el fútbol. Muchos de los miembros de ese grupo pertenecen a tribus urbanas del tipo de los "cabezas rapadas" o los skinheads. Resulta curioso: algunas de esas tribus son enemigas de lunes a sábado, pero encuentran un territorio común los domingos y hacen una tregua.

Es público que cuando llegué al Real Madrid como entrenador fui recibido por los grupos ultras con pintadas en el estadio Santiago Bernabeu que aludían a mi condición de sudamericano, de "sudaca". Justo en ese momento se estaba realizando un trabajo de investigación, a cargo de grupos de seguridad que se habían infiltrado en la hinchada. Así, supieron descifrar el mensaje en mi contra. Y establecieron que lo que más los hería era mi condición de ex técnico del Tenerife, el equipo que había frustrado la consagración del Real Madrid en los dos torneos anteriores. Era una motivación asociada al fútbol. Pero era, al mismo tiempo, un racismo hecho concepto en el color de la camiseta.

No es sencillo trazar un paralelismo con la situación argentina. Hace algunos años, España fue testigo de un fenómeno preocupante, a partir de la tentación de algunos clubes de darles entradas a los grupos violentos, buscando el objetivo de integrarlos. Si ese fenómeno no invadió abrumadoramente los estadios españoles fue porque algún juez declaró que los clubes eran responsables subsidiarios de los delitos de los hinchas.

Los fantasmas, de cualquier modo, nunca se agotan. El descenso del Atlético de Madrid acaba de motivar una reaparición del tema. El grupo central de hinchas soltó violencias contra el técnico y los jugadores. Jesús Gil y Gil, presidente del Atlético, se enojó y prometió que les quitaría lo que les había dado. Confesión de parte: si dejaba de dar, significa que antes daba. Conclusión: alguna "relación carnal" existía. No extraña: fue un miembro del sector más violento de la hinchada del Atlético quien mató a Aitor Zavaleta, un simpatizante de la Real Sociedad.

Por fuera de los grupos duros, hay una parte "blanda" y masiva de la afición que usa la simbología del equipo una vez a la semana y no tiene vocación brutal. Esa gente se enfervoriza y se frustra, sueña y se lamenta, pero casi nunca quiebra el límite. Y habita el lado del hincha en la difícil frontera entre el amor al club y la violencia sectaria.

Terror y sangre en todos los países
FRANCIA: L''Orange-Gallia (categoría D). Dos encapuchados con armas entraron al vestuario visitante y amenazaron de muerte a los jugadores: "No ganen", exigieron.

GRECIA: 300 hinchas del Olympiakos atacaron con bombas molotov a un micro con hinchas del AEK: 4 heridos graves.

RUSIA: 1.000 policías no pudieron evitar que 100 hinchas del Spartak de Moscú destrozaran un hotel de Saratov.

AUSTRIA: 70 skinheads del Tirol pelearon ferozmente contra 30 del Salzburgo. Tres heridos, uno de gravedad.

HUNGRIA: Hinchas del Ujpest rompieron los vagones del subte que los llevaba; los del Ferencvaros los esperaron en una estación e hirieron a 50.

ALBANIA: La policía descubrió una bomba con 6 kilos de dinamita en el baño de un estadio. Estaba lista para ser detonada a distancia.

Africa también sufre la barbarie
Los africanos no se quedan atrás con la violencia en las canchas. En Liberia, cuando la selección jugó ante Chad, entraron 55.000 personas en un estadio para 33.000: murieron tres hinchas por sofocamiento. En Angola, un jugador del Lubango hirió de gravedad a un periodista radial porque siempre criticaba sus actuaciones. Y en Nigeria, antes de que empezara Super Strikers-Rimi Market, en las afueras del estadio hubo disturbios y peleas con palos, bates de béisbol y fierros: un muerto de 16 años y 62 heridos.[/b]

Publicado: Lun Dic 11, 2006 9:48 am
por TURU FLORES
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"fercan,este muro ya lo acabamos,más ladrillos no. Baja ahora al bombo a que ayudes al Viejón a hacer un poco de mezcla pa encalarlo y nos vamos a otro post....venga que estamos de ajuste"

Publicado: Lun Dic 11, 2006 9:51 am
por ACabreraGO
Este post dura, y dura, y dura....

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ACTO VII

Publicado: Lun Dic 11, 2006 9:58 am
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: OCTAVA ENTREGA
Un barra revela todo con nombres y apellidos
Daniel Gitano Ocampo, un jefe de la barra brava de Independiente, detalla por primera vez la complicidad de los violentos con dirigentes y jugadores.

Ni el tremendo sopapo que ligó de su padre lo hizo deponer la actitud. De chiquito, Daniel Alberto Ocampo —el Gitano— no tuvo mejor idea que gritar un gol de Independiente en medio de una familia boquense. Ahí, bajo la mesa adonde fue a parar por el impacto, encontró la causa para hacerse rebelde y la razón para andar por la vida hecho un diablo. El Gitano no sólo decidió ser de Independiente: su ¿pasión? sin límites lo llevó incluso a liderar la barra.

"Sí, soy barrabrava. Me siento un barrabrava y estoy muy orgulloso de serlo. Soy barrabrava en todos los aspectos y así me sentiré toda la vida", dice ante Clarín. Es apenas el principio. Está dispuesto a hablar de todo: en la hora y pico de charla, el Gitano no dejará títere con cabeza. Por más que el apellido en cuestión infunda mucho respeto, como el de Grondona.

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YO, EL GITANO

Antes de empezar, Daniel Ocampo —correntino, 51 años, fana de los Rolling Stones— pide aclarar tres cosas.

1) Que nadie lo confunda con el otro Gitano de la barra, un hincha canoso que suele sentarse en la platea. "Yo soy el Gitano: el otro es medio Figuretti. Bah, un salame".

2) Que por Independiente es capaz de todo, menos matar: "Siempre laburé: ahora soy tachero. No soy un delincuente, aunque sí violento. Viví en la calle, mi viejo me golpeaba y por eso soy picante: si pinta un combate, combato. Pero estoy en contra de la falopa y me duele ver morir hinchas".

3) Y que ya no es más jefe de la barra: "Estuve diez años. Me abrí de la jefatura cuando me cansé de tanta violencia. Nunca tuve un arma, pero vi disparar incluso a gente de mi grupo. Yo andaba siempre con una sevillana, pero sólo por las dudas: nunca la usé. Ahora sigo perteneciendo, voy a la popular y a veces viajo con ellos: aún me siento barrabrava".

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APRETADAS

"Apreté una sola vez a un jugador: a Clausen. Fui a pelearlo porque había hecho un gesto feo a la tribuna. Me rayé, pero después me hice amigo. Y terminó poniendo plata para los muchachos, como Villaverde, Enrique, Trossero, Killer.

—¿Y si un jugador no ponía plata?

—Mirá, ellos son peores que las minas: se sacan los ojos por el mejor auto o la mejor cadenita. Como hay muchos celos, eran ellos mismos los que nos decían quiénes no habían aportado. Nosotros tratábamos de persuadirlos: Villaverde se negó al principio, pero un día fui, le hablé y pum, sacó y me dio.

—Se sintió apretado.

—Seguro que se sintió apretado. El estaba solo y, atrás mío, había veinte monos.

—¿Apretar a los jugadores está bien?

—Yo nunca fui de apretar mal. Cuando un dirigente no me quería atender, al otro día iba con 30 barrabravas y aflojaba. No amenazábamos, pero metíamos miedo.

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ALIENTO COMPRADO

Según el Gitano Ocampo, hay jugadores que "compran" el aliento de la tribuna: "Una vez se lastimó Fossatti y Goyén atajó una barbaridad. En la semana me dio zapatillas y una campera y me pidió que el domingo cantara Goyén, Goyén. Empecé yo, me siguieron los 30 que estaban cerca y terminó toda la cancha". Y cuenta que hay técnicos que hacen lo mismo: "Iba a la casa de Pastoriza a pedirle guita. Pato mirá, pim, pim, estamos muertos: y nos daba. Hacíamos un asado y nos íbamos escabiados a la cancha".

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EL LAZO CON LOS DIRIGENTES

Palabra de barrabrava: "Los dirigentes nos daban las entradas y, a veces, plata. Además de los pibes de la hinchada, los que me hicieron sentir capo fueron ellos. Yo contrataba los micros y al club le pasaba el doble. Así, me hice una casa. Son terribles mentirosos los dirigentes".

—¿Usted se sentía apañado por ellos?

—¿Cómo? Guardábamos las banderas en el club. Es más: un dirigente le consiguió a un par de muchachos un trabajito como personal civil de la Fuerza Aérea.

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EL LIDERAZGO

Mientras fue el líder, asegura que a los pibes "nunca les faltó comida ni chupi. Pero jamás les compraba droga: eso era problema de ellos. Estuve en tiroteos, pero yo estaba en contra de las armas. Por eso le dejé la posta al Galleguito Pompei.

—¿Cómo era como jefe?

—Trataba de evitar los quilombos y de que nadie choreara. En toda barra hay diez tipos que secundan al jefe. Después está toda la banda. Para ser jefe, hay que ir al frente y pelear. Tuve muchas contravenciones, pero nunca caí en cana por afanar.

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LOS POLITICOS Y LAS BARRAS

—¿Le consta que algún político haya estado ligado a las barras?

—Que me acuerde ahora, Alberto Pierri, Luis Barrionuevo, Herminio Iglesias...

—En Independiente hay una bandera: "Camioneros: Moyano Conducción".

—Moyano tiene gente pesada en la popular. Esa bandera que está ahí me la dio Topper y ahora los pibes la luquearon, pero no me tiraron una moneda. ¿Luquear? Pedir plata, venderla: gratis jamás.

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MI FAMILIA

Ocampo se casó dos veces y se separó otras tantas. Tiene una hija fanática: "Si tuviera un varón no me jodería que fuese barra; sí que anduviese en la falopa.

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¿UN VIOLENTO ANTIVIOLENCIA?

De pronto, sorprende: "Soy violento, pero estoy en contra de la violencia. Pero los dirigentes y los políticos son tan hipócritas que jamás la van a parar. Yo quise armar la Casa del hincha y no me dieron bola".

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BERIZZO SE SALVO RASPANDO

La última frase del Gitano deja más tranquilo a Eduardo Berizzo, de River: "Si le hacía caso a mi viejo en hacerme bostero y veía cómo Berizzo puteó a la platea de Boca, me meto y lo cago a trompadas".

SUBINDICES ACTO VIII
Radiazo
"Desde hace un tiempo no voy más con la radio portátil a la cancha. Resulta que una vez, en Independiente, se la tiré a un referí y casi le rompo la cabeza". (Daniel Ocampo)

Miedo
"El hincha común es un tipo sano, pero así como hay barrabravas buenos, también están los barrabravas malos. Ahora da miedo ir a la cancha: te pueden dar un cohetazo hasta en tu propia hinchada" (Daniel Ocampo)

El perfil psicológico
Desde el amateurismo al profe- sionalismo, se fueron transfor- mando las motivaciones y las pautas de conducta de actores y espectadores. Todos sufrieron un deterioro debido a los intereses económicos, que crecieron en forma gigantesca cuando la economía de consumo hizo del fútbol un espectáculo. La identidad de los espectadores evolucionó de "simpatizantes" a "hinchas", y hoy "barrabravas", que no son todos, pero sí muy activos y perturbadores. La competencia, antes ligada a la crítica por el éxito o el fracaso, hoy se concentra en "triunfo" o "derrota", terminología más acorde con la guerra, donde la meta es aniquilar al enemigo.

Este deterioro hizo crisis con los sentimientos y conductas destructivas y autodestructivas que han hecho de cada partido una dramática fuente de ansiedades. En lo manifiesto, estos componentes negativos se concentran en las "barras", cuyo rol activo se exterioriza en la provocación y llega a veces hasta el crimen de un inocente. También son víctimas los juga- dores, agredidos y vituperados cuando no responden a los deseos de aquéllos. Pero los autores intelectuales de este genocidio futbolístico son los que digitan e instrumentan a los ejecutores de la violencia.

En cuanto a su perfil psicológico de los barrabravas, sólo cabe un diagnóstico grupal e institucional. Si analizáramos a varios veríamos que la patología individual es heterogénea: hay psicópatas, epileptoides, fóbicos, maníacos, etc. Pero encontraríamos homo- geneidad en cuanto a la perte- nencia a un estrato social de familias empobrecidas, desor- ganización familiar y social. El perfil psicológico del barrabrava es el de una estrucutura de supervivencia, que compran fácilmente con "pan y circo" los autores intelectuales con entradas, el sándwich de chorizo, el ómnibus, algunas veces un viaje al exterior como representación "diplomática". Nuestro diagnóstico final es estrictamente psicosocial, el de una tiranía de la dupla dirigentes-barrabravas, los primeros autores intelectuales, los segundos "carne de cañón". Los podemos diagnosticar como una dupla que tiene la patología psicopática-epileptoide.

Pasajes para ir al Mundial
El Gitano Ocampo saca una vieja carta con el membrete de Independiente que el entonces presidente del club Pedro Iso le enviaba al titular de la AFA, Julio Grondona. Iso le decía a la AFA que el Gitano y un tal Rissi habían sido elegidos para ir a España en la "Barra Mundial 82". "Fui a hablar con Grondona como jefe de la hinchada, para que la AFA conociera a los que iban a viajar. Decía delegados para no poner barrabravas. A ese Mundial viajaron cien barras. Yo no pude pero estuve en las reuniones en Huracán: había 7 de cada equipo. En cada club se hacían asados, rifas, ponían los jugadores y el DT...

—¿Con eso les alcanzó?

—AFA también puso plata. Me consta que Grondona puso; que Iso y otros dirigentes pusieron. Menotti, lo sé, también aportó. Como Adidas, Topper...

—¿Qué pasa si Grondona sale a decir que jamás se vio con usted?

—Si dice eso es un falso. Le hicimos de guardaespaldas, una vez me regaló dos trajes y hasta fui a la casa a pedirle entradas para ver a Independiente...

NOTAS INFORMATIVAS ACTO VIII
Todo está a la vista y nadie hace nada
Esta investigación desnudó las complicidades de muchos sectores del fútbol con los violentos. Y al mismo tiempo, la pasividad de quienes deben contenerlos.

Cada fin de semana, en las páginas de Deportes, la violencia les disputa palmo a palmo el lugar a los comentarios de fútbol. Cada fin de semana vuelve la duda y la desazón al preguntarse si será posible ahuyentar el miedo, la inseguridad y el crimen de las canchas. Después de esta investigación de Clarín, sobran motivos para el pesimismo: la violencia parece muy decidida a quedarse a vivir en el fútbol argentino.

Es que, aunque parezca que ya todo se ha repetido hasta el hartazgo, basta volver a mirar para encontrar más y más mechas de bombas de estruendo encendidas; más políticos que usan a las barras para ganar de prepo una interna; más empresarios que les dan trabajo de custodios a los energúmenos; más policías que no están ni profesional ni psicológicamente en condiciones de garantizar la seguridad; más jueces que miran al costado en lugar de enfrentar los desbordes con condenas; más dirigentes que oscilan entre el temor y la connivencia con los barrabravas.

Y, por supuesto, tampoco faltan datos que vuelven a verificar que a la Asociación del Fútbol Argentino y a los clubes les interesa mucho más que la rueda del negocio no se detenga que encontrar verdaderas soluciones.

Desde que se publicó la primera entrega de la investigación, hace una semana, los testimonios empezaron a sumarse. Por teléfono, por carta o por correo electrónico, los lectores de Clarín fueron agregando denuncias. Algunas no pudieron ser verificadas, otras sí. "Estamos cansados de la violencia y de las barras bravas", fue el testimonio más repetido. Lo publicado en estos días fue sólo una parte de todo lo que huele mal en este fútbol.

Algunos llamados eran denuncias explosivas: "Yo trabajo en un negocio de Villa Tesei y sé que la plata que me descuenta el gremio va a parar a la barra brava de Laferrere. El que maneja el sindicato es un senador provincial...". Otros contactos telefónicos conmovían, como el de los familiares del hincha de Racing Daniel Souto, que descargaron su impotencia y su bronca porque nunca se encontró al hincha de Boca que lo asesinó en el 85.

También envió un fax el mismísimo Alan Schenkler, uno de los jefes de la barra brava de River. Allí informaba que desde 1996 vive en un pueblito de la provincia de Córdoba y que —de esta manera— no podía ser líder de "Los Borrachos del Tablón".

Sin embargo, los vecinos de la madre de Schenkler —que vive en Belgrano— denunciaron que "todos los fines de semana Alan viene a Buenos Aires para ir a la cancha de River, y siempre tiene algún problema con los propietarios del edificio. Los 48 vecinos que vivimos en los otros departamentos estamos en juicio con él y con su madre porque siempre nos provoca, hace lío, nos raya los autos...".

Los mensajes siguieron llegando: "¿Se animan a publicarlo si les cuento que...?" Todo sirvió a la investigación: algunos datos no eran, quizá, primicias. Pero sí impresionaban los detalles, los nombres, los cargos públicos en cuestión. Todo conducía a la violencia. Una violencia que no será fácil de erradicar de las tribunas.

Es que todos de los factores sociales y económicos que aumentan la inseguridad general también potencian la violencia en los espectáculos masivos, en el fútbol o en un recital de rock. Si en Europa, con mucha tecnología, con políticas apropiadas y con verdadera intención de eliminarla aún no han podido hacerlo del todo, qué se puede esperar en un país donde son realmente pocos los que mueven un dedo en serio para darle el adiós definitivo a esta violencia que abruma.

Padres de las víctimas: entre el dolor y el coraje

Los familiares de las víctimas por la violencia en el fútbol son el sector más golpeado. Sus voces reflejan el eslabón más doloroso. Liliana de García es la madre de Daniel, asesinado el 11 de julio de 1995 tras el partido Argentina-Chile por la Copa América, en Paysandú, Uruguay.

—¿Cómo es su vida hoy, Liliana?

—Después de lo de Daniel cambió totalmente. Al principio estuve meses sin poder hablar ni levantarme de la cama. Pero pensé que no podía estar así, que mi hijo no se sentiría orgulloso, y me puse a investigar.

—¿Y qué encontró?

—Primero pensaba que el fútbol eran sólo 22 jugadores. Pero me di cuenta que es un gran negocio. Que la AFA conoce bien a las barras; que se pagan cifras monstruosas en seguridad pero no hay seguridad para nadie; que los dirigentes políticos apañan y protegen a los barrabravas, que son una verdadera mafia.

—¿Cómo está la causa de su hijo?

—Parada. El juez uruguayo Gómez Borro no quiere investigar. Será porque en un informe sobre ciertos individuos le dijeron que había gente de Rousselot.

—¿Qué va a hacer?

—Voy a luchar hasta que se sepa todo, por la memoria de Daniel. Y tengo pistas para seguir incriminando a la barra de Morón.

Liliana, como otras madres y padres que sufren por las barras bravas, participa en FAVIFA (Familiares de Víctimas del Fútbol Argentino). Allí también está Jorge Cárdenas, tío de Walter Vallejos, uno de los hinchas de River asesinados por la barra de Boca, en 1994. "A Julio Grondona le dije en la cara que era un mafioso. El nunca nos ayudó", dice Cárdenas.

Angel Delgado también murió en esa emboscada. Hugo, su padre, sigue con su dolor: "Estamos desastrosamente. Angel tenía 23 años. Era muy querido, era un gran pibe". Hugo tiene otros cuatro hijos. "A ellos no los dejo ir a la cancha. Eso sería suicida", asegura.

Adrián Scasserra murió a los 14 años durante un partido Independiente-Boca. Fue en 1985 y todavía no hay culpables. Juan, su padre, afirma: "No voy a parar hasta que haya Justicia".

Gente brava
No es puro grupo
Textual de un allegado a la dirigencia de Central: "En la barra hay dos grupos. Por un lado, la de Pillín y Paco. Este sector tiene el apoyo del presidente Vesco y del técnico Bauza. Los dirigentes le dan 8.000 pesos por partido y el entrenador aporta otros pesitos. El dinero se justifica como gastos de protocolo. Por otro lado está la banda de Chapero. Omar Palma, muy peleado con Bauza, le da su apoyo".

Un incendio ritual
Las barras del Ascenso también son peligrosas. Por ejemplo, la de Talleres de Remedios de Escalada. Esta hinchada le robó todas las banderas a Banfield. Fue un sábado, hace pocos años, en el que Talleres jugó de local en Banfield, un histórico rival del GBA. Los "trapos" estaban guarda- dos en el estadio. Esa misma noche se organizó un ritual en la cancha de Talleres y la barra quemó las banderas robadas.

Entradas para unos
Textual de un allegado a la barra de Lanús: "Hay dos sectores buscando el poder. Es cierto que los dirigentes no le dan entradas al grupo del Morro, pero al grupo de los Ceibos sí le dan entradas de favor. El directivo encargado de hacerlo es un tal Miguel, que le entrega 60 u 80 populares por partido. El hincha que las recibe es un hombre morocho que llega en un Fiat Tempra una hora antes de los partidos". ¿Será cierto?

Robo de "trapos"
En los últimos clásicos, las barras de River y Boca mostraron banderas que se habían robado mutuamente. Los de River tenían una que pedía el regreso de Caniggia. El robo fue en 1998 en Mar del Plata, cuando un barra de River le sacó el bolso a un menor y justo allí encontró ese "trapo".

La barra de Boca mostró dos banderas de River. La que dice "Di Carlo presidente" también fue robada en Mardel, en 1993. La otra, de "Martín Coronado", no pertenecía a la barra de River y fue tomada en un tren. Para evitar otros robos, varias barras les prohíben a los hinchas genuinos llevar "trapos" gigantes. Además la barra de River le robó la bandera de Bob Marley a otro hincha "normal" de ese equipo que la había hecho.

Hinchas de River le robaron una bandera grande a Racing en un clásico jugado en 1997 en Avellaneda. Un barra de River entró al club y le mintió a uno de Racing: "Dice Cacho (jefe de la barra local) que me des el trapo". Y el violento recibió la bandera que, por haber sido "donada" por un banco, tiene pedido de captura.

Muerte
"Muertes hay en todos los sectores de la vida." Esa fue la opinión de Julio Grondona tras el asesinato del barra de Boca, Miguel Cedrón, el 30 de enero de este año en Mar del Plata.

Publicado: Lun Dic 11, 2006 10:01 am
por fercan
Aqui les dejo el serial de 8 actos,editado por el periodico clarin,sobre los barras,para el cual me dio permiso un moderador,lo ideal seria tenerlo imprimido,para dejarlo como un libro,la edicion data del año del mundial 2oo2,pero no deja de ser muy interesante,aconsejo su lectura