Sandokán lucha a diario por recuperarse y volver al mar
Sandokán lleva un mes ingresado en la clínica Santa Catalina, donde le controlan la tensión y el azúcar y le dan rehabilitación.
Manuel Sosa Medina no podía reprimir su frustración ayer, atado a su silla de ruedas, en la clínica Santa Catalina. Acababa de ver por la televisión que no podían dar con al joven surfista que desapareció en la costa teldense. Sandokán se sentía impotente. Él ha rescatado a 300 personas del mar. Ahora no puede.
Sin embargo, su mayor reto ya no está en salvar de las olas a los vivos o en devolver a las familias los cuerpos de sus muertos. Su único objetivo es volver a la marea. Desde que le dio una trombosis hace dos meses cuando almorzaba tranquilamente en su casa de Arucas, y dos días después, sufrió un segundo ataque, todos sus esfuerzos se concentran en recuperar la movilidad del lado derecho de su cuerpo para regresar al mar. Ni siquiera se plantea la idea de no lograrlo.
«Cuando Dios me dé fuerzas, volveré a coger mi barca y saldré de nuevo», aseguraba ayer con firmeza desde su silla de ruedas, bajo la atenta mirada de su mujer, Rosa Hernández Talavera, que no se ha separado de él durante los dos meses que ya lleva de convalecencia. «Me he visto en la UCI», relataba Sandokán. «He estado más para allá que para acá, pero ahora me encuentro bien. Ya muevo un poco la pierna y el brazo, y estoy seguro de que, con la rehabilitación, volveré a ser el de antes».
Sandokán está convencido de que nunca podrá ser feliz si tiene que vivir lejos de la marea. «Yo soy como el pescado, que cuando lo sacas del mar, se asfixia. Lo mismo me pasa a mí. Además, no me olvido de la gente y cada vez que veo un ahogado, me da mucha lástima estar aquí sentado sin poder ayudar. Y, como todo el mundo sabe, lo último que se pierde es la esperanza. Todo es cuestión de voluntad y de cabeza y yo estoy muy decidido».
Su mujer asegura que Manuel lo ha pasado muy mal. «Era hipertenso y no se cuidada. Estaba día y noche en el mar, hasta que se puso enfermo. Él siempre ha sido muy activo y verse así lo deprimió mucho. Ha sufrido mucho, pero ahora está bastante mejor».
Y a esas ganas de recuperarse han contribuido las muestras de cariño que ha recibido en estas horas bajas. «Cuando estuve en el Negrín y desde que estoy aquí, no me han faltado visitas. Ha venido el alcalde de Arucas, José Mari Ponce, el senador Macías, agentes de la Guardia Civil y de las policías locales con los que tantos años he colaborado y muchísimos amigos que me han dado su apoyo y su fuerza», comentaba emocionado. «Les estoy muy agradecido a todos y a los doctores y a las enfermeras que se han volcado conmigo».
Regresar a Arucas
Rosa cree que en 15 días volverán a Arucas. «Tiene la tensión y el azúcar controlados y le voy a comprar un taca-taca para que practique en casa y lo traerán cada día a rehabilitación. Él quiere volver y estar en casa le hará mucho bien».
El buen samaritano de la tercera planta
Sandokán, aun postrado y sin poder apenas moverse, no ha perdido ni un ápice de sus costumbres. Tanto es así que se ha convertido en un moderno buen samaritano para los pacientes de la planta tercera de la clínica Santa Catalina. Cada día, se dedica a recorrer con su mujer las habitaciones de aquellos enfermos que, por una u otra razón, están pasando su calvario solos. «Yo me he visto muy mal, pero peor están los que no se pueden valer y, encima, están solos. A mí me gusta que Rosa me lleve a sus habitaciones, para mostrarles mi cariño y mi apoyo», decía. «Ellos me lo agradecen y sé que mis visitas les hacen mucho bien. Es otra forma de seguir ayudando a la gente que, además, a mí también me hace sentirme útil».
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Animo Sandokán recuperate pronto que la mar del Norte no es igual sin ti.
