Publicado: Vie May 09, 2008 9:47 am
River, ¿no tendrás por algun lao de entrevista a Guiza en DB? Me encantaría leer dicho documento.
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ENTREVISTA EXCLUSIVA A MARIO BENEDETTI
´Soy un escritor leído, pero nada más´
"Las convicciones, la experiencia, la forma de mirar la vida es, tal vez, lo que nos diferencia a los poetas del resto de la humanidad. Pero es algo que se piensa ahora, cuando ya el tiempo no existe. Yo soy un escritor leído, con una literatura difundida, pero nada más", confiesa Mario Benedetti, que recuerda que siempre quiso ser poeta.
ESMERALDA MARUGÁN | ALICANTE -
¿Se nace poeta?
Sí. Desde niño quise y pensé que sería poeta. Aunque las circunstancias y la vida de aquellos momentos hicieron que me demorase bastante en publicar mi primer libro. ¿Ha sido la literatura una forma de vida? Las convicciones, la experiencia, la forma de mirar la vida es, tal vez, lo que nos diferencia a los poetas del resto de la humanidad. Pero es algo en lo que se piensa ahora, cuando ya el tiempo no existe. Sin las prisas de la vida activa. En esta calma que nos llega cuando los años se nos vienen encima.
¿La poesía siempre habla de los sentimientos del autor?
No siempre es un género en primera persona. Yo los tengo en tercera. Para mí es el género más subjetivo. La poesía está más presente en la experiencia de tu propia vida que en otros géneros.
Varios de sus libros han sido llevados al cine.
¿Está satisfecho de estas adaptaciones?
De unas más y de otras, menos. Por ejemplo La tregua, que es la que más éxito ha tenido, aunque al principio hubo algunos desacuerdos entre el director, Sergio Renán y yo, me ha ido gustando con el tiempo. Los desacuerdos tuvieron que ver con que los dos éramos inexpertos. Para él era su primera película y para mí, mi primera novela llevada al cine. Pero, eso sí, incluso en esos momentos de desencuentro, reconocí que Sergio es un gran director de actores. Ahora he vuelto a ver la película y reconozco que me gusta más que cuando se estrenó.
¿Qué impresión siente un escritor al ver, por primera vez en la pantalla, una película basada en una novela suya?
Cuando uno escribe un libro es inevitable ponerle rostro a los personajes. Después, cuando les ves en la pantalla, son otros a los que el autor imaginó. Pero eso es así y forma parte del trasvase de un género al otro. Son artes distintos. Y, por ejemplo, en Las sorpresas, que estaba basada en tres cuentos míos, de dos hice el guión, pero tuve que cambiarles yo mismo, incluso hasta las actitudes de los personajes, para pasar al cine. Es otro lenguaje el que se habla en el cine y el de la literatura.
¿En qué medida usted y otros escritores latinoamericanos se beneficiaron del famoso boom de la literatura latinoamericana?
El boom lo formaron inicialmente cuatro grandes escritores: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y Carlos Fuentes que, curiosamente, vivían todos fuera de sus respectivos países. El boom tuvo ciertas connotaciones mercantiles, pero, a su vez, puso sobre el tapete la literatura latinoamericana y a partir de ahí se empezó a investigar y a buscar a los demás. No podía ser que en un continente tan grande sólo hubiese cuatro grandes escritores. Esa búsqueda generó una atención, sobre todo, hacia la novela, aunque cuando el boom apareció yo ya tenía dos o tres libros publicados en España. Incluso la novela Gracias por el fuego había sido finalista de un importante concurso, pese a que la censura española no permitió la publicación de la novela.
Cuentos, ensayos, novelas...pero siempre poesía.
Sí. Yo soy, sobre todo, poeta. La poesía tiene que ver con los sentimientos del poema, no con la edad. Pese a todo ahora, escribo poesía. Hay jóvenes que empiezan su carrera literaria eligiendo la poesía porque creen que se trata de un género más fácil. Pero se equivocan. Es un género con muchas más dificultades que otros. A veces se puede puede escribir en verso libre, pero no se dan cuenta de que, para ello, antes hay que partir del conocimiento de los clásicos, saber manejar los métodos, partir de endecasílabos, dos o tres, o alejandrinos en tres o cuatro líneas y que son versos clásicos cortados. Ahora que es cuando más tiempo tengo para pensar creo que es así como Picasso, para romper la figura, tuvo que demostrar primero que sabía reproducirla de forma exacta.
¿Cómo ha sido su vida?
Está siendo larga. En cada vida hay muchas vidas. Hasta uno mismo se sorprende. Hace nada siempre buscaba tiempo para escribir. Me definí a mí mismo como «un escritor sin tiempo». Temporadas agobiantes de viajes, talleres, seminarios, festivales de cine, homenajes....A todo ello me acompañaba ella. Ahora, el corazón solo y enfermo, descansa. Y la poesía se forma en la mente, con los recuerdos y los sueños.
-Antes de vivir de la literatura trabajó en muchos oficios. ¿Eso es lo que ha hecho que su obra se entienda como comprometida?
En aquellos tiempos la economía no daba para vivir de escribir. La vida daba duro y no quedaba otra que hacer casi de todo. Tuve que vivir la realidad de mi país como la vivíamos todos. Pero lo de comprometida fue un cartel que me pusieron los que no se comprometían con nada. Era más una descalificación. Lo que sí tengo claro y siempre ha sido así es que, a la hora de escribir, primero tienes que funcionar como escritor en el género que sea y después, comprometerte. Porque por muy magnífico que sea el mensaje social o político, si la palabra es torpe o está mal utilizada, al final se vuelve contra ese mensaje. Pero yo no le hecho para ser o no comprometido. Ha sido espontáneo, como una manera de entender y de llevar mis vivencias.
Mirando hacia atrás cuando comenzó a juntar letras, con medida o sin ella, ¿se imaginaba siendo quien es, un autor al que leerán y admirarán nuestros nietos?
Soy un escritor leído, con una literatura difundida, pero nada más. Lo que sí he intentado es ser coherente, entre otras cosas para llegar a este momento tranquilo y en paz.
-Usted ha sido autor teatral y crítico. ¿Se puede ser ambas cosas a la vez?
He sido autor y crítico, pero en tiempos diferentes. Y, la verdad, es que creo que se trata de mi género más flojo. La única obra que considero buena es Pedro y el capitán. Con sólo dos personajes y que se llevó al cine y a la que yo mismo le doy una buena crítica. Escribir teatro es un género muy difícil para mí.
Un hombre discreto y poco dado a dar que hablar
Está delicado de salud y ya no desea hacer muchos viajes, aunque tampoco piensa en dejarnos. Pero algo de él se fue con su esposa Luz y con la antesala de su adiós, que empezó mucho antes con esa enfermedad que es el Alzheimer. Eso sí, está convencido de que nunca dejó de saber quién era él. Benedetti sigue con sus cinco sentidos y su capacidad intelectual tan viva como cuando leemos sus letras a través de los personajes de sus novelas, sus cuentos y, sobre todo, su poesía. Porque además de manejar el lenguaje de la palabra tiene el don de transmitir en sus versos sentimientos tan intensos que, si somos capaces de leerlos hacia dentro, nos creeremos que han sido escritos para nosotros. Y es que Mario Benedetti, hombre discreto y poco dado a dar que hablar, tiene todo que contarnos en el inmenso regalo que es su obra.
ENTREVISTA A CARME CHACÓN
“Mi madre siempre me ha dicho que ser mujer y de izquierdas es lo más duro que a uno le puede pasar”
Carmen Chacón es la voz de la renovación del PSOE. A los 32 años es portavoz de su ejecutiva. Se la esperaba ahí arriba, desde que diera batalla en el Congreso al frente de la Secretaría de Educación. Abogada, profesora de Derecho Constitucional, observadora de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, niña bonita del Partido Socialista de Cataluña. Es frenética en su trabajo y poeta en la intimidad, dura consigo misma, humanista por herencia familiar. Su charla, un rosario de perlas que podría titularse: los horrores del PP.
P. Ha ascendido usted al estrellato de Las noticias del guiñol. ¿Qué tal le sienta la parodia de Thelma y Louise (ella misma y Consuelo Rumí)?
R.No me reconozco, pero creo que es sanísimo reírse de uno mismo, más cuando eres político. Recuerdo el día de mi debut, mi familia al teléfono no podía articular palabra: eran tales las carcajadas. Es importante mirarse hacia dentro con ironía.
P. Lleva usted una carrera meteórica, personal y política, y dicen que es el claro exponente de la renovación de Zapatero, ¿cierto?
R. No ha sido tan rápida, pero sí muy consciente. Mi compromiso se inició siendo yo muy pequeña, en mi casa, y marcado por un objetivo: que ninguna generación tenga que vivir lo que vivió mi abuelo, que siempre decía que la Historia de este país le había robado la juventud. Con ?6 años entré a militar, pero tuve claro que cuanta más formación tuviera, mayor contribución podría ofrecer. Somos jóvenes, pero llevamos ya tiempo trabajando.
P. ¿En eso consiste la renovación: juventud como valor absoluto?
R. Es una renovación generacional, sí, pero con la voluntad de volver a unir el partido y desarrollar un nuevo proyecto político. Yo creo que los crecidos ya en democracia somos la generación mejor formada de la Historia de este país, porque por primera vez se nos permitió estudiar, al margen del poder adquisitivo.
P. ¿Les pesa la vieja guardia?
R. Noooo, para nada, para nada. Es un activo del partido.¡Cómo vamos a desperdiciarlo! Nosotros reivindicamos el pasado, y en particular el Gobierno de Felipe (González), y estamos convencidos de que la unión hace la fuerza. La experiencia es un grado: sabe más el diablo por viejo que por diablo.
P. La derecha presume de haber evolucionado incorporando políticas sociales, mientras les acusa de haberse quedado en el 68. ¿No es cierto que su política es una herencia de aquella vieja izquierda? Más aún, ¿no es cierto que usted recurre al ideario de su abuelo?
R. Sí, pero él me enseñó que la juventud se lleva por dentro (pone en su voz un deje melancólico). Se puede o se debe ser mayor en edad y joven de espíritu. Me hace gracia la pregunta, porque yo soy de las que he vivido la vuelta a la religión obligatoria, y si resulta que nosotros somos los antiguos, pues, a dónde vamos. Con este Gobierno, España se ha puesto por primera vez a la cola de toda la UE en gasto social, especialmente en ayudas a la familia y becas de educación. Un gobierno no debe invertir sólo en presente, sino también en futuro. Y esto es: menos ladrillo y más educación. Nosotros no estamos en el 68, sino en el futuro.
P. Recientemente declaró en la BBC que el PP está directamente enchufado al franquismo. ¿En qué le recuerda el señor Rajoy, por ejemplo, al generalísimo, galleguidad aparte?
R. Me cuesta mucho asumir que el PP haya negado tres veces a toda la oposición la retirada de las subvenciones a la Fundación Francisco Franco. Creo que es un agravio a la memoria colectiva y a la Historia. Esta fundación recibe más dinero público, o sea, tuyo y mío, que ninguna otra, una fundación de la que sólo sabemos, y no hay más que recurrir a su web, que hace apología del dictador y que invierte su dinero en homenajearle. Creí que esto ya no volveríamos a verlo en democracia. Tengo la sensación de que a este Gobierno la democracia le viene muy grande. Y Rajoy tiene que ver con esto lo mismo que todo el Gobierno, él también se negó a suspender la subvención, si aún así duerme tranquilo...
P. Hablemos de Carmen Chacón. ¿Dónde contempla su futuro, en el PSC o aquí en Madrid?
R. Ahora me siento una catalana en Madrid, que echa de menos el olor a mar. Estaré allí donde mi partido quiera, pero tengo la sensación de que me toca pasar unos años aquí, antes de volver a la política catalana.
P. ¿Le molesta que su nombre se escriba casi siempre mal? ¿Que le llamen Carmen en lugar de Carme (pronúnciese Carma)?
R. Atiendo a los dos, y no, no me molesta.
P. Estudió en Inglaterra, en Suiza y en Canadá. ¿Su familia era de la izquierda finolis, que dice Alfonso Guerra, o fue todo a base de becas?
R. He estudiado siempre con becas, muy consciente de que ver mundo y vivir otras culturas era muy importante, probablemente porque llevo dentro el mestizaje norte/sur.
P. O sea, que no es de la finolis.
R. Pues no sé. Mis padres son funcionarios, los dos, y me siento muy orgullosa de ello, pero no sé cuán finolis le parece eso a Alfonso (Guerra). El PP entró a gobernar y nos congeló el sueldo, pero al margen de la situación económica, somos una familia de convicciones profundas. A mí me han educado como a una superviviente. Mi madre siempre me ha dicho que ser mujer y de izquierdas es lo más duro que a uno le puede pasar. Por ser mujer lo tendré más difícil que un hombre, y ser de izquierdas supone unos valores que hacen la vida más difícil también. Como decía Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se hace”. Y eso es militar. También me educaron en el rigor y la perfección, que me ha contagiado uno de mis peores defectos. Creo que hay que vivir con más paz y tranquilidad, para ser feliz.
P. Tengo entendido que lo que más le preocupa de la educación no está en las aulas, sino en la falta de diálogo entre padres e hijos. ¿Qué ley o qué política podría revertir esta inercia?
R. Las leyes sin política se convierten en papel mojado. Primero, hay que hacer una reflexión: qué sociedad estamos construyendo cuando, cada día, pasamos menos tiempo con nuestros mayores y nuestros hijos. Durante los debates de la reforma educativa, he insistido en que la decisión del Gobierno de alejar a los padres de la escuela es el peor error que podemos cometer. Hay que formar también a las familias, para que los chicos puedan volver a tener unos padres que lean con ellos, discutan lo que les preocupa. Es decir, que cuiden al niño en lugar de que lo haga el televisor. Pienso que los maestros actuales son auténticos héroes, porque se plantan delante de 30 críos a contraeducar los valores que reciben por televisión, esas heroínas de las niñas de dos metros, 90, 60, 90, que llevan una metralleta capaz de salvar al mundo a tiros. La velocidad de la vida de estos niños es de vértigo, y ahí seguimos nosotros paralizándoles con un profe y una tiza, intentando que sumen dos más dos y sujeto, verbo y predicado, cuando el resto son televisiones, videoconsolas, ordenadores...
P. ¿Su madre está ahora orgullosa de usted?
R. No lo sé, siempre ha sido tan dura conmigo... Tenemos una relación... Si lo piensa, lo dirá por ahí, pero a mí no. Y yo siempre me quejo de que les he dicho muy pocas veces a mis padres lo que les quiero. Ésa es la dureza con la que me han educado. Si yo tengo hijos, espero que me lo escuchen muchas veces: os quiero.
P. Cuando asumió este nuevo tren, éste de la portavocía, dijo que “hay cosas que sólo se pueden hacer con 32 años para no arrepentirse dentro de 20 de no haberlas hecho”. Acertijo: ¿qué otra cosa importante puede hacer una mujer a los 30?
R. Mi referente es la frase de Manuela de Madre: “Las mujeres somos como los caracoles, siempre con la culpa cargada a la espalda”. Un hombre a mi edad asume un trabajo como el mío sin pensar “quiero formar una familia, tener hijos y no preguntarme dentro de 20 años por qué no lo hice”. Sí, hay que diluir las obsesiones y ser consciente de que uno es mucho mejor en su trabajo si equilibra su profesión con su vida personal. Yo tengo que hacer un esfuerzo por compatibilizarlo: tener hijos es algo que quiero hacer un día.
P. Pues cuidado, que no se le pasen las ganas.
R. Ayudan tan poco las administraciones públicas... Nosotros hemos propuesto una agencia para la igualdad que retire subvenciones y contratos a empresas que discriminen laboral y socialmente a cualquier mujer, y que les impida la reducción de jornada laboral. Que esto no signifique que la trabajadora pierda su trabajo ni su puesto ni su nivel salarial. Es decir, que no se repita más el esquema: mi compañero va a tener un hijo y viene al trabajo a festejarlo, repartiendo puros, y yo, mujer, vengo sufriendo por la posibilidad de que el embarazo me haga perder mi contrato. Y que no nos miren extrañados: Dios mío, Carmen, con la vida que lleva, cómo se va a poner a educar a un hijo. Pues no, no es una cuestión de Carmen, es de una pareja.
P. Pero usted, señora letrada, ¿de qué se acusa, en qué consiste su culpa?
R. Pues en esas cosas que me obsesionan: qué poco tiempo paso con mi sobrino, no veo a mis padres, no salgo con mis amigos, no tengo tiempo para tener una familia, a ver qué hombre aguanta mi vida. Luego, nada, una se reconcilia con su propio mundo y es capaz de hacerlo todo poco a poco, pero muy sola, con poca ayuda, y con mucha culpa y sensación de castigo.
P. Dice que no sabría vivir para sí. ¿Es real? ¿No tiene usted una vida propia, sólo la pública?
R. No, no quería decir eso. Por supuesto que tengo una vida propia, si no, no podría resistirlo. Pero no sabría vivir para tener una casa con piscina; que todo mi reconocimiento profesional se cifrase en salario, poder adquisitivo, lujo. No hay nada más bonito que el agradecimiento de otro por haber visto respetados sus derechos, como el trabajo que hice en Bosnia y Albania, convenciendo a la gente del valor de su voto.
P. ¿Cómo lleva su pareja esta vida tan combativa?
R. De momento bien, no se queja. Su vida no es más tranquila que la mía.
P. ¿Es cierto Carmen que hasta cuando duerme apunta ideas?
R. Me gusta mucho escribir, lo necesito para vivir en paz, por salud sentimental. Llego a casa y me reconcilio conmigo misma a base de confesiones íntimas. Tengo siempre un cuaderno al lado.
P. ¿En plena noche apunta?, ¿y qué apunta?
R. Sí, sin querer me despierto, a la una de la mañana o a las tres, y escribo. El lenguaje es muy escaso para hablar de sentimientos, y la poesía nos salva. Escribo poesía y prosa poética del desamor. Soy devota de Pedro Salinas.
P. ¿Su vocación oculta?
R. Contemplo mi retiro escribiendo, o al frente de una editorial, me gusta hasta cómo huelen los libros. Pero de momento tengo una obligación vital de apasionarme con esto que hago. No me queda para mucho más.
Pregunta. ¿Y del nombramiento?
Respuesta. Asustado. Aunque la acción de la SGAE sigue en manos de Teddy Bautista [presidente del consejo de dirección] es un cargo importante. No hay que tomar decisiones gigantescas, pero hay que dar la cara y quedar bien, y así malherido... Estoy más asustado que nunca, tengo para un mes en casa y otro de rehabilitación.
P. ¿Qué es lo peor del cargo?
R. Por mi carácter, lo que menos me gusta es "aparecer". No soy hombre de relumbrón social. Soy un mal representante.
P. ¿Y cómo ha engañado a los socios para que le voten?
R. ¡Ellos me han engañado a mí! Con esto de los cargos te dicen, "si es muy fácil, sólo tienes que ponerte un esmoquin una vez al año y dar un discursito de tres minutos..." Pero al final te pasas el día trabajando.
P. Usted sabrá, ya presidió la Academia de Cine entre 1994 y 1999, y repite.
R. Lo de la Academia fue como presidir una comunidad de vecinos de un edificio de 1.400 inquilinos. Difícil. Espero que en este caso no sea así. Llevo años de consejero en la SGAE, conozco el percal.
P. ¿Qué hace exactamente un presidente de la SGAE?
R. Soy el máximo representante de los socios, es decir, de mis colegas, sólo eso es ya toda una responsabilidad. Tengo que favorecer en lo máximo posible al socio, garantizarle mayores ingresos y ayudas, procurarle la mayor cobertura posible.
P. Además de favorecer a 88.000 asociados y gestionar más de cinco millones de obras, la SGAE tiene batallas específicas como la piratería. ¿Su solución?
R. Si la tuviese me habrían nombrado rey universal no presidente. Es un problema con muchos costados, una alimaña que crece inesperadamente. Como mucho se puede controlar que sea lo menor posible. Es necesario que la gente se deje de sentimentalismos hacia el de la manta; detrás, el negocio lo hacen unos mafiosos misteriosos e incontrolables que se dedican a las drogas y cosas por el estilo.
P. También tiene la batalla del canon digital (que grava los dispositivos que permiten copiar obras culturales, de CD vírgenes a cámaras de fotos).
R. Lo critican porque grava una "teórica utilización", y es cierto, pero es un mal menor hasta que se dé con un método más milimétrico. Además, el canon son unos céntimos miserables.
P. Dicen algunos que la institución tiene cierto tufillo rancio, como de cobradores del frac...
R. Es un símil desagradable, pero es que pagar no es agradable para nadie y todo lo desagradable tiende a ser desacreditado. Pero es una obligación que hay que cumplir.
P. Usted rejuveneció y restó elitismo a la Academia, ¿piensa hacer lo mismo por la SGAE?
R. Dentro de lo que me permita el estatuto... No me gusta vegetar en los cargos, me aburro. El problema es que cuando la gente piensa en un autor o un artista piensa en Almodóvar, en los Oscar, los Nobel, y olvida los miles de creadores que soportan estas profesiones con beneficios muy escasos y un empecinamiento heroico. Para ellos cobrar sus derechos es fundamental para sobrevivir.
P. ¿Respetamos a los autores?
R. No lo suficiente. Nos hace falta una dosis de chauvinismo para aplacar esa sensación española de que no valemos nada.
P. Y para defender sus derechos, usted deja de crear...
R. Esa circunstancia es la que me tiene negro
juanjap escribió:José Luis Borau
R. Lo critican porque grava una "teórica utilización", y es cierto, pero es un mal menor hasta que se dé con un método más milimétrico. Además, el canon son unos céntimos miserables.
P. Dicen algunos que la institución tiene cierto tufillo rancio, como de cobradores del frac...

ENTREVISTA A JACQUELINE PASCARL
"No nos definen nuestros traumas sino la capacidad para enfrentarnos a ellos"
La periodista y escritora presenta en nuestro país Desde que fui princesa, el relato de 14 años alejada de sus hijos y su lucha por conservar la esperanza.
Naila Vázquez | Barcelona | 19/05/2008 |
Jacqueline Pascarl (Australia 1963) es una mujer enérgica, vital, de una sensualidad inherente a sus gestos, poseedora de una conversación inteligente y apasionada. Era una jovencita cuando se enamoró de un joven malayo perteneciente a la familia real. Se fue a su país, se caso con él y tuvo dos hijos. Como recuerda en la primera página de su libro, "ser una princesa es un estado mental, no un estado de gracia real"; un estado de opresión que estalló cuando su marido, a instancias de la ley islámica, decidió casarse por segunda vez. Pascarl se divorció y se llevó a sus hijos a Australia hasta que, en una visita, su ex marido se los levó a Malasia. Tras catorce años de lucha legal, de intentar sobrellevar su carrera como presentadora televisiva y protagonista de la noticia, de realizar el documental Empty Arms. Broken Hearts, creando una organización homónima para la lucha contra el rapto internacional, y participar como cooperante en misiones humanitarias, por fin vuelve a reencontrarse con sus hijos. Desde que fui princesa narra desde su peripecia al volante de un camión en Kosovo al reencuentro con sus vástagos.
-Una joven bailarina australiana conoce a un príncipe malayo que está estudiando en su país y se enamora…Parece el típico cuento de hadas pero éste no tuvo final feliz…
-Nunca lo consideré un cuento de hadas, sólo el titular lo parece pero yo no me casé con un príncipe, me casé con un hombre que me ofrecía formar una familia, que me ofrecía protección, lo cual era muy atractivo para mí pues tuve una infancia difícil. Me casé con la persona que conocí en Australia pero cuando fuimos a su país cambio totalmente. Dejó de ser un hombre y empezó a ser un príncipe.
-¿Cómo fue su vida como princesa?
-Por supuesto para una chica tan joven tener unos recursos casi ilimitados era atractivo. Exceptuando que no podía comprar lo que yo quería, no podía vestirme como quería y ni siquiera era posible tener un armario como princesa y otro para mí, todo estaba basado en quién era, con quién me había casado, en mi posición dentro de la familia. Así que era muy claustrofóbico ser princesa. Cuando nació mi niño yo tenía 19 años y…me creció un cerebro, era joven pero me di cuenta de que era responsable de otro ser humano. Además, mi cerebro era muy australiano, muy occidental.
-Por todo ello decidió divorciarse. Volvió a Australia con sus dos hijos y en una visita él se los llevó. Según tengo entendido con un plan previamente diseñado…
-Sí, fue completamente premeditado. Parece que llevaba un año más o menos planeándolo. Tuvo tres cómplices, uno de ellos fue a prisión y los otros dos, según lo que me contaron las autoridades, no fueron encarcelados a cambio de ofrecer información.
-¿Se sintió ayudada por las autoridades australianas?
-Inicialmente, en los primeros 18 meses, me ayudaron muy poco. En el momento en el que se secuestró a mis hijos el gobierno estaba pendiente de un acuerdo comercial y, por otra parte, se iba a alargar la concesión de una fuerza aérea militar en Malasia. Aún así, el primer ministro malayo por entonces tenía ciertos problemas con la familia real –corrupción, escándalos- y le convenía tener como ejemplo de castigo a un miembro de la familia real que no estuviera en ascendencia directa al trono, como mi marido. Por eso dijo que si Australia solicitaba la extradición de los niños, él analizaría el caso. ¡Australia tardó más de 18 meses en preparar la documentación de la extradición! Estuvieron recogiendo testimonios de muchísimas personas, policías, militares…algo ridículo.
-¿Por qué lo hicieron así?
-No saben entender las señales políticas de los asiáticos, para ellos la forma de hacer diplomacia es: mándame los documentos y yo te los devuelvo. Además, por esa época, el príncipe, mi ex marido, se convirtió en un islamista radical: un héroe nacional integrista. Cosa que dificultaba aún más la extradición. A ello hay que añadir que Malasia no formaba parte del Convenio de la Haya, de haber sido así, todo hubiera resultado mucho más simple.
-En todo este proceso la prensa también tuvo una gran relevancia. ¿Se sintió decepcionada con los medios de comunicación?
-Decepcionada no, ya que implica que tienes expectativas que no se cumplen, más bien desengañada. Pasé de informadora a ser el sujeto de la información y llegué a sentirme avergonzada de ser periodista. Tuve muy buena prensa al principio pero, a medida que pasó el tiempo, el tema se estabilizó, se hizo aburrido, así que buscaron nuevos enfoques, más morbo. Por ejemplo, tratar de envilecerme, de dar mala imagen de mí. La cuestión fue que la prensa, incluso mis propios colegas, no podían entender que en esos momentos no era una periodista sino una madre, cuyos hijos había sido raptados. No podían ver otra cosa que no que no fuera la víctima total y yo no me comportaba como se suponía que debía hacerlo, me negaba a ser una víctima, quería ser una luchadora y renuncié a llorar –salvo en momentos de gran debilidad-. La gente te juzga por 30 segundos en televisión sin ver el resto de las 24 horas que estás pasando. A pesar de tantos años de feminismo, las mujeres aún estamos constreñidas por dos esquemas: o somos madres sufridoras o somos putas. Yo no quiero ser identificada como una mujer: soy una persona a la que le han quitado a sus hijos además de tener muchas otras facetas. Un día voy bien vestida como ahora y otro voy con botas militares en un campo de refugiados llevando un camión.
-¿Cómo manejó la lucha para volver a recuperar a sus hijos?
-Con información y conocimiento empecé a entender al monstruo, a comprender lo que les había sucedido a mis hijos. Por ello, para informarme a mí misma y entender pero también para extender ese conocimiento a otras personas que habían pasado por lo mismo, empecé a hacer un documental sobre el tema y a entrevistar a gente en mis mismas condiciones. Seguí con la lucha legal, muy intensa en los primeros años, y después intenté concentrarla en dos días cada tres meses ya que el desgaste era tal que me resultaba imposible mantener toda esa fuerza durante tanto tiempo. Para mi propia salud, pero además si quería recuperar a mis hijos y ofrecerles una vida, no podía quedar totalmente absorbida por la pena y el dolor, o no tendría nada que dejarles.
-Compartió su experiencia con otros padres que había sufrido este tipo de secuestros…
-Sí, por supuesto, pero yo no creo en un grupo de gente que se sienta en corro cogidos de las manos a llorar…Estaba en contacto, intenté difundir al máximo los raptos internacionales de este tipo pero no mantuve un relación social para auto compadecernos mutuamente. Lo curioso era que en mis apariciones en televisión, mientras que el público sí entendió perfectamente mi actitud, mis compañeros parecían estar furiosos conmigo por seguir viviendo, respirando y que todo eso no me hubiera abrumado.
-Al cabo del tiempo, tal como va contando en el libro, empezó a colaborar con iniciativas de cooperación como CARE Internatonal, Book Power y sus campañas de alfabetización o creoó su propia organización, Empty Arms, para los niños raptados. Visitó zonas en conflicto como Bosnia, Kosovo o Timor oriental. ¿Cuáles eran sus tareas?
-Conducir camiones, limpiar letrinas, distribuir las camas o asesorar en casos de psico trauma. Pero si me preguntas por lo que decía en mi hoja de tareas del día era encargada del alojamiento. Cada tienda contenía unas 28 personas y según la Organización Mundial de la Salud debe haber un metro de distancia entre cada cama, cosa que no era fácil de respetar pues nos faltaba espacio. En una noche podían llegar 1300 personas de golpe y había que colocarlas. Así que tenía que ir a las tiendas y si en una encontraba a una familia de ocho personas que se habían repartido la tienda para tener un espacio para su comedor, su cocina, debía decirles que no, que ahí entraban 20 personas más. A menudo se negaban a punta de navaja, pero tenías que mantenerte firme o de lo contrario dabas el mensaje que los cooperantes internacionales se amedrentan con nada. Al mismo tiempo debías comprender las experiencias traumáticas por las que pasaron, que les llevaban a pelear por un pedazo de tienda de campaña para mantener lo que les quedaba de orgullo.
-Una tarea complicada…
-Lo curioso es que las mujeres pueden adaptarse a los campos de refugiados, siguen buscando agua, comida, siguen cuidando de sus hijos pues no tienen otro remedio, no pueden venirse a bajo. Los hombres, en cambio, se sienten desplazados, abrumados por las experiencias vividas. Era frecuente entrar en las tiendas y ver hombres estirados en sus camas, con la cabeza hacia la pared sin comunicarse con nadie. Hay que entender los problemas por los que ha pasado cada uno y saber conservar la autoridad.
-Por qué decidió contar la experiencia de su familia primero en un libro y ahora en un segundo?
-Lo cierto es que yo tenía un contrato con mi editor para publicar tres libros. Empecé el primero [Un vez fui princesa] y cuando prácticamente lo había terminado, no me sentía con fuerzas para entregarlo y hacer la promoción. Contaba toda mi experiencia, todo el dolor, toda la lucha pero mi vida aún seguía igual, sin ellos a mi lado. La gente me haría preguntas, me harían removerlo y lo harían sólo desde una perspectiva personal sin considerar mis habilidades artísticas. Así que pagué dinero para romper el contrato y les propuse, dadas las circunstancias, recoger en un libro mis experiencias en el campo de la cooperación. Un golpe del destino hizo que, mientras se gestaba el libro, llegara el reencuentro con mis hijos. Por todo ello, el libro aúna este reencuentro y el proceso de lucha anterior que me ha llevado a trabajar en zonas de conflicto. Mi historia no es la trama principal sino que se entremezclan.
-¿Qué cree que van encontrar en él los lectores?
-Pienso que lo más importante del mensaje es saber que, si bien no todos tenemos la habilidad para hablar, sí tenemos una voz. Cuando se habla de algo, cada uno en su casa, donde sea, esa voz se eleva, se consigue que otros se abran a escucharla. Ante algo como lo que yo he pasado, uno no se puede quedar de brazos cruzados, no podemos quedarnos quietos ante la tragedia: no nos definen nuestros traumas sino la capacidad para enfrentarnos a ellos. Nunca perdiendo la esperanza.
-¿Cómo entienden sus hijos todo lo ocurrido?
-Tengo cuatro hijos, dos de ellos han estado catorce años lejos de mí –sólo los vi alguna vez en imágenes por televisión- y se sienten enfadados por haber estado 14 años sin poder escoger. Quizá uno es malo en una algo pero necesita la oportunidad de probar, intentar y fallar es mejor que ni siquiera probar. Mis hijos sienten que se les ha robado esa oportunidad de probar, de experimentar con cosas que les hubieran ayudado a conocerse mejor. Ahora están intentando recuperar el tiempo perdido.
-¿Y la relación con su padre…?
-Mis hijos tienen una interesante y complicada relación con su padre, pero ahora son adultos y les toca a ellos lidiar con todo esto.
Rosa Montero
Miércoles, 21 de Mayo de 2008 de 17:00 a 18:00
La nueva obra de Rosa Montero es una tragicomedia, a mitad de camino entre el humor y la emoción. En 'Instrucciones para salvar el mundo', cuatro personajes inmersos en la apocalíptica modernidad de una gran urbe verán cómo se cruzan sus destinos. La escritora charlará con los lectores sobre este libro el miércoles 21 a las 17.00.