BRINDISI escribió:El ascenso debe ser un objetivo irrenunciable para la U.D. Después, los resultados nos pondrán en nuestro sitio.
Así es. Ese objetivo está grabado en el ADN de la UD Las Palmas. Punto. Ahora empezamos a discutir otras cosas. Descartamos, por enésima vez el tópico del dinero, excusa barata de los inútiles, de los malos planificadores, del Juanito style, de los mediocres y de los que piensan que pagando a un delantero 900.000 euros se sube a primera en noviembre. Ya lo ven, en segunda b. Estamos hasta la coronilla de explicar que armar una buena escuadra, competitiva, dura de roer, memorizada e inteligentemente conjuntada no es sinónimo de millones. No. Es sinónimo de trabajar bien, de llegar a la excelencia, de exprimir el know-how existente, alcanzar una metodología suprema y regirse por criterios alejados de ciertos tics que han confluído en los últimos años en este club. Procesar datos en la manera correcta y plasmarlos en un proyecto perfectamente delimitado, estudiado, lógico y viable. Aplicar esta teoría al fútbol podría traducirse de varias maneras, pero como ejemplos pueden constar unos pocos. También dicho hasta la saciedad, pero no por ello, cansino volver a repetirlo.
En segunda división la figura de la estrella sirve de poco. Tal vez puntualmente, pero poco más. Es posible un Emaná o un Trashorras, pero necesitará mucho más. Necesitará buenos jugadores, pero ni siquiera muy buenos. Pero especialistas en su posición, de juego fácil y el espíritu de segunda. ¿Es difícil conseguir en el mercado este prototipo? Si la respuesta nos la ofreciera la UD de los últimos años, sería afirmativa. En el caso que la respuesta provenga de: Rayo, Celta, Girona, Elche, Granada, Valladolid, Alcorcón,Xerez, Cartagena, Numancia, Nástic o Córdoba,de economías humildes o directamente en bancarrota, es evidente que la respuesta sería negativa.
¿Vienen los futbolistas a la UD Las Palmas por decisión propia? Es obvio que no. Luego ya tenemos una clave resuelta. Hay un trabajo técnico pésimo, de muy baja calidad, que una empresa está obligada a sustituir hasta encontrar la pieza que funcione y encaje a la perfección. De momento, nos esperamos sentados, porque ni de lejos se ve ni siquiera la intención. En el hipotético caso de resolución, digamos automática, porque en empresa no podemos hablar de milagros, de lo anterior, entramos en otro apartado fundamental: el director técnico, el entrenador, el míster. En la historia del fútbol español hay casos sangrantes, casos realmente dantescos, de direcciones técnicas que han producido pavor, vergüenza ajena, ridículo, humillación o cachondeo, o todo junto a partes iguales. Muchos "licenciados" que rebuznaban directamente. Intentar comprender cómo un sujeto sin formación, luces ni aptitudes pueda tan siquiera explicar, así sea por medio de lenguaje gestual, una táctica, una estrategia o dar una orden clara y concisa, se antoja imposible. Pues en el caso de la UD Las Palmas de los últimos años se ha batido ese triste récord hasta llegar, esta misma temporada, al cúlmen del horror más apocalíptico en forma de entrenador: se contrata a un inútil sin referencias, con nula experiencia y de escaso intelecto.
La resultante es criminal, produciéndose casi un agujero negro en el equipo por los alocados experimentos de un incompetente paranormal. La vuelta a la lógica salva los muebles al borde del precipicio. Una vez más queda demostrada claramente la importancia en la empresa de la unión indivisible y permanente de dos premisas fundamentales del principio del éxito en una experimentación futbolística: una buena idea de negocio(ambición),buenos jugadores, sin rozar la excelencia, una dirección cualificada y a la tarta, si se desea, se le puede añadir una guinda: un futbolista "especial", tipo los nombrados Trashorras, Emaná o Rubén Castro. Eso es caro, incluso, de momento. No importa, aquí hay uno gratis: Jonathan Viera.
Por supuesto con los topes salariales impuestos desde el actual consejo. Empíricamente, no veo la necesidad de repetir machaconamente la necesidad imperiosa de únicamente contabilizar 50 puntos, esto es, reducir el horizonte empresarial a una permanencia que cercena el crecimiento futuro de una empresa en expansión. La permanencia en segunda es innegociable, ni se debe tratar. Se debe dar por supuesta. Pero el famoso gen nos obliga a pensar, atendiendo a los razonamientos anteriores, en el plan b, que en este caso pasa a ser plan a.
Y a final de temporada, volvemos a hablar.