Miguel Ángel Brindisi, un diablo en el cielo
" Un fuera de clase como jugador, Miguel Ángel Brindisi supo ser ídolo de Huracán, Barcelona de Ecuador, Unión Deportiva Las Palmas de España, Boca Juniors e Independiente de Avellaneda. Saboreó las mieles del triunfo y las hieles de la derrota."
Pocos, como él, supieron ser ídolos en los equipos en que militó. Pocos, como él, conocieron la otra cara de la moneda, la de la derrota, dura prueba que el caprichoso destino puso en su camino para que comprendiera qué tan hondo logró llegar en el corazón de los aficionados. Y fue hondo, muy hondo, porque la idolatría de los hinchas por Miguel Ángel Brindisi se mantuvo intacta, a pesar de los sinsabores compartidos.
Hucarán, el club en el que surgió y con el que debutó el primera división; Unión Deportiva Las Palmas, de España, su primera excusión en el extranjero; Boca Juniors, con el que se consagró campeón en 1981 al lado de Diego Armando Maradona; Nacional de Montevideo, con el que celebró el título; Deportivo Municipal de Guatemala, al que le brindó dos coronas; Barcelona de Guayaquil, con el que dio dos vueltas olímpicas y al que llevó a la final de la Copa Libertadores de América; e Independiente de Avellaneda, al que desde el banco le regaló tres trofeos para engrosar su bien ganada fama de Rey de Copas, son los equipos cuyas aficiones profesan idolatría por Brindisi.
Nació el 8 de octubre de 1950 en Parque Patricios, el barrio bonaerense que también le dio vida al club que lo marcó: Huracán. Allí llegó con solo 12 años y sin una ubicación definida en el campo: jugaba de arquero y de delantero. “El ídolo del barrio era el Toscano Alberto Rendo y con nuestro equipo fuimos a jugar a Huracán. Yo era el arquero, pero ese día no llegó el 9, un pibe fue al arco y yo jugué adelante. Me vio Rogelio Di Julio y me dijo que fichara con el Globo”, relató. Debutó en 1967, al lado de otro inmortal de la institución: Carlos Babington. En 1973, de la mano de un hasta entonces poco conocido (y no reconocido) César Luis Menotti, logró el que hasta ahora es el único título nacional del club. Brindisi era el guía, el capitán, el símbolo y, aunque esa nómina tenía otros muy buenos jugadores, él era el preferido de los hinchas. Al final de esa temporada, fue elegido segundo mejor jugador de América, superado por el mítico Pelé.
Aquel 16 de septiembre de 1973, en Parque Patricios se vivió una fiesta inolvidable. Aunque Huracán cayó 1-2 con el Gimnasia y Esgrima de La Plata del Loco Hugo Gatti, celebró el título gracias a que Boca (que empezó a aparecer en la vida de Brindisi) también cayó, por idéntico marcador, frente a Vélez Sarsfield. Además de los mencionados Babington y Brindisi, aquel plantel de Huracán contaba con René Houseman, Roque Avallay, Omar Larrosa, Carlos Carrascosa, Alfio Basile y Nelson Chabay, verdaderos pesos pesados en la historia del fútbol argentino. Más allá de la consagración, aquel equipo aún es recordado por el elevado nivel, por lo vistoso de su juego, porque era un oasis en un fútbol argentino en el que el virtuosismo no abundaba. Esas características, de hecho, fueron las que le permitieron a Menotti ser llamado a dirigir la Selección Argentina, tiempo después.
Consagrado en el Globo, viajó a Europa, al modesto Unión Deportiva Las Palmas, de las Islas Canarias, en el que integró el que muchos consideran el mejor elenco de la historia del club. Fue el que disputó los dieciseisavos de final de la Copa UEFA en la temporada 1977/78, ronda en la que fue eliminado por el Ipswich Town inglés. Había conseguido el cupo tras ocupar el cuarto puesto en la liga española por detrás de Atlético de Madrid, Barcelona y Athletic Bilbao. En 1979 regresó a Huracán y un año después se enroló a Boca Juniors, con el que tuvo el privilegio de compartir el único título que Maradona ganó en el fútbol argentino. “Ese Boca era Maradora y diez más. En todos los equipos donde Diego estuvo fue así. Era una motivación increíble”, afirmó en una entrevista con la revista El Gráfico.
Los resultados pueden con cualquiera. En Racing, pudieron con Basile, Perfumo y Pizzuti. Pero las historias no se matan”, respondió algún día cuando le preguntaron si esos malos momentos con Huracán e Independiente no ponían en riesgo su prestigio. Y la de Brindisi, como jugador y como entrenador, fue una historia con más altas que bajas y, especialmente, con unos ingredientes de esos que enamoran al hincha, que lo perdona todo. Fue un centrocampista elegante, con gran visión de juego y con una característica poco habitual por aquella época: goleador. Por haber jugado dentro del área de chico, tenía alma de delantero y, gracias a su depurada técnica, hizo muchos goles. De hecho, con 194 tantos, es uno de los diez máximos goleadores del fútbol argentino.
En sus mejores años, comienzos de los 70, se privó de participar en el Mundial de México, por la inesperada eliminación de Argentina a manos de Perú. Jugó en Alemania-1974, pero ese torneo, dice, es su mayor frustración. En especial, el partido contra la poderosa Holanda de Johan Cruyff, en segunda fase. Quizás a modo de compensación, el fútbol y la vida le dieron la oportunidad de compartir en las canchas con tres de los mejores jugadores de la historia: el brasileño Pelé, el holandés Cruyff y su compatriota Maradona.
De joven, trabajó en la carnicería de su padre, un lugar donde aprendió mucho de la vida. “Laburar allí me enseñó que hay una vereda, la de la derecha, la de la honestidad, del sacrificio, y que existe la otra en la que se pueden conseguir cosas más fáciles, pero en la que podés vivir expuesto”. Una honestidad y un sacrificio que, sumados al inmenso talento que regó por los campos del mundo, lo convirtieron en uno de los mejores jugadores argentinos de los últimos 50 años y, sobre todo, en ídolo de los hinchas de Huracán, Barcelona de Ecuador, Unión Deportiva Las Palmas, Boca Juniors e Independiente. Un jugador distinto, un fuori di clase que nunca perdió ese fuego interno que distingue a los elegidos. ¿Qué extrañás de tu época de jugador?, le preguntaron un día: “Todo. El primer sopapo lo sentís cuando estás de la línea blanca para afuera. De este lado tenés algunas satisfacciones, pero no es lo mismo”. Pocos como él conocen esa diferencia…
http://colombiamundialencontravia.com/m ... -el-cielo/