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Un vergonzoso intento de linchamiento moral

"AYER, EL PARLAMENTO DE CANARIAS fue escenario de un vergonzoso intento de acallar a un medio de comunicación, éste, por parte de un partido que se llama NC-NGC. Traducimos: Nueva Canarias, Nueva Gran Canaria. Fue una actuación propia de los métodos leninistas-estalinistas que tanto admiraron en su juventud comunista algunos líderes de esa formación, todavía adscrita al grupo de Coalición Canaria. Resulta inconcebible que en esta época de democracia y libertad de expresión se puedan dar intentos de amordazar a un periódico por expresar sus opiniones, y, encima, exigir a un Gobierno contundencia contra sus artículos editoriales, exigiendo así al poder Ejecutivo que asuma las funciones del Judicial. Y detrás de este intento de linchamiento moral está, no lo olvidemos, un ex presidente de Gobierno -Román Rodríguez- que no demostró ninguna simpatía por Tenerife durante su mandato, que incluso ignoró el patronazgo regional de la Virgen de Candelaria y se lo tomó a broma; alguien que ya en sus tiempos estudiantiles en La Laguna dejó constancia de la "contundencia" de sus métodos de protesta.

Y todo porque EL DÍA sostiene que a la isla de Canaria no le corresponde el calificativo exagerado de gran, cuyo origen -según testimonian documentos citados incluso por quienes nos critican- se encuentra en la confusión inicial de los conquistadores al llegar a aquella isla cuando aún Tenerife -la del Infierno, al decir de ellos- no había sido conquistada y, por lo tanto, permanecía inexplorada. No obstante, durante mucho tiempo se la siguió llamando como nosotros proponemos, Canaria, en el habla popular. Precisamente, a raíz del desgraciado incendio que destruyó la sede del Obispado Nivariense, dábamos cuenta en nuestra crónica del suceso de un testimonio en este sentido. Un documento sobre la construcción del edificio recoge las palabras de un cantero que dice que empezará a trabajar en la obra "de vuelta que sea de la isla de Canaria, para donde estoy de viaje". Y estamos hablando de mediados del siglo XVII.

Por supuesto que al pueblo de esa isla, que aquí, desde antiguo, tantas veces hemos calificado de hermano, se le puede aplicar el calificativo de grande, pero una cosa es la valía o la nobleza de la gente y otra la geografía y la historia. Y como el calificativo de "gran" da a entender que la de Canaria es la mayor de las islas en superficie es por lo que creemos llegado el momento de rectificar y cambiar su nombre actual, y dejarlo como desde la antigüedad señalaba la cartografía.

No olvidamos que habíamos prometido no volver sobre este asunto, a no ser por razones de peso. Pero es que creemos que esa pregunta de un diputado al Gobierno canario en la Cámara es muy grave, porque, junto a la petición de que el Ejecutivo se pronuncie al respecto, se incluyen una serie de descalificaciones e insultos para este periódico, y para su trayectoria editorial, siempre limpia, honrada e inspirada por el patriotismo, que tendría que demostrar quien los hace.

A cuenta de nuestras posiciones, cuestionan estos inquisidores de nuevo cuño nuestra vocación de unidad, y nosotros reiteramos lo que ya hemos dicho en otras ocasiones: la unidad de Canarias esta ahí, es un hecho natural, incuestionable e inamovible; a lo que nos oponemos es a la unidad política que pretenden quienes buscan resquicios para que se identifique a toda Canarias con G. Canaria, por la similitud de los términos, sacando provecho de la confusión que crea entre los foráneos. En todo caso, si de unidad se trata, ¿por qué no se vuelve a la que se perdió, esto es, a la que cercenó de forma torticera una dictadura, la de Primo de Rivera, con el decreto de división provincial de 1927, momento hasta el cual Santa Cruz de Tenerife era la capital única de la provincia única de Canarias?

Somos sinceros al decir que estamos convencidos de que detrás de este ataque de NC-NGC a este medio no está el pueblo llano de Canaria, sino el "simpático" -y esta vez granuja- mogollón, gofión y canarión político gcanario. Pero la canariedad no la hacen los políticos, existe desde hace mucho tiempo entre los habitantes de las siete islas sin necesidad de que nadie los obligue a ser lo que ya son desde que nacen. Ahora bien, si lo que se pretende es la unidad impuesta por decreto para ponerse G. Canaria, la tercera isla del Archipiélago, al frente de la región, decimos que no.

Y ojo con la reforma del Estatuto de Autonomía; que no se cuelen ventajas en este sentido. Decimos más: si esta reforma que parece estar ya pactada no sirve para reparar las injusticias cometidas con Canarias, en general, y con Tenerife, en particular, no tendrá ninguna validez. Por cierto, todavía estamos esperando a que el Gobierno nos diga cuándo se van a reponer las oficinas que se han ido llevando a Las Palmas a lo largo de los años y cuándo se van a reparar los agravios perpetrados por los políticos de G. Canaria, los de ayer y los de hoy, contra Tenerife.

En 1927, consiguieron la desunión. Ahora admitirían una unidad con la cabeza en la tercera isla, en Canaria.

En fin, el "gran" es el gran problema para la unidad política del Archipiélago.

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=19028