BORJA ESTUPIÑAN escribió:
Gracias Heraklitos por la explicacion.
En contraposicion a esa idea, los buenos jugadores de un modo general, no necesitan ni adaptacion, ni automatismos con sus compañeros. Es una cuestIón de conceptualizacion de lo imprescindible en el esquema futbolistico, parar un balon, control del mismo, rapidez y anteposición, en la vision de la jugada y sobre todo, nivel hematocrito en las venas.
La falta de este valor, el jugador canario lo suple con templanza y sentido del juego. Hay varios ejemplos en uno y otro sentido en la rabiosa coetaneidad, Vitolo y Viera lo tienen todo, y un jugador que pudo ser, pero le faltaba eritropoyetina, David González.
Dentro del acerbo futbolistico gran canario hay un defecto, que es proteger con un microclima nacionalista-futbolero cualquier figurita imberbe que no ha empatado con nadie y que por edad tiene una superiodad fisica con otros compañeros, que aventajan en 1 o 2 años y parecen , para el aficionado, verdaderas deidades cuando en realidad son futbolistas corrientes y molientes. Es por eso, que me produce un exilio intelectual y un rechazo cuando idolatran a niños que estan por crecer y los echan a perder.
Saludos
Bueno, donde tú ves un defecto autóctono yo veo algo más general; exaltar y/o exagerar las virtudes de los jugadores del propio equipo, así como de sus jóvenes promesas, es lo más normal y común en cualquier equipo, cosas del forofismo universal. Y aunque me parece comprensible el acerbal rechazo que te inspira, tampoco me parecería justo cuestionar el sano apoyo a la aparición de jóvenes promesas que siempre ha formado parte de nuestro Acervo Futbolero. Es más, si realmente existe una peculiaridad idiosincrásica del Forofismo Canario en particular, sería más bien que a los entusiastas de un jugador siempre les nacen opositores no menos entusiastas. Ejemplos: a la hueste de fieles de Alfonso Silva se contraponían no pocos ni fieros detractores, a Germán le surgieron anti-germanistas, al Moco lo entullaban a tantas críticas como alabanzas, el Antipalanquismo, etc, y la verdad es que en todos estos casos me parece que la verdadera irracionalidad recaía sobre aquellos a los que daba coraje la admiración ajena. Ahí sí que se podría añadir un capítulo nuevo en una reedición de
Etnología del fútbol canario.
El caso de David "El Moco" González es capítulo aparte. Casi mejor no mentarme el tema que me enralo, ya que no creo que fuera —como muchos piensan— un freestyler que le venía grande el verde, ni un talento que ensombrecieron las categorías de barro —como también se escucha—, sino más bien un tipo de jugador muy específico, difícilmente transplantable a otros climas futbolísticos, y que solo podía adaptarse a nuestro fútbol (en una época en la que las urgencias no nos permitían ningún adorno).
Un gran jugador puede adaptarse a cualquier equipo pero el tiempo que le lleve nunca va a ser el mismo. Caso paradigmático es el de Messi con la Selección Argentina, que me refuerza en mi idea de que también el máximo talento necesita apoyo y un proceso de adaptación.
Si Yoni hubiera subido al primer equipo él solo, ¿quién nos asegura que hubiera cuajado y no se hubiera sentido como un pez fuera del agua como parecía al principio el pibe argentino Mateo?, ¿no tendría algo que ver que la de Viera y Vitolo fuera ya una sociedad bien engrasada en la Vela Chica?, ¿es casualidad que el mismo año que Viera y Vitolo promocionaron al primer equipo también lo hicieran Lizoain, Juampe, Aythami Álvarez y Vicente?
Hay que preguntarse dónde reside el diferencial de un jugador de indiscutible jerarquía. En sus propias condiciones o en el reconocimiento (y consecuente aprovechamiento) de las mismas por parte del resto del equipo. Yo me inclino más por lo segundo, por eso creo que aunque se implante un Modelo Academia y un sistema de juego en toda la cadena eso no nos garantiza la adaptación de filiales al primer equipo. Es un paso adelante en la optimización del juego combinativo por el que apostamos, pero probablemente también hacia la previsibilidad.
Nuestro fútbol se basa en el engaño y en el futbolista imprevisible que los inventa, pero su virtud radica en que sus compañeros están más que acostumbrados a esperar lo inesperado, porque conviven cotidianamente con ello y juegan de memorieta.
De nada. Un atento saludo.