La bandera costará 1.111 euros por semana
Bueno, ya tenemos en nuestro poder los informes sobre la famosa bandera soriana que ondea (de vez en cuando) en la Plaza del Fuero Real de Gran Canaria desde que la actual mayoría gobernante en el Cabildo la rescatara. Primer titular: el coste de mantenimiento del invento es de 1.111 euros por semana, según consta en la memoria avalada por el ingeniero jefe del Servicio de Obras Públicas e Infraestructuras de la Corporación, Ricardo Pérez Suárez. Segundo titular: Alguien sigue mintiendo en torno a la bandera de marras, porque si nos atenemos a ese informe, que cifra en 18.887 euros el coste del mantenimiento durante 17 semanas, hasta el 31 de diciembre de 2011, es imposible que tal concepto se quede en los 30.000 euros al año que avanzaron José Miguel Bravo de Laguna y Fernando Bañolas el pasado 7 de septiembre, cuando acudieron encantados de conocerse al re-izado de la banderita. Si los cálculos no nos fallan, 1.111 euros por 52 semanas que tiene el año, arrojan un total de 57.772 euros anuales, 60.000 mal contados, diez millones de las desaparecidas pesetas. ¿Ya apareció el empresario patriota que está dispuesto a hacer frente a ese coste anual o, como es de prever, lo pagaremos entre todos a costa de recortar en alguna necesidad más perentoria? Pero hay más, no se vayan.
Ya pueden irse envolviendo en la bandera los que dijeron que el coste anual de mantenimiento iba a ser de 18.000 euros porque, sencillamente, mintieron como bellacos. Solamente supervisar los trabajos de reposición del artilugio costaron a la Corporación 2.500 euros, que fue lo que cobró el estudio Análisis Ingenieros, a razón de 750 euros por coordinación, 1.200 por supervisión y 550 por redactar el informe final de coordinación y supervisión. Todo ello aparte de los casi 19.000 euros que hay que pagar a Postigo Obras y Servicios hasta que termine el año para las tareas de mantenimiento. Porque el contrato se ha adjudicado a esta compañía, puntera en el mercado de la señalización de carreteras pero sin la experiencia reclamada en el informe técnico que en julio pasado emitió, por encargo del Cabildo, el ingeniero de Caminos Juan Luis de Bethencourt Gallego. A lo largo de diecisiete folios, De Bethencourt se detiene de modo prolijo a valorar los pros y los contra de la bandera para concluir que es segura siempre y cuando se observen unas exigentes medidas de seguridad y de mantenimiento, y se encomiende éste a una empresa especializada, preferentemente vinculada al "mundo de la náutica". El Cabildo, sin embargo, ha preferido a una firma comercial líder en el sector de las señalizaciones viales.
Antes de abandonar la presidencia del Cabildo, concretamente el 5 de marzo de 2007, José Manuel Soria conoció un inquietante informe de la empresa Alisios Sailing Center, que fue la contratada por la Corporación un año antes para la instalación y mantenimiento de la famosa bandera. En ese informe, los expertos advertían de que las banderas "presentan un deterioro superior al previsto inicialmente" debido al viento (cercano al límite que recomienda el fabricante), a la cercanía al mar (humedad y salinidad) y a la presencia en los alrededores de palmeras que golpean a la bandera en las operaciones de izado y arriado. Pero, además, Alisios Sailing se curaba en salud al prevenir que "no se excluye que alguna bandera pueda sufrir una rotura estando izada", y recalcando que un cable eléctrico instalado al norte del mástil "hace muy difícil el izado y arriado cuando el viento sopla del sur y supone un peligro, tanto para nuestros operarios como para los viandantes". Este informe llevó a José Miguel Pérez a decidir no izar la bandera durante los cuatro años en que fue presidente del Cabildo. El famoso cable eléctrico ya no se encuentra en los alrededores (parece pertenecer a la iluminación navideña) pero no hay constancia en los informes que hemos visto de que las palmeras hayan sido retiradas.
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Y con el Tritón lo mismo. Gastos inútiles, superfluos y megalómanos, uno del impresentable Soria y otro del acabado y pretencioso Saavedra. Lo peor, la ola que le hace un inútil redomado para la política como Bravo de Laguna al virrey de Tafira: tragarse el orgullo que no tiene y lamerle el trasero a quien fue su verdugo político al que largó de la política de la manera más barriobajera. El talante de Bravo no tiene precio: el virrey lo vuelve a llamar y Bravo acude como un corderito deslechado. Ni honor, ni orgullo, ni personalidad. Son, los cantinflas de la política, hienas que se mueven a placer en la putrefacción. Disfruten lo votado.