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Kramer escribió:Queridos amigos:

Es cierto que llevo desaparecido unos días en cuanto a escritura pero, la verdad, es que no he separado la vista de esta tribuna amarilla que es www.udlaspalmas.net ni un solo día en todo este tiempo.

El domingo fue para mí motivo de regocijo escuchar que 32.000 personas volvían a llenar el Estadio de Gran Canaria. Sinceramente, creo que era lo que le hacía falta a este equipo para poder encarar las eliminatorias (aunque primero haya que clasificarse) con ánimos diversos y bríos varios. Desde luego, un hurra por todos y cada uno de los que asistieron al estadio, porque han (y hemos) demostrado todas y cada una de las veces que el equipo necesitaba, que somos el mejor capital que posee esta entidad.

Y es que la UD Las Palmas, pese a quien le pese, es mucho más que un equipo, un sentimiento que recorre las venas, que da vida a nuestros corazones, una razón de ser. Pero, bueno, a lo que iba: estaba aquí sentado en el trabajo, entre presupuestos, facturas y proveedores, cuando me dije: "Voy a echarle una visita a mis amigos y hermanos amarillos" y debo confesar, que al leer las dos historias de los amigos desaparecidos, la pierna se me ha echado a temblar, y los ojos se me han empañado con lágrimas, haciendo un esfuerzo para no romper a llorar.

Porque supongo que si mi compañera, que está a mí lado, me viera, pensaría: "A este le pasa algo". Y, por supuesto, algo me pasa. Que lloro de alegría. De alegría, porque veo que, allá donde estemos, siempre habrá en cada uno de los rincones de este planeta, y en el más allá ALGO que nos une a todos los que deambulamos por este espacio cibernético (y otros tantos en tantos otros lugares del globo), que es ese sentimiento al que me refería anteriormente, que no es otro que nuestra amada UD LAS PALMAS.

En un instante, se me ha pasado por la mente al niño alongado de una nube, mirando al Gran Canaria, y rezándole a Dios para que marquemos otro gol; al padre que marchó a pasear por las estrellas, con su chandal, animando desde arriba, para que volvamos a ganar. Y, de repente, despierto de la ensoñación, y me doy cuenta que estoy aquí, sentado en una mesa, en algún lugar a miles de kilómetros de casa, y me doy cuenta que he empezado a llorar. De lo feliz que me siento de ser AMARILLO HASTA LA MÉDULA, Y HASTA EL INFINITO.

Gracias, Dios, por haberme hecho amarillo. No podría haber sido de otro equipo.

Hoy, más que nunca, me despido, hermanos
desde allende los mares, del forzoso destierro de Sevilla.

Kramer