RIVER 2 - GIMNASIA LP 0
"Ahí están, los que jugaron para atrás"
Los hinchas de River humillaron a los jugadores de Gimnasia por el escandaloso ST frente a Boca. Hubo silbidos, insultos, la exteriorización de tanta bronca contenida.
MARIANO MURPHY
mmurphy@ole.com.ar
San Esteban y Troglio. Al capitán lo silbaron cada vez que tocó la bola. Con Pedro no hubo paz: lo putearon los 90 minutos.
Este Gimnasia de Troglio, qué duda hay, es un equipo milagroso: además de provocar el milagro de que River gane un partido sin pasar sofocones en el fondo, provoca el milagro que desde la San Martín, la Belgrano y la Almirante Brown (la Centenario no, esa tribuna está vacía) no baje ni un cantito, pero ni uno, en contra de Boca. En un Monumental copado por voces gallináceas, cumbre de paladares negros y Atilios Costafebres, el Lobo provocó la rareza, histórica, nunca vista, de que nadie se acuerde de Boca. Gimnasia tuvo la exclusividad de todos los insultos. Por eso de perder contra Boca antes de salir a la cancha, de no ir a toda máquina, de jugar, aunque se olviden los hinchas millonarios, pareciéndose mucho, muchísimo, a aquel River de Merlo, cuando cayó 3-1 contra el propio Gimnasia LP, y Gallardo, el mismo que ahora grita un gol, vio la roja tempranito.
Pero falta para que Gallardo grite su gol y gambetee rivales y patadas de un enfurecido San Esteban. Ahora son las tres y media de la tarde y resta un rato todavía para que ¿arranque el partido? No se sabe. Que sí, que no, en la puerta del Monumental todo es incertidumbre. Algunos hinchas caminan con cara de puchero, manos en los bolsillos, hombros encogidos, domingo triste, lleno de incertidumbre, como si Atilio Costa Febre se hubiera quedado disfónico. "¿Se juega o no se juega?", es la pregunta del millón, la pregunta que se hace todo el mundo. En medio, el suboficial mayor Juan Carlos Neto, de la Federal, con su correspondiente handy en mano, dice que "afirmativo", que "el micro de Gimnasia está llegando". Al Flecha Bus lo esperan unos 30 policías, tres motos de la Federal y un caballo de la montada. Minutos después, aparece, a toda máquina, cabe destacar, el colectivo y los 20 ó 25 hinchas de River que caminaban compungidos por Figueroa Alcorta y Quinteros, se encienden. Se empujan, se codean. Quieren estar adelante para tener un lugar privilegiado y poder insultar mejor a alguno del Lobo, sea Troglio, San Esteban, Dubarbier o el aguatero. ¿Cuál fue el cantito de recibimiento? Cantado: "Vendidos, vendidos".
Se juega. Ya está. En otro domingo lleno de despropósitos, de marchas y contramarchas, ahí está Gimnasia LP, pisando el suelo del Monumental y escuchando puteadas. ¿Los hits? "Ahí están, ahí están, los que jugaron para atrás". "Ay, ay, ay, ay, el que no salta va para atrás". Nadie se salva. El insulto también va para Troglio, nacido en River y que cada vez que había pisado el Monumental se había llevado aplausos. Ahora no. Todas son puteadas. Los hinchas que están en la San Martín bajan los escalones de a 20, y hacen cola para insultarlo. Suena el "Troglio, hijo de puta, la puta que te parió". Y empieza el partido. River juega como corresponde. Ferrari por derecha, Zapata de volante, nada de raras alquimias como ante Estudiantes. Y Gallardo no se va temprano. Se queda y juega. Y cómo. El Muñeco clarifica. Siempre. Y viene el primero. Y el segundo. De la tribuna baja el humillante "ole, ole, ole", mientras el arquero Kletnicki tiene su duelo personal con la gente (ver página 20). Y como los del Lobo no la agarran, creativos, hay que reconocerlo, los hinchas cantan: "Me parece que el Lobo no fue para atrás, son horribles, son horribles de verdad". Y "ay, ay, ay, qué risa que me da, los muertos de Gimnasia siguen yendo para atrás".
Fin del partido. River ganó y los jugadores saludan a la tribuna. Hay aplausos, pero los hinchas gastan más energía en gritarles a Troglio y a Kletnicki. El arquerito, creáse o no, pese a ser el más insultado, es el último en irse.