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Cuatro tiburones y dos lebranchos en la UD
Alexis González


Seis ex consejeros de la UD Las Palmas bloquean el acuerdo entre avalistas para cerrar la operación de préstamo de 21.035.000 euros, con la que se certificaría el pago a acreedores y la salvación de la sociedad. Son Eustasio López, Sebastián López, José Abraham Domínguez, Andrés Domínguez, Lizardo Martel y Blanca Domínguez. Los cuatro primeros formaron el grupo de tiburones que entró en la UD en 1996, de la mano del ex consejero de Deportes del Cabildo, Gonzalo Angulo. Los otros dos, cuando Gerencia Deportiva salió huyendo de Pío XII en 2002, se acercaron al fútbol con los lebranchos del grupo multidisciplinar que presidió Luis González, también de la mano de quien ahora es viceconsejero de Pesca del Gobierno de Canarias. Siempre Angulo en medio, con su coliseo de Siete Palmas y la salida del Insular de fondo.


Sinceramente me da igual que los Lopesan y los Domínguez no quieran avalar con tres millones de euros cada uno el préstamo. Ni que los otros dos que ni se planteen decir lo que van a hacer con su aval de 6.000 euros. Como si se meriendan entre ellos todo el banco canario-sahariano, discutiendo si Eustasio debió construir el Estadio de Gran Canaria, José Abraham ser presidente en vez de Manuel García Navarro, y Blanca y Lizardo que sólo eran unos mandados que pasaban por allí. A todos la Ley Concursal los señala como responsables de la gestión que llevó al agujero de 70 millones. Y todos se prestaron a mirarse en el espejo de la Unión Deportiva. A lucir insignia y palmito con la repercusión del azul y amarillo. Me da igual con tal de que avalen los seis millones de euros pendientes. Ya sea con o sin estos cuatro tiburones y dos lebranchos.

La Unión Deportiva, su historia, los 35.000 aficionados dormidos que reventaron el domingo el Gran Canaria y los casi 100.000 que lo vieron por televisión, se merece mucho más que esta verdulería de mercaderes. Se merece, por ejemplo, recordar que en 1996 había otro grupo para entrar en el club y en 24 horas Gonzalo Angulo dejó en manos de Gerencia Deportiva casi 50 años de historia. Merece también recordar que en 2002, desfondada la tesorería, se puso en marcha una operación inmobiliaria para sanear el club con la construcción de torres en el Estadio Insular. Y que el Cabildo de María Eugenia Márquez y Angulo la reventó el mismo día en que Las Palmas agotaba ante la Real Sociedad toda opción de permanencia en Primera División.

Siempre Angulo. Su grupo multidisciplinar que no engañó a nadie, que hizo la mayor afrenta que un Consejo de Administración puede hacerle a su propia empresa: firmar un convenio ignominioso con el Cabildo para salir con las manos vacías de donde podía haber subsistido, de la arena o de las torres del Insular que un día entregó una empresa, Estadio Las Palmas SL, al Cabildo, para financiar los viajes del equipo a la Península.

Que se merienden entre ellos. Que queden como lo que son: tiburones y lebranchos encharcados en la historia más negra de todo un símbolo que resucitó estre domingo como un bofetón sin manos. A pulpiá.


alexis@canariasahora.com