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Amenazados de muerte
GIMNASIA LP 1 - BOCA 4
Los jugadores de Gimnasia fueron apretados por la barra. "Si ganan, les damos un tiro en cada pierna", escucharon. Y más cuando se supo que River ofrecía buena plata por un triunfo. Sin respaldo del presidente Muñoz, el miedo hizo el resto...
Si ganan, les damos un tiro en cada pierna".
Alrededor de las 12 del mediodía de ayer, en La Plata ya se sabía que Boca lo daba vuelta. Los jugadores de Gimnasia, todos, estaban amenazados de muerte.
Detrás del fútbol, o de lo que intentó ser un partido de 45 minutos, hubo una película patética. Muchísimo más que la primera suspensión a manos de un presidente patotero. El martes a la noche, parte de La 22, la barra de Gimnasia, mostró su prepotencia en Estancia Chica. Unos veinte hombres, cuatro armas y un solo mensaje: "Con Boca hay que perder sí o sí". Tierra de nadie, o en este caso de los barras, el miedo invadió a los jugadores que tenían que esperar relajados el choque con el puntero del campeonato. Todo, claro, porque el falso honor del hincha de Gimnasia no podía permitirse darle una mano a Estudiantes para continuar a un punto de Boca. En ese encuentro no se podía discutir, pero igual cuentan que Marcelo Goux, uno de los líderes del plantel, les habría hecho frente. Aunque ahí escuchó la orden: "Vos quedate así sentadito porque te matamos". Pedro Troglio no podía combatir sus nervios y a los más pibes, lógico, les cambiaba de color la cara a cada segundo. Hasta los hijos de los jugadores habrían sido puestos en juego, en otra muestra de desprecio por la vida.
Fútbol sucio, antes de esa apretada un integrante del plantel de Gimnasia se había reunido con un jugador bien passarelliano. "Hay 3.000 dólares por cabeza", fue la oferta. Que llevada a números totales y pesificados eran unos 180.000 por afeitarle el bigote al Boca de La Volpe. Lugar común del ambiente, ellos no veían delito "porque es para ir al frente". Pero resulta que los barras, los hombres que responden a tipos que sólo tienen de simpáticos los apodos (Torugo, Volador y Papupa son los capos), se enteraron de este encuentro teóricamente secreto. Y ahí sonó el ringtone de un celular: "Agarrás esa guita y te vamos a buscar a tu casa para cagarte a tiros". En esa línea, ayer a la mañana otros celulares recibieron mensajes amenazantes, que los jugadores habrían dejado grabados como una prueba pese a que nadie haya denunciado ningún inconveniente ni siquiera en diálogos en privado.
—¿Te puedo preguntar algo? —le propuso un hombre de Olé a uno los jugadores más experimentados de Gimnasia.
—¿Me vas a comprometer? —le devolvió de primera, aunque no sea su estilo de juego en la cancha.
—Quiero saber lo que pasó en Estancia Chica.
—No te voy a responder.
Los jugadores, por si hace falta aclararlo, pasaron una de las peores tardes de sus vidas. Veían que Juan José Muñoz, el presidente del club, nada hacía para evitar que Estancia Chica fuera una zona liberada. No se sintieron respaldados por el presidente. Y también comprobaban que los barras accedían rápidamente a los números de teléfono, direcciones de sus casas o nombres de los countries donde viven. E incluso a información sobre sus hijos. Por eso, sin detener el foco en el encuentro con el jugador de River, su única historia era la que les esperaba en el estadio Unico. Sin pensar en Palacio, Gago o Guillermo, habría surgido la idea de que la derrota fuera lo más alevosa posible para que alguien se encargara de denunciar lo que ellos no querían, o no podían, por el miedo a la venganza. A un equipo que va para atrás o no quiere ganar se lo califica de sinvergüenza. Pero uno que pierde porque sus futbolistas se juegan literalmente las piernas, una víctima. La amenaza fue tomada tan en serio que varios les avisaron a sus familiares más cercanos que no se aparecieran por la cancha. Como una gran ficción...
Por eso, hay imágenes que se deberán subtitular. La poca actitud de los jugadores era temor a equivocarse. Aun cuando el Sargento Giménez acelerara los tiempos con fallos que también hubieran encajado en un árbitro amenazado (penal increíble en el primer gol, offside claro en el tercero). La cara deprimida de Troglio al llegar al estadio, perdedor antes de perder, también significaba resignación. Igual que a la salida de los vestuarios. ¿Por qué el post partido se habría vivido como un velorio mayor al 0-7 con Estudiantes? Esta vez se retiraron en fila, con los labios sellados, incluso Goux y Coco San Esteban, quienes suelen declarar hasta en las peores derrotas (como Juan Carlos Olave y Teté González, anoche afuera). El entrenador, que siempre da la cara, ahora sólo accedió a pequeñas oraciones cuando los periodistas le armaron una especie de scrum.
—¿Qué podés decir del partido, Pedro?
—Nada.
—¿De los goles?
—El primero no fue penal, el tercero en offside —responde con más ganas de irse que de protestar.
—¿Y de todo lo que se dijo durante la semana?
—Se dijeron muchas cosas, fue todo muy raro en la semana... Chau muchachos.
Su cuerpo estaba allí, no su cabeza. Menos cuando atrás apareció en persona Torugo, barrabrava sin aspecto de tal, y empezó a gritar "Pedrooo, Pedrooo", en una táctica más de interrupción que de apoyo a un entrenador que no necesitaba esa demostración. ¿O apareció como si fuera un ayudamemoria humano?
"Si ganan, les damos un tiro en cada pierna", es la frase que aún retumba.
Ya se sabe por qué Boca lo dio vuelta con tan poca oposición. Por qué casi no gritó sus goles. Gimnasia no podía jugarlo a muerte.
Las pruebas del miedo
Fue evidente que el Lobo no quiso ganar: cero actitud, hizo tiempo, no protestó... Y Boca casi no lo festejó.
Ningún fiscal que se precie aportaría como evidencias del miedo: 1) el nivel de Goux; 2) la velocidad de San Esteban. Definitivamente no.
Si algo cambió poco en la actualidad de Gimnasia es el nivel de algunos muchachos, que estuvieron tanto ayer como en la humillación a manos de Estudiantes primero y de Colo Colo más tarde. Si encima a este equipo, con el nivel futbolístico bajo tierra y la confianza derretida, le cae del cielo una amenaza de muerte... El señor fiscal podrá decir en cambio, irrefutablemente, que mientras en el primer tiempo los jugadores de Boca pasaban casi casi entre caníbales que les mordían las piernas, en esta segunda parte esos mismos muchachos de Gimnasia parecían señoritas hawaianas colgándoles coronas de flores a sus huéspedes de honor.
En estas circunstancias, está claro, cualquier rival podría haberse hecho un festival. Si además Boca tiene la velocidad supersónica de Palacio, la autoestima inquebrantable de Palermo, la claridad de Gago, la distinción de Ibarra y una zanahoria que se llama tricampeonato, estás listo. Te comés cuatro y tenés que agradecer que no sean ocho. Ojo: no todo lo hicieron el pavor de Gimnasia y la inclemencia de Boca para aprovechar sus chances. Daniel Giménez, elegido a priori por los hinchas del Lobo como el responsable de todos los males, también puso su bono contribución: regaló un penal a los 48 segundos. Ni un minuto tuvo Boca para ponerse nervioso. Pero lo del Sargento es absolutamente involuntario e insospechable: éste es su nivel.
Tan flaca fue la resistencia de Gimnasia que hasta se perdió tiempo con los cambios. ¿O quién explica que Cornejo y Leguizamón no hayan entrado en el mismo acto y sí con un minuto de diferencia? Más pruebas: San Esteban y Goux ni se tiraron para la foto, no se permitieron siquiera el goce de resbalar por el pastito parejo del Estadio Unico cuando Palacio desparramó al pobre Kletnicki en el 2-1. ¿Algunas más? Y sí. Que Gago no juega tan libre desde la Novena. Que Gimnasia casi no hizo foules. Que hubo exceso de pases laterales y escasa profundización. Que un equipo que va ganando no puede dejar a Goux mano a mano con Palacio para que se exponga a un penal por un pelotazo de 50 metros. Que Palermo —hincha de Estudiantes— casi no gritó su gol, el 1-1. Que Marino apenas celebró el suyo, primero en Boca. Que las protestas locales ante dos fallos desfavorables (el penal y el offside del tercer gol) fueron tibias. Que Boca festejó fríamente esta victoria que lo acerca tanto a un nuevo título.
Si no fuera por las amenazas, un malpensado podría sospechar que este 4-1 fue la condena digitada por la AFA para Gimnasia, a falta de una sanción del Comité Ejecutivo por el bochornoso comportamiento del presidente Muñoz.
Fin de los alegatos. Dicte sentencia, señor juez.
Locura brava
El Volador, Papupa y el Torugo son los jefes de La 22, la barra
No tienen la exposición pública de La 12, pero la barra del Lobo, La 22, también es brava. ¿Quiénes la forman? Cristian Camillieri es el jefe y lo apodan el Volador. El segundo es Juan Pablo, Papupa, y el tercero es Fernando N., conocido como Torugo. ¿Cómo llegaron al poder? Desde la muerte en el 91 del Loco Fierro, la barra pasó por varias manos. El Volador se presentó en sociedad en un clásico 98 al provocar a los Pinchas y cuando la Policía lo corrió, se aferró a Larrosa y Cavallo para no ser detenido. Luego se alió a Torugo, segunda línea del Loco Fierro y así se afirmó en la cúpula. Cristian creció y hoy tiene gran relación con la dirigencia. ¿Alguno de ellos habrá estado en Estancia Chica?
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