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HISTORIA DE LAS BARRAS BRAVAS DE FUTBOL(colombia y argentin)
Publicado: Dom Dic 10, 2006 8:13 pm
por fercan
Las barras nacen de una subcultura juvenil, en donde lo que se busca es la pertenencia a un grupo determinado que compartan los mismos gustos. Ahora bien, se diferencia de una barra brava porque estas tienen unos rasgos más marcados como lo son: nacionalismo, xenofobia, exaltación de la fuerza física, virilidad agresiva, sentido del honor asociado con la capacidad de pelear y la demostración del más fuerte, haciendo que estos grupos sean de pensamientos radicales.
En la historia de las barras bravas, se han relacionado con el alcohol y las drogas, aunque no siempre es así, ya que si miramos la sociedad actual, en realidad encontramos que la juventud en general se relacionan con esas dos variables.
En nuestro país las barras mal llamadas "bravas" son conformadas por jóvenes entre los 13 y 26 años, ya que son muy recientes. En otros países, en las barras bravas hay personas de 50 y más años, ya que es una tradición más arraigada y el fanatismo es mayor.
Es decir que en Colombia todavía podemos encontrar las causas de ese rencor y rabia reprimidos entre estos hinchas, en primer lugar, se presenta una situación social, en donde un núcleo familiar violento genera más violencia, en segundo lugar, un factor económico que hace que el hincha desahogue sus problemas en un estadio de fútbol y en tercer lugar, una carencia de educación en el comportamiento.
Una figura mundial opina al respecto "Estaba pensando en volver a Argentina, pero la violencia es un problema que persiste en el fútbol argentino. Cuando veo las imágenes por televisión, me asustan" dijó Gabriel Omar Batístuta, al interrogársele si quería volver al fútbol argentino. La violencia salpicó el Torneo Apertura con los incidentes en el derby de Avellaneda entre Racing e Independiente y con la muerte de un seguidor de 17 años, que fue asesinado a tiros en un encuentro de la segunda división. Me estoy preparando para retirarme del fútbol, dijo el argentino en una entrevista concedida a un programa de televisión.
Jorge Valdano, exfutbolista, técnico y ahora manager del Real Madrid, responsabiliza a los directivos y los medios de comunicación de la violencia en el fútbol El director general deportivo del Real Madrid, Jorge Valdano, ha declarado que los directivos y los medios de comunicación tienen la culpa de que se necesite tanta seguridad de los campos de fútbol.
Publicado: Dom Dic 10, 2006 8:16 pm
por pingdemierda
Un comentario, para que no fuera un lio todo esto de barras, ¿no sería más lógico hacer un solo post con toda esta información conjunta? Así estaría más ordenado para la lectura del mismo y de los demás. ¿No?
Publicado: Dom Dic 10, 2006 8:19 pm
por fercan
tienes razon,haber si un moderador lo agrupa en un solo post,se podria llamar barras bravas
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:17 pm
por fercan
BRAVAS MÁS VIOLENTAS
Alemania
Eurofightur’ 97, del Shalke 04
Argentina
La 12, del Boca Juniors
Los Borrachos del Tablón, de River
Guardia Imperial, de Racing
Los Cuervos, de San Lorenzo
Barra de la Goma, de San Lorenzo
(sólo duró siete partidos y dejó el recuerdo de sanguinaria)
Los Canallas, de River
Diablos de Avellaneda, de Independiente
Los Leprosos, de Newell’ s
La Academia, de Racing
El Aguante, de River
Uruguay
La Banda del Parque, de Nacional de Uruguay
Chile
Los de Abajo, de la Universidad de Chile
La Garra Blanca, del Colo Colo
Trinchera Norte, de la Universidad de Chile
Perú
Comando Sur, de Alianza Lima
Trinchera Norte, de Universitario
Brasil
La Garra Negra, de Corinthians
México
Adicción Rayada, de Monterrey.
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historia de los barras.acto1
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:22 pm
por fercan
nota informativa tengo permiso de tamaran,para poner los 8 actos de la historia de los barras
INFORME ESPECIAL: VIOLENCIA EN EL FUTBOL
Los hilos secretos de la violencia
Con una profunda investigación, Clarín aborda desde distintos aspectos un tema que sacude al país. Esta es la primera de una serie de ocho notas especiales.
La nada pasional estadística no para de actualizar datos escalofriantes. Que el fútbol argentino y su entorno ya se cobraron 138 muertos (hoy, justamente, se cumplen 61 años de las dos primeras víctimas fatales, en un Lanús-Boca de 1939). Que, ante tamaña cantidad de crímenes, la Justicia apenas en 16 casos llegó a condenas, que recayeron sobre 33 personas. Que la gran mayoría de las canchas de la AFA son inseguras y propensas a incidentes. Que, en lo que va del 2000, al menos cuatro protagonistas —Luis Artime (ex Tigre), Julio Zamora (ex Platense), Adrián Barrionuevo (Comunicaciones) y Jorge López (ex DT de San Martín de Tucumán)— debieron cambiar de club o anunciar el retiro definitivo por amenazas o agresiones. Y que la perfecta ligazón de la trama barras bravas-políticos-dirigentes de clubes salta rápidamente a la vista y cada vez con mayor fuerza.
Los números, que no son otra cosa que las consecuencias de esta cada vez más trágica violencia, son irrefutables. El verdadero problema radica en profundizar en las estructuras para descubrir las causas que desencadenaron la locura actual del fútbol, donde la pelota está eximida de culpa y cargo.
Un juez, un fiscal o cualquier otro personaje "extraño" que quiera investigar el mundo y los submundos del fútbol va a chocar con el mismo problema que halló Clarín para realizar esta investigación especial: un círculo prácticamente inaccesible y lleno de "códigos" que se respetan a ultranza.
Así como la gente del fútbol sufre en carne propia el drama de la violencia, casi nadie se anima a hablar a micrófono abierto de las barras bravas, de los dirigentes que las mantienen, de ciertos políticos y gremialistas que las usan como fuerza de choque y de autoridades que no hacen nada de nada. Algunas veces no hablan por temor a que la ira de un poder violento recaiga sobre ellos. En otros casos, el silencio es aún más obligado: no tienen autoridad moral para tirar la primera piedra.
No hay primicia al decir que los barrabravas no son los únicos malos de la película: de ninguna manera ellos están solos contra el mundo. Al contrario, se codean con cada uno de los sectores que —paradójicamente— le dan vida al fútbol.
El jugador conoce al barrabrava, aunque jamás lo señala con el dedo. Sin sentirse cómplices, varios futbolistas confesaron darles plata a los barras. Ultimamente, lo reconocieron públicamente Roberto Trotta (River), Leonardo Mas (Estudiantes) y Walter Cáceres (Racing).
El dirigente, quizá porque allá por los años 60 empezó a cobijar al violento y después ya no supo bien qué hacer con él, tampoco lo acusa. Y como Judas a Jesús, es hasta capaz de negarlo tres veces. Entre otros presidentes, Mauricio Macri (Boca), Fernando Miele (San Lorenzo) y Camilo Scorpanitti (Excursionistas) repitieron: "En mi club no existen los barrabravas". Cabría preguntarse, entonces, quiénes agredieron a hinchas de Chacarita en un amistoso en la Bombonera, quiénes mataron al hincha de Huracán Ulises Fernández y quiénes ingresaron a la cancha de Excursionistas hace veinte días para atacar a los jugadores de Comunicaciones.
La Policía suele mirar para otro lado cuando los barras pasan cerca. La Justicia se ampara en que no tiene los elementos necesarios —llámense leyes o pruebas— para evitar la violencia en el fútbol.
"Basta, es hora de hacer algo" reza el discurso político cada vez que el tema se reinstala en la tapa de los diarios. En los últimos tiempos hubo algunas medidas, pero es evidente que resultaron insuficientes. En 1985, tras la muerte del chico Adrián Scaserra (hincha de Boca), se dictó la ley De la Rúa. En 1992, ante otro pico de violencia, se la endureció con la reforma de Ricardo Levene (h). En 1998, el juez Víctor Perrotta paró los torneos en reclamo de seguridad. Pero el fútbol y la violencia siguieron andando, cambiaron los gobiernos y todo continuó a medio hacer.
Hoy por hoy, es raro que un partido de cualquier divisional no aporte heridos o detenidos al largo listado de incidentes. ¿Quiénes, cómo y por qué provocan los disturbios? Para investigar en serio, muchas veces no queda más remedio que apagar el grabador y jurar reserva eterna de identidad. Recién ahí se empieza a penetrar en el hermético círculo del fútbol. Y empiezan a ser notorias cosas increíbles.
Clarín repasará en estos próximos días el origen de la violencia en el fútbol y contará cuándo y cómo los dirigentes de los clubes fueron construyendo y adoptando a estos grupos salvajes. Se intentará además revelar cuestiones inéditas sobre cómo es el funcionamiento de estas barras violentas que no sólo actúan en una cancha: a menudo —como se verá— son contratados por algunos políticos como mano de obra "pesada" para asegurar triunfos en elecciones gremiales, municipales o provinciales.
Esta tarde, en la Bombonera, once jugadores de Boca y once jugadores de River disputarán tres puntos más en el torneo Clausura. En las tribunas, la mayoría de los hinchas que pagaron su entrada alentará a su equipo. Pero otros, los violentos, también se darán cita. Se los conoce como "La 12" y "Los Borrachos del Tablón", acostumbran a actuar en conjunto y están muy bien entrenados. Sólo que el fútbol, como deporte en sí, ya no les importa demasiado. Y ante la pasividad y la complicidad generalizada, probablemente sigan dándoles de comer a las estadísticas.
subindices acto1
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:28 pm
por fercan
Para cuidar el negocio
Los allegados a las barrabravas dicen que, a veces, tanta violencia termina perjudicando a los mismos barras. "Con semejante lío, ellos también dejan de ganar dinero", afirman. Por eso, las barras de distintos clubes tuvieron cordiales reuniones al menos cuatro veces en los últimos tiempos. Allí, en lugar de reiterar las amenazas de cada domingo, dejaron de lado su costado violento y se encontraron para tratar de mantener vivo su gran negocio.
En la mañana de hace dos domingos, cuando los torneos de fútbol estaban suspendidos, barras de al menos diez clubes se reunieron en un bar que sería Los 36 Billares, en la Avenida de Mayo. El encuentro fue confirmado por fuentes policiales, un simpatizante y un allegado de las hinchadas. Según un barra, hubo "estado deliberativo; se está perdiendo mucha plata por el paro y nos pidieron que paremos la mano o nosotros también vamos a quedar afuera". Asistieron referentes de Boca, River, Racing, San Lorenzo, Chacarita, Chicago, Platense y Banfield, entre otros equipos. El impulsor fue La Vieja, un barra de Banfield que albergó en su casa a José Barritta cuando el ex líder de Boca estuvo prófugo. Los jefes de las barras de Boca y River se reunieron en 1998 para un supuesto "pacto de no agresión". Por el lado de Boca fueron Silvio, Rafael y Fernando. Por River asistieron Luisito, Chofitol y Alan. Según alguien cercano a Boca, en 1999 volvieron a encontrarse, pero esta vez para compartir un trabajo. "Fueron custodios en un recital de Luis Miguel en Vélez. Los de segunda línea estuvieron en las plateas y los más poderosos, en el VIP. Era gracioso verlos", dijo esa fuente.
Esa "amistad" se expresó en Francia 98, donde convivieron barras de River, Racing, Boca, San Lorenzo, Independiente, Central, Chacarita, Defensores, Banfield, Morón y Platense. "Compartimos hoteles y viajes. Nos llevamos tan bien que nos preguntábamos por qué no repetíamos ese trato en Argentina", reconoció un barra de Chacarita. A través de sus buenos vínculos con la dirigencia política, barras de distintos equipos también trabajaron sin problemas en ese ámbito. En el ex Concejo Deliberante porteño se desempeñaron integrantes de distintas hinchadas. Por ejemplo, Santiago Lancry —uno de los jefes de Boca—, Luis Pereyra —hasta hace poco, líder de River— y el Cordobés, de la barra de Racing. La amistad entre Lancry y Pereyra nació con la vinculación que tienen con el radicalismo. "En el ex Concejo trabajaron varios barrabravas de Boca", reveló la fuente.
Entradas
¿Cómo llegan las entradas a los barrabravas? Hay distintos modos: 1) El club, o a veces los jugadores, les dan las llamadas entradas de protocolo. 2) El club les entrega a los barras talonarios enteros para que los usen o los revendan. 3) El club, a veces, vende en ventanilla los talonarios que "pertenecen" a la barra y luego les da el dinero correspondiente.
Qué hace hoy El Abuelo
Vive con sus padres en una casa que está arriba del viejo almacén familiar, en San Justo. El 6 de enero de 2001 terminará de cumplir la condena que le dieron por comandar una asociación ilícita. Y aunque ahora está en libertad condicional, recién ahí se producirá su regreso al fútbol.
Con 44 años, José Barritta —El Abuelo— planea armar con gente nueva y más pacífica una barra paralela. Se ubicaría en la segunda bandeja del sector que da al Riachuelo, justo enfrente de "La 12".
"No digo sí ni no: pongan lo que quieran", respondió, a través de un amigo, cuando Clarín quiso saber si estaba haciendo changas en la quinta que Carlos Bilardo tiene en Moreno.
En mayo de 1997, un tribunal oral porteño lo condenó a 13 años, en el marco del juicio por la muerte de los hinchas de River Walter Vallejos y Angel Delgado. El Abuelo estuvo preso 83 meses y 4 días en un pabellón VIP de Devoto, hasta que se le redujo la pena a 9 años y se lo excarceló.
notas informativas acto1
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:30 pm
por fercan
INFORME ESPECIAL: VIOLENCIA EN EL FUTBOL
Boca: la lucha por el poder
"La 12" está inmersa en una feroz disputa por el liderazgo. El grupo que predomina actualmente no logra afirmarse ante las arremetidas de una facción enemiga.
Manzanita supo ser durante muchos años un anfitrión de lujo: ofrecía su casa como ámbito de reunión de "La 12". Pero, tras la detención de este hincha (Miguel Santoro) por el asesinato de dos simpatizantes de River en 1994, la numerosa barra brava que sigue sin definir un líder visible empezó a juntarse en Casa Amarilla, cerca del estadio de básquet la Bombonerita.
Allí se encontrarán hoy, dos horas antes del superclásico, para el ritual dominguero: el reparto de entradas (como las relaciones con los dirigentes están frías, se las manguearon al plantel) y el consumo prepartido de vino en cajita para algunos, marihuana para otros o lo que venga. Estarán, como siempre, las bandas de Lugano y de Lomas, dirigidas por el actual líder, Santiago Lancry. A Rafael Di Zeo —el otro capo— y al Oso Pereyra, la Justicia les prohibió ir a la cancha. Fernando Di Zeo está detenido en Villa Devoto.
Será el Gitano Lancry, seguramen te, el que dará la "charla técnica" antes de partir a la cancha. Así como en su momento se decidió no tirarle bombas de estruendo a Chilavert o corear nombres de jugadores que no fueran del Fondo de Inversión para no fomentarle el negocio a la dirigencia, hoy se hablará de cómo actuar ante River y, por si hay incidentes, tener a mano un plan.
Una vez que esté todo claro, la barra irá a la bandeja del medio de la tribuna local. Y hará la recolección de billetes por la publicidad estática: para poner una bandera en ciertos sectores se debe pagar el espacio. Ahora, los de Budge y Boulogne ya no pagan "alquiler" del alambrado y de la tercera bandeja porque entraron a "La 12". Si el que quiere poner un trapo es un político, deberá gastar de 500 a 5000 pesos.
Además de estos ingresos, la barra se mantiene con los infaltables aportes de personas conocidas y de la reventa de entradas. Dicen que no es rentable el robo: "Mirá si vamos a estar vendiendo cadenitas o estéreos en la calle Libertad...".
Hay otro factor clave en el negocio barrabrava: la política. Lancry trabajó en el ex Concejo Deliberante porteño y algunos lo vinculan —al igual que al Rafa Di Zeo— con el radical Enrique Nosiglia. Otros barras militan en el PJ de Lugano. Eso sí: a la hora del "trabajo", se venden al mejor postor. Los cabecillas confiesan haber estado tanto en actos del PJ como de la Alianza. La pelea a balazos en la que murió Miguel Cedrón, en enero, en Mar del Plata, se originó por el reparto de dinero para colocar una bandera que habría tenido el nombre del justicialista Antonio Cafiero.
¿Cómo están hoy los mandos de la barra brava? "La 12" se desmembró luego de las condenas en 1997 de la cúpula. José Barritta —El Abuelo— y ocho pesados más fueron presos por matar a Walter Vallejos y Angel Delgado, dos hinchas de River. Antes de ese hecho, la barra funcionaba a las mil maravillas.
La interna se ensangrentó tras la paliza de marzo del 99 a los hinchas de Chacarita: Cedrón, meses después, fue la primera víctima de la actual división. Desde entonces, dos sectores buscan el liderazgo: los Maricones o Patrulleros y los Porongas. Los primeros son de Lugano (los Di Zeo) y Lomas de Zamora (Francisco De Maio) y tienen más poder en estos días. Los Porongas (la familia Cabral, el padre y dos hijos) son de la Boca. Lancry los abandonó y se sumó a Los Patrulleros. Ahora dirige a la barra desde una platea y vía celular.
Además de los que están presos y de los que no pueden ir a la cancha, ahora cayó Juan Alejo (El Tucumano). Por haberle pegado a los de Chacarita, lo apresaron en la Bombonera ante la "U" Católica. Tenía en su mano una entrada de protocolo, de las que dicen "Cortesía de Boca".
River: la barra más temida
Sus rivales los respetan y les temen como a nadie. "Los Borrachos del Tablón", la barra brava de River, están en auge.
River no sólo tiene un buen equipo: también —por llamarlo de alguna manera— cuenta con una buena barra brava. En este arranque de siglo, la barra de River —conocida como "Los Borrachos del Tablón"— es la mejor organizada, la más violenta y la más respetada del fútbol argentino: siembra terror por donde pasa, sea una cancha de fútbol o un acto político. Tiene muy bien ganada la fama de la barra más temida.
Cuando Boca va de visitante, su barra avisa a la comisaría de la zona por dónde y en qué va a ir hasta allá. En cambio, la de River jamás levanta el teléfono para anunciar su recorrido. Por lo tanto, no hay indicios de cómo llegará hoy hasta la Boca.
Durante mucho tiempo, los barras de River hacían la repartija de entradas en Excursionistas (cuando se jugaba en el Monumental) o en la placita Serrano, en Palermo, o en una cancha de Constitución y Pichincha, cuando el equipo era visitante. Pero no siguen esta metodología y se cuidan de dar pistas sobre su organización.
Lo que sí se sabe es que "Los Borrachos del Tablón" están en auge, como alguna vez lo estuvo la barra de Boca. Pese a encontrarse actualmente enfrentados con algunos dirigentes, estos hinchas se pasean seguido por el club. Ocurre que muchos son socios y hasta se juntan a hacer "fierros" en el gimnasio. Hay quienes dicen que, alguna vez, visitaron la concentración del plantel en el primer piso del estadio.
Integrantes de otras barras confesaron tenerles mucho respeto a los de River. De hecho, en 1990, los dirigentes recurrieron a los carapintadas para sacarlos del club, pero ni así pudieron. Las otras hinchadas los acusan de poseer contactos políticos de buen nivel y tener ayuda de algún empleado de la SIDE y de la Policía. Y dan este ejemplo: "Una vez, los de Platense robaron banderas de River de un auto estacionado en Cabildo. A los dos días las debieron devolver por gestiones de la Policía".
Se dice, además, que tienen una zona liberada donde hacen y deshacen a piacere: la avenida Lidoro Quinteros, entre Figueroa Alcorta y Libertador. Además de quedar en manos de los vándalos a la salida del estadio, el público nunca está a salvo en la popular. Allí suelen abundar los robos, sobre todo en los partidos de la Selección, cuando van hinchas sin "cancha".
Lo que hay que reconocer, aseguran los rivales, es que son innovadores. En el 96, ante la "U" en Chile, empezaron a usar el gas paralizante: ahora es parte del equipaje de mano en los viajes. A propósito, a Tokio (ante la Juventus) fueron 40 barrabravas; a Francia 98, 15. El último tour fue a Paraguay, contra Cerro, hace diez días: avión a Posadas y micro a Asunción.
El Diariero (Edgar Butassi) y Luisito (Luis Pereyra) abandonaron el grupo tras las investigaciones que señalaban a la barra de River como la que mató a Cristian Roussolis, un hincha de Independiente. Los líderes actuales son Alan y el Mono, secundados por el Zapatero, el Gallego Chofitol, Pacha, Kevin y Tío Rico. La mayoría vive en Fuerte Apache, Budge y Merlo (Deportivo Merlo es al que se "ayuda" en el Ascenso).
Tras las renuncias del Diariero y de Luisito, los robos se hicieron más frecuentes que nunca. Así como antes la barra los evitaba, ahora un tal Julito incentiva a robarles a los demás hinchas. Aparte, "Los Borrachos" venden su violencia organizada a algunos políticos y se guardan parte del dinero que hacen los "cuidacoches".
Para alimentar la leyenda, Alfredo Davicce declaró en Olé en 1998 que la barra "vende falopa debajo de las banderas. Están todos filmados...". Allegados a los barras apuntan a un cabecilla, Tío Rico, como el proveedor de las drogas.
Más allá de la vieja y la nueva guardia, la barra más temida llevará hoy a la Boca a todos sus "mejores" hombres.
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:31 pm
por Peralta
fercan a mi no me gusta leer mucho la proxima abrevia.
P.D. Mentiroso.
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:33 pm
por TURU FLORES
pd:Eres un genio incomprendido fercan
Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:49 pm
por bylY
TURU FLORES,

Publicado: Dom Dic 10, 2006 11:04 pm
por Nueva_Guardia85
Turu eres lo max

me la parto contigo

actoII
Publicado: Dom Dic 10, 2006 11:28 pm
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: SEGUNDA ENTREGA
El fantasma de la impunidad: sólo 33 condenados
La historia de la violencia en el fútbol argentino ya suma 138 muertes. Pero, en la mayoría de los casos, la Justicia no alcanzó a dictar sentencia condenatoria.
No es sólo el horror que provoca cada muerte. El otro drama es la impunidad: a las 138 víctimas del fútbol argentino, la Justicia respondió con condenas -recayeron en 33 personas- en apenas 16 casos. Los otros expedientes se cerraron como accidentes, terminaron con sobreseimientos o fracasaron a poco de abrirse.
Adrián Scaserra recibió un tiro mortal en la cancha de Independiente, en 1985, pero nunca nadie terminó de identificar al policía que le disparó. El único acusado por el crimen de Wally Rodríguez, doce años después, fue absuelto porque -entre otras razones- se tuvieron que anular parte de las pruebas. En la causa por la muerte de Ulises Fernández, el hincha de Huracán que se convirtió en la última víctima del siglo, hubo 101 imputados e idéntica cantidad de sobreseídos.
Un funcionario judicial a cargo de una de las investigaciones por muertes en las canchas ofreció una posible explicación. "Nos encontramos con una barrera de silencio. La gente que realmente vio lo que pasó, los compañeros de los hinchas involucrados, los dirigentes que conocen a los sospechosos... Nadie quiere aportar datos ciertos", confió a Clarín.
La Justicia empezó a hablar de barras bravas a fines de los años 60, al condenar por homicidio a los asesinos de un hincha de Racing llamado Héctor Souto. El juez porteño Jorge Moras Mom describió entonces con pelos y señales el funcionamiento aceitado del grupo.
Pasaron 25 años para que ese accionar se encuadrara en una figura más grave: la asociación ilícita, que no es otra cosa que un conjunto de personas que se dedica a cometer delitos. Eso dijeron de la barra de Boca las camaristas Isabel Poerio, Silvia Arauz y Elsa Moral. Y metieron presos a José Barritta -El Abuelo- y compañía, en el juicio por el homicidio de Walter Vallejos y Angel Delgado (de River).
En los 16 casos que la Justicia llegó a condenas también estuvieron comprendidos otros delitos. A los hinchas de Boca que lanzaron la bengala que atravesó la garganta de Roberto Basile (de Racing) los encontraron responsables del delito de homicidio culposo. Es decir que, para la Justicia, no tuvieron intención de matar.
El total de personas condenadas en esos 16 casos, como quedó dicho, es de 33. La sentencia que incluyó a más gente, además de la de Barritta, fue una de 1997 contra otros seis hinchas de Boca que habían matado a patadas a Osvaldo Bértolo, de Independiente. La Sala II de la Cámara del Crimen de Lomas de Zamora les impuso 8 años de cárcel por homicidio en riña.
El promedio de edad de todas las víctimas es de 25 años. Son 137 hombres y una mujer: Margarita Gaude, rosarina, de 66 años. En setiembre de 1991 viajaba en un colectivo de la línea 107, a metros de la cancha de Central, justo en medio de una pelea. Recibió una pedrada letal.
Las armas más usadas por los asesinos del fútbol son las de fuego. Sin contar a los muertos de la Puerta 12, el 46 por ciento murió a tiros. Esto incluye a las víctimas de la represión policial.
De esa manera se produjeron las dos primeras muertes, hace seis décadas, en la tribuna que la hinchada de Boca ocupaba en la cancha de Lanús. El último caso fatal de represión fue el de Sergio Filipello, un chico de Brown de Adrogué que recibió un balazo dentro de un tren. En el juicio oral por su muerte, el principal acusado es un guardia de una empresa de seguridad.
SUBINDICES ACTO II
Proyecto para una nueva ley
Antes de fin de año, el Congreso trataría un proyecto sobre lo que sería la tercera ley en quince años para intentar prevenir la violencia en las canchas. De aprobarse, quedaría modificada la llamada Ley Levene, vigente desde 1993. Esta, a su vez, reemplazó a la que en 1985 creó el entonces senador Fernando de la Rúa. La nueva ley prohibiría expresamente el ingreso a los estadios de los hinchas procesados por cualquier hecho de violencia anterior. ¿Cómo se controlaría eso? Lo están estudiando. También se establecería que los clubes apliquen en serio el derecho de admisión. Y se eliminarían algunas de las múltiples comisiones, comités y consejos que hoy se ocupan de analizar el tema a nivel estatal. "El objetivo es garantizar una mejor prevención", explicó Alberto Giordanelli, uno de los funcionarios de la Secretaría de Seguridad que coordina el proyecto. El trabajo llevará la firma del Consejo Nacional para Prevención de la Violencia y Seguridad en el Fútbol, y la de los senadores José Genoud y Pedro Del Piero, que tenían un anteproyecto sobre el tema.
NOTAS INFORMATIVAS ACTO II
Los orígenes de un mal sin remedio
El fenómeno nació en los estadios argentinos cuando el fútbol aún era amateur y nunca detuvo su marcha. Antes eran hechos aislados; ahora es una costumbre.
Las por entonces improvisadas fuerzas del orden -apenas 18 policías presentes en la cancha- nada pudieron hacer para evitar lo que algunos investigadores coinciden en llamar el primer hecho de violencia del fútbol argentino. Las crónicas de la época dicen que aquel frío 16 de julio de 1916 quisieron entrar 40 mil hinchas en el estadio de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Ese, precisamente, fue el primer problema: allí, y únicamente amontonados, cabían 20 mil. Así arrancó la barbarie aquella tarde en la arbolada zona de Palermo.
Como no hubo límites en la venta de entradas, los hinchas -vestidos con ranchos (sombreros) y cuellos palomita- se apretujaron en las gradas para ver el menú futbolero del día: Argentina-Uruguay. Pero fue tal el lío que se armó que, más allá de suspenderse el partido, los sombreros terminaron chamuscados por el fuego que quemó el noventa por ciento de las tribunas de GEBA. Y muchos de los cuellos palomita acabaron manchados con la sangre de los cientos de heridos.
Hace 84 años que la violencia en el fútbol hizo sus primeras apariciones en los domingos argentinos. Pero no era sistemática ni podía hacerse ver cualquier día de la semana, como pasa hoy.
La violencia en el fútbol, ésa que ya alejó definitivamente de las canchas a los 138 muertos, es casi tan vieja como la pelota, el gol y la pasión. Esto que parece propio de los tiempos modernos ya existía esporádicamente desde las primeras décadas de 1900. Y, como todo "invento", se fue perfeccionando. En este caso, para peor.
Aquella violencia "primitiva" era distinta: nada organizada, bastante más aislada y muchísimo menos sangrienta que la de estos tiempos violentos. Juan Carlos Blanco, integrante del Comité de Seguridad Deportiva, hace esta salvedad: "Antes la bravura consistía en robar una bandera o correr a un hincha rival. De ahí no pasaba. Ahora, con la introducción de la droga y la política, se trata directamente de matar. Incluso, matar premeditadamente".
No sólo los archivos dan cuenta de que este deporte tuvo, desde siempre, capítulos escritos con sangre. Basta con hablar con hinchas con suficiente antigüedad sobre el lomo. Como don Roque, que tiene unos sesenta y pico largos, y pasó un buen porcentaje de sus tardes en Banfield: "íHabía ya cada despiole cuando yo era joven! En el 51 fuimos a alentar al equipo contra Lanús, y en la tribuna de la calle Arias se agarraron las hinchadas a cadenazo limpio. Ellos tenían la Barra de la Goma, que te corría siempre a gomazo".
En el siglo XX también habría tiempo para que el primer Boca-River del profesionalismo (1931) terminara a las trompadas. Para que la violencia les dejara paso a decenas y decenas de disturbios, heridos, detenidos y muertos. Para que los violentos, en definitiva, hicieran del fútbol su segundo hogar.
¿Por qué se acomodaron tan bien en este ambiente los que, de ser "machos", pasaron a ser delincuentes? Porque el fútbol es multitud y, a mayor masividad, mayor impunidad para hacer cosas non sanctas. El país, cada vez con más pobres y marginados, permitió que se fueran reclutando en el mundo del fútbol. Y los dirigentes, sin medir las consecuencias, les abrieron todas las puertas. Empezaron a recurrir cada vez más a esta mano de obra violenta: los precisaban para alentar de local y de visitante, para ganar elecciones de todo tipo, para instalar el clima del miedo y -desde ahí- gobernar los clubes, las municipalidades, las gobernaciones o lo que fuera.
"La barra brava como organización aparece en el 58. La muerte en Liniers de Alberto Linker, de River, destapó públicamente que había grupos organizados. Primero se les dio entradas; luego, choripanes; después, los viajes. Y así se tornaron inmanejables", resume Amílcar Romero, periodista especializado en el tema.
La pirámide del poder violento se fue construyendo de manera muy simple: a mayor violencia demostrada, mayor poder. Así como en su momento correr con un palo o con una cadena a un hincha de otro club daba prestigio entre los de la popular, luego fue necesario golpearlo y dejarlo en sangrentado. Cuando esto ya dejó de ser novedad, el status empezó a darlo -lisa y llanamente-, la muerte de un rival.
El primer muerto a golpes en un partido fue Héctor Souto, de 15 años, en un Huracán-Racing de 1967. Después hicieron su tristemente célebre aparición los cuchillos, las bengalas, los revólveres, las bombas de estruendo... La violencia apareció muy temprano en el fútbol argentino. Llegó, se sintió cómoda ante la pasividad de muchos que la cobijaron y se instaló. Al parecer, por los siglos de los siglos...
Publicado: Dom Dic 10, 2006 11:31 pm
por TURU FLORES
acto III
Publicado: Dom Dic 10, 2006 11:37 pm
por fercan
VIOLENCIA EN EL FUTBOL: TERCERA ENTREGA
Barras: la oscura mano de obra de muchos políticos
Es una relación que se aceita cada vez más. Para los violentos, ser contratados por políticos o sindicalistas es prácticamente una nueva y rentable profesión.
Si no te dan una mano estos muchachos de las barras, es difícil que puedas ganar una elección". El que habla —bajo estricto pedido de reserva de identidad— no es un dirigente de fútbol: es un dirigente político. Y esa mano que menciona no es ni la vieja y querida "gauchada" ni tampoco la que se arregla con un chori y una Coca: es mano de obra violenta que los candidatos políticos contratan y pagan en épocas de elecciones.
Sí, los barrabravas modernos han convertido lo que alguna vez fue pasión por un club en una verdadera profesión. Que no requiere títulos oficiales, que tiene un alto grado de riesgo y que —en muchos casos— está bien remunerada. Entonces, los que el sábado o domingo son barrabravas futboleros, en la semana pasan a ser mercenarios que se venden al candidato que más pague. Poco les importa, en verdad, las cuestiones ideológicas: los muchachos hasta aprenden a cantar, aunque desentonada, la marchita del partido que los mande a llamar.
El hombre que está frente a Clarín tiene treinta y pico años, mucha cara de bueno y está dando sus primeros pasos en política. En 1999 fue precandidato a intendente de un importante municipio del Gran Buenos Aires y da a entender que, en la interna de su partido, aceptó la ayuda "interesada" de hinchas de un club de Ascenso de la zona. Pero su rival fue más lejos aún: alquiló el servicio de "Los Borrachos del Tablón", la barra de River. Este último, finalmente, ganó la interna.
Dicen que, por entonces, la pesada banda de River copó el distrito a cambio de unos 25 mil dólares: pintó paredes, pegó afiches, hizo flamear banderas y garantizó el orden en los actos del precandidato. Y, por sus contactos en las villas, el grupo de acción "arrimó" a las urnas miles de votos.
Según algunos punteros barriales, el profesionalismo con el que actuaron "Los Borrachos" asombró. Con una organización y una estrategia "militar" impecables, recuerdan que por las noches llegaban a trabajar en un colectivo y que siempre contaban con dos autos de apoyo. Una noche chocaron ambos sectores en una pintada: hubo un herido de arma blanca y un militante resultó baleado.
El hecho, según los entendidos, no es algo atípico: forma parte de las reglas de juego de la política contemporánea. Pasa en las elecciones de clubes y en las gremiales, municipales, provinciales o nacionales. Así no debe sorprender que, pegaditos a un candidato con pinta de santo, aparezcan barrabravas o ex barrabravas. El Gitano, un conocido "hincha" de Independiente, supo aparecer en las publicidades de TV que el ex gobernador Eduardo Duhalde hizo para su campaña presidencial.
¿Cómo se hace el contacto con las barras? A través de punteros zonales o de dirigentes políticos que están en los clubes: casi todos los equipos tienen algún dirigente que fue, es o quiere ser político. El gremialista y ex diputado Roberto Digón es vicepresidente de Boca. Al "metalúrgico" intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto, se lo vincula con Estudiantes (BA). Los últimos presidentes de Racing —Juan De Stéfano, Osvaldo Otero y Daniel Lalín— ocuparon puestos en distintos gobiernos.
"Los dirigentes y los políticos se valen de las barras y las usan", afirma Miguel Angel Pierri, abogado de algunos integrantes de La 12. Lo cierto es que la angostísima calle que separaba la vereda del fútbol de la vereda política ya no existe: cada vez hay más lazos entre los sonrientes candidatos, los clubes y los violentos.
Por eso ningún rumor sorprende. Se dice que barras de Chicago y de River trabajaron juntos para el ex ministro Carlos Corach. Que un barra de Boca le cuidó la oficina a un radical mientras éste ayudaba al entonces accidentado ex presidente Raúl Alfonsín. Que Muchinga, un ex barra y ex bufetero de Chacarita, es ahora custodio de Armando Capriotti, vicepresidente del club y concejal de San Martín. Que, por exhibir la bandera "Scioli en el deporte", la barra de Boca recibió 2.000 pesos.
Lo declarado por Julio Grondona a la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados no suena ilógico: "¿Cuántos empleados hay en esta casa (por el Congreso) que pertenecen a las barras bravas?", se preguntó hace unos días el titular de la AFA. Tal vez se refería a barras de Defensores de Belgrano, Racing, Quilmes y Argentinos, entre otros equipos, que figurarían como empleados de la biblioteca o de la imprenta del Congreso, un edificio histórico al que sólo van los días 29...
SUBINDICES ACTO III
"Siempre hay un padrino importante"
Mario Gallina, comisario, ex árbitro y ex director de Seguridad Deportiva de la Provincia de Buenos Aires, habla de frente:
—¿Hay políticos que apañan a las barras?
—Detrás de cada club, siempre hay un padrino importante: políticos, empresarios, gente con poder. Así es difícil actuar.
—¿Puede hacer nombres?
—Barrionuevo es uno. Casi todos los intendentes tienen apetencias por el club de su ciudad. Y muchos políticos también llaman.
—¿Cómo lo presionaban?
—Te llaman por teléfono y te dicen: "No podés hacerme jugar acá, no me saqués de mi cancha, no me mandés a 100 kilómetros". Y lo más duro se da en épocas de elecciones. Ahí es terrible...
—¿No se puede denunciar?
—Lo que pasa es que no es presión; lo piden como favor.
—¿Nunca cedió a esos "favores"?
—Nunca, por eso me sacaron del medio.
—¿Cómo hicieron para sacarlo?
—La AFA suspendió cinco canchas, entre ellas las de Chacarita. Cuando pedimos los certificados de infraestructura, Chacarita presentó uno vencido y obviamente no la habilitamos. Ahí me crucé públicamente con (Luis) Barrionuevo y (Armando) Capriotti. Pasaron un par de días y el gobernador (Eduardo Duhalde) llamó para pedir mi renuncia.
—¿No pidió explicaciones?
—No.
—¿Por qué?
—No las pedí cuando me pusieron y tampoco cuando me sacaron.
—¿Quién ocupa ahora ese cargo?
—Nadie; dicen que lo va a ocupar (Javier) Castrilli. Pero le va a pasar lo mismo. No va a servir de nada en tanto y en cuanto el poder político no lo apoye. En definitiva, creo que la Policía es la única que hace algo contra la violencia.
La barra de Moyano
Anteayer, durante el clásico de Avellaneda, la barra brava de Independiente mostró una bandera que tenía una singular leyenda: "Moyano Conducción / Sindicato de Camioneros". Un allegado a la hinchada explicó: "Un sector de la barra apoya a Hugo Moya-
no", el titular de la CGT disidente y del gremio de camioneros. La misma fuente, que está muy vinculada a la barra de Independiente, amplió: "Los que se llevan con Moyano son Oscarcito, uno de los jefes de la hinchada, y el Polaco". Moyano es confeso hincha de Independiente. Esa barra, detrás de la de River, es señalada como la más peligrosa.
Relaciones peligrosas
JUAN CARLOS ROUSSELOT
Sus dos gestiones en la intendencia de Morón estuvieron rodeadas de escándalos. Hace un año fue destituido por el Concejo Deliberante, y estuvo detenido acusado de malversación de fondos. El ex intendente usó los "servicios" de la barra brava de Deportivo Morón. El 11 de agosto de 1995, los violentos impidieron una sesión del Concejo en la que los ediles opositores querían cuestionar el finalmente frustrado plan cloacal de Rousselot, que demandaba una inversión de 350 millones de dólares. Los barras Ramón Toledo ("El Negro Café"), Máximo Zurita ("El Gordo Cadena") y Mario García ("Pájaro") fueron identificados por varios medios de comunicación como agresores de los periodistas y de Ricardo Vallarino, concejal del Frepaso. Zurita, actualmente preso en una causa por robo, fue "ñoqui" del Concejo Deliberante de Morón. Otros miembros de la barra, entre ellos el actual presidente del club, Jorge Ruiz ("El Zurdo"), recibieron concesiones para poner puestos en una feria. El caso está ampliamente documentado en el libro "Donde manda la patota", del periodista Gustavo Veiga. Pero además, un político de la zona, ex alto dirigente del club, admitió en una charla privada que "Rousselot les regaló una calle (en la que venden) cosas de contrabando" y se preguntó "¿cuántos autos les dejan robar"? Los barras de Morón y Tigre están sospechados por el homicidio de Daniel García, asesinado en el 95 en Paysandú tras un partido de Argentina por la Copa América.
FERNANDO GALMARINI
Fue el primer secretario de Deportes de Carlos Menem. En el 90, dos resoluciones suyas prohibieron el ingreso de bombos a las canchas y que las hinchadas usaran banderas de otros equipos, entre otras medidas. "En aquel momento --cuenta Galmarini hoy-- yo me reuní con José Barritta (El Abuelo, entonces jefe de la barra de Boca) y jefes de otras barras. Les expliqué que íbamos a hacer cumplir las medidas. Quería evitar incidentes, porque nos insultaban. Fue útil; colaboraron y se evitaron disturbios. Hoy no serviría: las barras están fraccionadas en grupos que pelean para ver quién es el más violento y no responden a nadie. Un cambio similar hubo en las cárceles. Cuando fui Ministro de Gobierno de Buenos Aires, al principio si había un motín se sabía quiénes 'mandaban' y con ellos había que conversar. Después esos propios líderes admitían que no controlaban al resto".
JULIO MIRANDA
El caso del gobernador de Tucumán es particular: él mismo y su hermano José, funcionario del gobierno provincial (luego fue separado del cargo), asumieron el rol de barrabravas el 17 de febrero de este año. Esa noche, luego de una derrota de Atlético Tucumán, el gobernador ordenó retirar la custodia policial del vestuario de los árbitros, y hasta allí fue con su hermano. Rodeados de custodios, insultaron al réferi Jorge Ferro y José golpeó al línea Mario Bravo. A Atlético le descontaron 6 puntos y Julio Miranda fue suspendido como socio del club por tres meses. "En ningún momento consideré que mi actitud pudiera tener otra connotación que no fuera un aporte a la tranquilidad pública", dijo el mandatario en una inverosímil disculpa por el papelón. Es curioso: poco después, en el clásico Atlético-San Martín, las dos barras bravas desplegaron banderas de apoyo a Miranda.
Camaleón
Rafael Di Zeo, barra de Boca, militaba en el PJ de Lugano. Luego se acercó al radical Enrique Nosiglia. Fue a Rosario al cierre de la Alianza en 1999. Y se lo vio con "La 12" en actos del PJ en Avellaneda.
Menem I
Batata y otros conocidos barras de Chacarita se encargaban de llevarle entradas de favor a Carlos Menem para ir a ver a River en 1980. "El propio Batata lo reconoció", dijo su abogado José Novello.
Menem II
En enero del 93, Carlos Menem conmutó la pena de Emilio Narváez Chávez, condenado a 5 años y
8 meses por el homicidio de Saturnino Cabrera en la Bombonera. Le faltaban cumplir 5 años.
Publicado: Dom Dic 10, 2006 11:43 pm
por RiverPlate