Más claro el agua: el Universidad enemigo hostil
Publicado: Lun Jul 12, 2004 12:16 am
Domingo, 11 de julio de 2004 -
Cartas al Director
LA UD Y EL UNIVERSIDAD
Martín Alonso
Sinceramente: no quiero que el Universidad juegue sus partidos oficiales o amistosos en el estadio de Gran Canaria. No quiero porque todo lo que dicen José Manuel Soria, José Miguel Álamo, Francisco José Gómez Cáceres y su corte de correveidiles son cuentos chinos. Si finalmente el equipo colegial disputa sus encuentros en el recinto de Siete Palmas no será para que una obra que se le fue de madre a Gonzalo Angulo empiece a dar beneficios. No. El objetivo es meter con calzador al engendro, al posible salvador de la causa futbolera en Gran Canaria en caso de que la UD Las Palmas desaparezca, en una instalación infrautilizada por la torpeza e incapacidad del grupo de gobierno del Cabildo. ¿O me van a decir ahora que el Universidad, incapaz de meter 1.000 espectadores en el estadio Insular, va a hacer rentable un estadio con más de 30.000 localidades?
¿Alguno de ustedes metería al enemigo en su casa? Pues entonces, pónganse en la situación de la UD Las Palmas, apaleada por todos los lados sin ni siquiera haber dicho esta boca es mía -que yo sepa, aún no se ha negado a compartir el uso del estadio de Gran Canaria con nadie-. El Universidad, para el club amarillo, es un proyecto hostil. No lo digo yo. Lo cuentan las hemerotecas. Luis González, ex presidente de la entidad de Pío XII, lo afirmaba hace poco más de un año en una entrevista concedida al periódico La Provincia / Diario de Las Palmas. ¡Qué curioso! Luis González y Manuel García Navarro, enfrentados por casi todo, coinciden al denunciar que la entidad colegial no juega limpio cuando tiene en frente a la UD.
Hay más ejemplos: el pasado 26 de abril, el Diario As -en su edición de Canarias- informaba que un sector empresarial, apoyado por Soria y ante el más que probable descenso de la UD a Segunda B, ya ideaba un nuevo proyecto en la Isla. El plan era similar a la que el pasado verano llevó a cabo Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo (PP): había que encontrar un club, cambiarle el nombre, ponerle otro equipaje y dejar morir, ahogada en sus propias deudas, a la UD. La base de tan maquiavélico proyecto y célula madre del engendro era el Universidad, que pasaría a llamarse UD Gran Canaria y vestiría de amarillo y azul. La afición grancanaria reaccionó y su mensaje fue claro y contundente: 'No al ovietazo' rezaba una pancarta en el estadio de Gran Canaria.
Y para los más incrédulos, otro ejemplo: José Carlos Mauricio, consejero de Economía y Hacienda y socio fiel -de momento- de Soria, lo dejó bien claro a finales de mayo. El 26 de ese mes, en una entrevista concedida a Radio El Día, daba por muerta a la UD y apostaba por relanzar a otros clubes de la provincia de Las Palmas. Veinticuatro horas después se reafirmaba en todo lo dicho un día antes. Y por si su mensaje no había quedado claro, el 28 -en una entrevista con la Agencia Efe- soltó una de sus mejores perlas: "La UD no va a morir, el problema es si el espíritu de la UD lo encajamos en otra sociedad o no, y que no esté endeudada hasta las cejas". Por favor, que alguien le compre ya una tabla ouija a este señor.
Ahora, tras comprobar que la UD seguirá en pie -al menos un año más-, al club amarillo le toca poner la otra mejilla con motivo del estadio de Gran Canaria. Un recinto, según Soria, al que hay que darle uso porque ha costado más de 90 millones de euros -15.000 millones de pesetas-. Un despilfarro en el que, por cierto, ha participado el PP que, desde 1991 forma parte del grupo de gobierno de la corporación insular. Y para que la instalación empiece a ser rentable -para que un estadio así dé beneficios debe cubrirse, al menos, el 50% de su aforo-, la mejor idea que surge en el Cabildo es que el Universidad juegue allí sus partidos oficiales. Ahí van, para los despistados, algunos datos. Juzguen ustedes mismos: la temporada pasada el Universidad fue incapaz de meter más de 1.000 espectadores en el estadio Insular o en Alfonso Silva de La Ballena y el número de abonados del club colegial en la campaña anterior ascendía a 126 . ¿Su presencia será rentable para una instalación de más de 30.000 asientos?
Y por último, un par de preguntas para los que piensen que el Universidad es un modelo de gestión, tanto en el plano económico como en el deportivo: ¿Seguirían pensando igual si supiesen que el club colegial ha debido, durante toda la temporada, varias nóminas a sus jugadores? ¿Y si les digo que adeuda las tres últimas mensualidades a los entrenadores de su cadena de filiales? ¿Saben cómo son los contratos del Universidad? ¿Alguien lo sabe? ¿Y cómo abona el dinero a sus empleados? ¿Consideran adecuado que un grupo determinado de jugadores den el visto bueno, e incluso tomen parte, en los fichajes de futbolistas y técnicos? ¿Tiene patrocinadores? ¿Cómo se financia? ¿Tiene afición? Y lo más importante: ¿El Universidad existe?
martin@canariasahora.com
Cartas al Director
LA UD Y EL UNIVERSIDAD
Martín Alonso
Sinceramente: no quiero que el Universidad juegue sus partidos oficiales o amistosos en el estadio de Gran Canaria. No quiero porque todo lo que dicen José Manuel Soria, José Miguel Álamo, Francisco José Gómez Cáceres y su corte de correveidiles son cuentos chinos. Si finalmente el equipo colegial disputa sus encuentros en el recinto de Siete Palmas no será para que una obra que se le fue de madre a Gonzalo Angulo empiece a dar beneficios. No. El objetivo es meter con calzador al engendro, al posible salvador de la causa futbolera en Gran Canaria en caso de que la UD Las Palmas desaparezca, en una instalación infrautilizada por la torpeza e incapacidad del grupo de gobierno del Cabildo. ¿O me van a decir ahora que el Universidad, incapaz de meter 1.000 espectadores en el estadio Insular, va a hacer rentable un estadio con más de 30.000 localidades?
¿Alguno de ustedes metería al enemigo en su casa? Pues entonces, pónganse en la situación de la UD Las Palmas, apaleada por todos los lados sin ni siquiera haber dicho esta boca es mía -que yo sepa, aún no se ha negado a compartir el uso del estadio de Gran Canaria con nadie-. El Universidad, para el club amarillo, es un proyecto hostil. No lo digo yo. Lo cuentan las hemerotecas. Luis González, ex presidente de la entidad de Pío XII, lo afirmaba hace poco más de un año en una entrevista concedida al periódico La Provincia / Diario de Las Palmas. ¡Qué curioso! Luis González y Manuel García Navarro, enfrentados por casi todo, coinciden al denunciar que la entidad colegial no juega limpio cuando tiene en frente a la UD.
Hay más ejemplos: el pasado 26 de abril, el Diario As -en su edición de Canarias- informaba que un sector empresarial, apoyado por Soria y ante el más que probable descenso de la UD a Segunda B, ya ideaba un nuevo proyecto en la Isla. El plan era similar a la que el pasado verano llevó a cabo Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo (PP): había que encontrar un club, cambiarle el nombre, ponerle otro equipaje y dejar morir, ahogada en sus propias deudas, a la UD. La base de tan maquiavélico proyecto y célula madre del engendro era el Universidad, que pasaría a llamarse UD Gran Canaria y vestiría de amarillo y azul. La afición grancanaria reaccionó y su mensaje fue claro y contundente: 'No al ovietazo' rezaba una pancarta en el estadio de Gran Canaria.
Y para los más incrédulos, otro ejemplo: José Carlos Mauricio, consejero de Economía y Hacienda y socio fiel -de momento- de Soria, lo dejó bien claro a finales de mayo. El 26 de ese mes, en una entrevista concedida a Radio El Día, daba por muerta a la UD y apostaba por relanzar a otros clubes de la provincia de Las Palmas. Veinticuatro horas después se reafirmaba en todo lo dicho un día antes. Y por si su mensaje no había quedado claro, el 28 -en una entrevista con la Agencia Efe- soltó una de sus mejores perlas: "La UD no va a morir, el problema es si el espíritu de la UD lo encajamos en otra sociedad o no, y que no esté endeudada hasta las cejas". Por favor, que alguien le compre ya una tabla ouija a este señor.
Ahora, tras comprobar que la UD seguirá en pie -al menos un año más-, al club amarillo le toca poner la otra mejilla con motivo del estadio de Gran Canaria. Un recinto, según Soria, al que hay que darle uso porque ha costado más de 90 millones de euros -15.000 millones de pesetas-. Un despilfarro en el que, por cierto, ha participado el PP que, desde 1991 forma parte del grupo de gobierno de la corporación insular. Y para que la instalación empiece a ser rentable -para que un estadio así dé beneficios debe cubrirse, al menos, el 50% de su aforo-, la mejor idea que surge en el Cabildo es que el Universidad juegue allí sus partidos oficiales. Ahí van, para los despistados, algunos datos. Juzguen ustedes mismos: la temporada pasada el Universidad fue incapaz de meter más de 1.000 espectadores en el estadio Insular o en Alfonso Silva de La Ballena y el número de abonados del club colegial en la campaña anterior ascendía a 126 . ¿Su presencia será rentable para una instalación de más de 30.000 asientos?
Y por último, un par de preguntas para los que piensen que el Universidad es un modelo de gestión, tanto en el plano económico como en el deportivo: ¿Seguirían pensando igual si supiesen que el club colegial ha debido, durante toda la temporada, varias nóminas a sus jugadores? ¿Y si les digo que adeuda las tres últimas mensualidades a los entrenadores de su cadena de filiales? ¿Saben cómo son los contratos del Universidad? ¿Alguien lo sabe? ¿Y cómo abona el dinero a sus empleados? ¿Consideran adecuado que un grupo determinado de jugadores den el visto bueno, e incluso tomen parte, en los fichajes de futbolistas y técnicos? ¿Tiene patrocinadores? ¿Cómo se financia? ¿Tiene afición? Y lo más importante: ¿El Universidad existe?
martin@canariasahora.com