JOSE DE AGUILAR
Leyenda viva del fútbol español, Luis Molowny triunfó como jugador y entrenador de la UD Las Palmas y del Real Madrid, y como técnico de la selección juvenil de Las Palmas, campeona de España en 1962. Comenzó a jugar al fútbol, siendo un niño y sin federar, en el equipo de amigos El Rápido de La Higuerita, barrio que está situado entre Santa Cruz y La Laguna. Posteriormente jugó en el Santa Cruz, filial del CD Tenerife, en cuyo primer equipo actuó su padre, Raúl, como delantero centro.
Más tarde vino a Gran Canaria a disputar un amistoso con el Estrella de La Laguna y el Marino, presidido por Eufemiano Fuentes, decidió ficharlo cuando Molowny iba a cumplir 18 años. "Jugaba generalmente de interior izquierdo, con el 10, le daba mejor al balón con la derecha y era habilidoso y totalmente ofensivo", afirmó.
Así, tanto el Madrid como el Barcelona se interesaron por él. "Supongo que también habría sido feliz en el Barcelona, como lo fui en el Madrid, donde fiché en 1947, cuando lo presidía Santiago Bernabéu, que era una persona extraordinaria. El había sido jugador, y ya de presidente sabía cuándo tenía que poner orden en el vestuario, con sus santiaguinas (arengas) a los futbolistas".
A este lo meteria yo de director tecnico.
A lo largo de su carrera como jugador y entrenador -en la que también dirigió a la selección española-, Molowny vio a numerosos futbolistas de primer nivel. "Mi ídolo fue Semán, un delantero tinerfeño que jugó en el Tenerife y el Español, pero el futbolista más completo ha sido Alfredo di Stéfano. Él me decía en el túnel de vestuarios: "Che, Mangas (apodo que le pusieron a Molowny porque agarraba las mangas de la camiseta cuando jugaba), hoy todas las pelotas dámelas a mí, porque le doy con el culo y meto gol'. Alfredo tenía un espíritu de ganador y unas condiciones físicas y técnicas espléndidas".
Como internacional, acudió al Mundial de 1950 en Brasil, que ganó Uruguay a los anfitriones (1-2). "Yo jugué ante Uruguay y empatamos a dos. España logró el cuarto puesto, la mejor posición hasta la fecha en un Mundial. Teníamos un equipazo, con Zarra, Rosendo Hernández, Puchades...".
Tras retirarse como jugador en la UD, el primer éxito como técnico le llega en 1962, con los diablillos amarillos: "Era una formidable selección, con Germán, Paco Castellano, León...". Estos dos últimos entrenan hoy a la UD, "y eso es un orgullo para mí. Tuve una gran suerte con aquellos juveniles, porque los chicos se comportaban extraordinariamente. Les tengo mucho cariño".
Con esa base, a finales de los 60, la UD logró un subcampeonato y un tercer puesto liguero en Primera, con Molowny. "Disfruté enormemente con aquel equipo". Hoy, por contra, el CD Tenerife es el que jugará en la máxima categoría nacional. "Me alegra como canario que soy, aunque también me gustaría que ascendiese la UD", asegura.
De Molowny se decía que apenas adiestraba a sus futbolistas, y que se limitaba a decirles que jugasen como sabían y se divirtiesen en el campo. "No es así. Yo les explicaba cómo jugaba el contrario y les detallaba las características de los futbolistas rivales".
Asimismo, desmiente que cualquier técnico esté capacitado para entrenar a un conjunto plagado de estrellas. "No es fácil, porque tienes una plantilla de unos 23 jugadores de diferentes caracteres y tienes que ver cómo debes tratar a cada uno".
Molowny afirma que disfrutó más del fútbol como "jugador que como entrenador, porque como futbolista dependía de mí, y como técnico ya dependía de los jugadores".
Con la honestidad que ha presidido su vida, reconoce haberle gustado el fútbol realizado esta temporada por el Barcelona y resalta "ese centro del campo con Xavi, Iniesta y Messi, que no perdían ni una pelota y daban excelentes pases a los puntas".
Aquejado de molestias en las piernas, no suele salir de su casa en Las Alcaravaneras, donde no se pierde un partido televisado de fútbol, deporte que se ha enriquecido con su magisterio y perenne nobleza.
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