A NUESTRO ESTADIO INSULAR
Publicado: Mié May 05, 2010 8:20 pm
A NUESTRO ESTADIO INSULAR
Hace ya muchos años que te vimos nacer. Algunos de nosotros no estábamos todavía por aquí, pero otros muchos familiares nuestros, padres, abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos, empezaban a disfrutar de grandes tardes de fútbol canario en tus pequeñas pero acogedoras gradas, que poco a poco irían creciendo, al mismo tiempo que un sentimiento, el sentir de un pueblo, ansioso por ver surgir a un equipo de fútbol que representara a Gran Canaria y al fútbol canario allá donde fuera.
Ese sentimiento, ese sueño, se hizo realidad con la fundación de nuestra U.D. Las Palmas, allá por el año 49. Tu fuiste testigo de esa efeméride, y serías también, desde ese momento, el teatro de los sueños de muchos jóvenes talentos canarios, salidos de barrios remotos y no tan remotos, formados como jugadores en la arena de muchas calles, en la Playa de Las Canteras o Las Alcaravaneras, descalzos, sin botas ni nada que se le pareciera, con una pelota de cuero o de lo que hubiera. Estos muchachos, ávidos de triunfar sobre tu tierra, y luego sobre tu césped, luchaban por vestir la camiseta amarilla, esa con la que tantas alegrías daban a los aficionados, que animaban al equipo al son de los recordados Riqui Raca.
Fueron tiempos de gloria que perduraron durante décadas, en los que grandes figuras del fútbol mundial e importantes equipos de todo el mundo pisaron tu césped, el césped de ese teatro que hacía las delicias de nuestra hinchada amarilla, y de todo aquel que tuviera la oportunidad de ver aquel fútbol que bordaban nuestros diablillos amarillos. Recordamos con nostalgia aquellas colas de gente que se agolpaban en tus puertas para entrar, incluso niños que suplicaban a los mayores que les entraran.
En ti, hemos vivido alegrías y tristezas, triunfo y derrota, abrazos y lágrimas. En ti un día fuimos grandes, hicimos morder el polvo a los mejores, estuvimos a punto de besar el cielo allá por los años 60, pero también hemos vivido tristes acontecimientos. A pesar de todo, siempre has sido nuestro feudo, nuestro aliado, convirtiéndote en una bombonera siempre que el equipo lo necesitara, y ayudando a llevarla entre todos a la victoria. Tu has sido el artífice de que se haya generado el sentimiento amarillo, ese sentimiento que gran parte del pueblo canario lleva en su corazón. Tu eres ese escenario donde los actores amarillos hacían sus obras, y donde los espectadores forjaban el sentimiento, que irían transmitiendo a sus hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos.
Pero, desgraciadamente, no todo sería agradable en esta mágica historia. Todo llegaría cuando una minoría, ansiosa por verte desaparecer, decidió arrancarte de nuestro lado, acabar con la magia que durante años creaste para nosotros, para sucumbir al abandono y al olvido. Desde entonces, el equipillo y su afición hemos tenido que conformarnos con un estadio moderno, pero gris. Gris por su color, gris por el frío que hasta el corazón es capaz de helar. Un estadio muerto, sin vida, con interminables pistas de atletismo, que hacen más aún lejana la distancia entre los jugadores y su afición. Aquí hemos vivido alguna alegría, pero, sin duda, muchas tristezas. No conseguimos entender como caímos en el engaño de que estaríamos mejor donde estamos, en lugar de en tus cálidas y acogedoras gradas.
Tu existencia corrió peligro cuando intentaron acabar con tu vida definitivamente, haciendo correr la sangre amarilla que corre por tus cimientos, sepultándola bajo piqueta y escombros, como si fueras un simple muro, y no patrimonio del pueblo canario, como merecidamente eres. Gracias a la rápida intervención de un gran canario y de algunas viejas escrituras firmadas en tu favor, estas todavía en pie, imponente, desaliñado pero firme, muerto pero vivo.
Hoy queremos avisarte de que un pequeño rayo de luz se vislumbra en tu futuro. Un pequeño grupo de buenos canarios, a los que le importa el sentimiento del pueblo, está decidido a dar un paso al frente y recuperarte, recuperar esa magia amarilla que encandiló nuestros corazones, y que selló en ellos un sentimiento que se ha transmitido de padres a hijos.
El sueño de nuestro reencuentro puede convertirse en realidad. Se abre así la posibilidad de volver a vivir momentos entrañables, de volver a escuchar el rugido de la grada Naciente, con los Ultras y demás Peñas, alentando a las demás gradas a llevar en volandas a los nuestros. A volver a esa grada Sur, donde era tan fácil escuchar la euforia de muchos periodistas cantando los goles amarillos, solo con situarse debajo de las cabinas. A esa Tribuna, por cuya Puerta 0 vimos pasar a grandes figuras del fútbol mundial. Y, como no, a esa grada Curva, con el inconfundible olor a calamar asado en sus puertas, con ese aroma que desprendían los puros de algunos mayores con su transistor al oído, y que echaba una mano a la Naciente cuando lo necesitaba. Las cuatro, al unísono, rugían el Pio-Pio y dibujaban una perfecta ola amarilla, situaciones que ya no se dan en aquel gélido Estadio de Gran Canaria que no hace honor a su nombre.
Estos días, muchos de nosotros hemos derramado alguna lágrima de alegría al ver posible ese reencuentro. No sabemos de que depende, ni de quien, pero lo que si está en nuestra mano es dar un paso al frente y luchar por lo que nos pertenece, por ti. Convertir en realidad ese sueño de volver a alcanzar la Primera División, a traer de nuevo a los grandes a esta olla amarilla a presión, a esta bombonera que muchos equipos ya tienen y otros desearían tener, logrando que no seas solo una leyenda, sino una historia interminable. Esta vez no caminaras solo, no te fallaremos. Debemos sellar una alianza entre estas tres partes, la U.D. Las Palmas, la afición y tu, el Estadio Insular, movidas las tres por un motor llamado sentimiento amarillo. Con nuestro apoyo volverás a ser ese recinto de Ciudad Jardín de noches gloriosas, del que nunca debimos salir. Volverás a ser el teatro de los sueños, volverás a ser el majestuoso templo del fútbol canario, nuestra seña de identidad. No te abandonaremos. Volverás a ser nuestro ESTADIO INSULAR.
Hace ya muchos años que te vimos nacer. Algunos de nosotros no estábamos todavía por aquí, pero otros muchos familiares nuestros, padres, abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos, empezaban a disfrutar de grandes tardes de fútbol canario en tus pequeñas pero acogedoras gradas, que poco a poco irían creciendo, al mismo tiempo que un sentimiento, el sentir de un pueblo, ansioso por ver surgir a un equipo de fútbol que representara a Gran Canaria y al fútbol canario allá donde fuera.
Ese sentimiento, ese sueño, se hizo realidad con la fundación de nuestra U.D. Las Palmas, allá por el año 49. Tu fuiste testigo de esa efeméride, y serías también, desde ese momento, el teatro de los sueños de muchos jóvenes talentos canarios, salidos de barrios remotos y no tan remotos, formados como jugadores en la arena de muchas calles, en la Playa de Las Canteras o Las Alcaravaneras, descalzos, sin botas ni nada que se le pareciera, con una pelota de cuero o de lo que hubiera. Estos muchachos, ávidos de triunfar sobre tu tierra, y luego sobre tu césped, luchaban por vestir la camiseta amarilla, esa con la que tantas alegrías daban a los aficionados, que animaban al equipo al son de los recordados Riqui Raca.
Fueron tiempos de gloria que perduraron durante décadas, en los que grandes figuras del fútbol mundial e importantes equipos de todo el mundo pisaron tu césped, el césped de ese teatro que hacía las delicias de nuestra hinchada amarilla, y de todo aquel que tuviera la oportunidad de ver aquel fútbol que bordaban nuestros diablillos amarillos. Recordamos con nostalgia aquellas colas de gente que se agolpaban en tus puertas para entrar, incluso niños que suplicaban a los mayores que les entraran.
En ti, hemos vivido alegrías y tristezas, triunfo y derrota, abrazos y lágrimas. En ti un día fuimos grandes, hicimos morder el polvo a los mejores, estuvimos a punto de besar el cielo allá por los años 60, pero también hemos vivido tristes acontecimientos. A pesar de todo, siempre has sido nuestro feudo, nuestro aliado, convirtiéndote en una bombonera siempre que el equipo lo necesitara, y ayudando a llevarla entre todos a la victoria. Tu has sido el artífice de que se haya generado el sentimiento amarillo, ese sentimiento que gran parte del pueblo canario lleva en su corazón. Tu eres ese escenario donde los actores amarillos hacían sus obras, y donde los espectadores forjaban el sentimiento, que irían transmitiendo a sus hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos.
Pero, desgraciadamente, no todo sería agradable en esta mágica historia. Todo llegaría cuando una minoría, ansiosa por verte desaparecer, decidió arrancarte de nuestro lado, acabar con la magia que durante años creaste para nosotros, para sucumbir al abandono y al olvido. Desde entonces, el equipillo y su afición hemos tenido que conformarnos con un estadio moderno, pero gris. Gris por su color, gris por el frío que hasta el corazón es capaz de helar. Un estadio muerto, sin vida, con interminables pistas de atletismo, que hacen más aún lejana la distancia entre los jugadores y su afición. Aquí hemos vivido alguna alegría, pero, sin duda, muchas tristezas. No conseguimos entender como caímos en el engaño de que estaríamos mejor donde estamos, en lugar de en tus cálidas y acogedoras gradas.
Tu existencia corrió peligro cuando intentaron acabar con tu vida definitivamente, haciendo correr la sangre amarilla que corre por tus cimientos, sepultándola bajo piqueta y escombros, como si fueras un simple muro, y no patrimonio del pueblo canario, como merecidamente eres. Gracias a la rápida intervención de un gran canario y de algunas viejas escrituras firmadas en tu favor, estas todavía en pie, imponente, desaliñado pero firme, muerto pero vivo.
Hoy queremos avisarte de que un pequeño rayo de luz se vislumbra en tu futuro. Un pequeño grupo de buenos canarios, a los que le importa el sentimiento del pueblo, está decidido a dar un paso al frente y recuperarte, recuperar esa magia amarilla que encandiló nuestros corazones, y que selló en ellos un sentimiento que se ha transmitido de padres a hijos.
El sueño de nuestro reencuentro puede convertirse en realidad. Se abre así la posibilidad de volver a vivir momentos entrañables, de volver a escuchar el rugido de la grada Naciente, con los Ultras y demás Peñas, alentando a las demás gradas a llevar en volandas a los nuestros. A volver a esa grada Sur, donde era tan fácil escuchar la euforia de muchos periodistas cantando los goles amarillos, solo con situarse debajo de las cabinas. A esa Tribuna, por cuya Puerta 0 vimos pasar a grandes figuras del fútbol mundial. Y, como no, a esa grada Curva, con el inconfundible olor a calamar asado en sus puertas, con ese aroma que desprendían los puros de algunos mayores con su transistor al oído, y que echaba una mano a la Naciente cuando lo necesitaba. Las cuatro, al unísono, rugían el Pio-Pio y dibujaban una perfecta ola amarilla, situaciones que ya no se dan en aquel gélido Estadio de Gran Canaria que no hace honor a su nombre.
Estos días, muchos de nosotros hemos derramado alguna lágrima de alegría al ver posible ese reencuentro. No sabemos de que depende, ni de quien, pero lo que si está en nuestra mano es dar un paso al frente y luchar por lo que nos pertenece, por ti. Convertir en realidad ese sueño de volver a alcanzar la Primera División, a traer de nuevo a los grandes a esta olla amarilla a presión, a esta bombonera que muchos equipos ya tienen y otros desearían tener, logrando que no seas solo una leyenda, sino una historia interminable. Esta vez no caminaras solo, no te fallaremos. Debemos sellar una alianza entre estas tres partes, la U.D. Las Palmas, la afición y tu, el Estadio Insular, movidas las tres por un motor llamado sentimiento amarillo. Con nuestro apoyo volverás a ser ese recinto de Ciudad Jardín de noches gloriosas, del que nunca debimos salir. Volverás a ser el teatro de los sueños, volverás a ser el majestuoso templo del fútbol canario, nuestra seña de identidad. No te abandonaremos. Volverás a ser nuestro ESTADIO INSULAR.