en memoria del gran mariscal del fútbol canario...
Publicado: Lun Dic 27, 2004 9:44 pm
La luz del flexo que José acababa de robar como cada viernes
del despacho del subdirector de Marca, Juanjo Díaz, iluminaba
las hojas tendidas entre micrófonos. Donde hubo matices vainillas,
la luz del flexo tenía aquella noche un desconocido tono amarillo.
Sin tiempo para preguntarse la razón de tan original prodigio,
el control abrió sintonía y la voz habló, mientras por el fondo
comenzaba a oírse el viejo himno de combate:
Es la Unión Deportiva Las Palmas nuestro equipo señero sin par,
con su fútbol brioso y brillante, vencerá, vencerá, vencerá...
"El Fútbol tiene Música. Bienvenidos al programa menos escuchado
de la radio española. Las doce en Las Palmas de Gran Canaria.
La sombra de Mujica y Silva, la de Molowny y Cedrés, la del Palmero
y el Lobito Hernández, la de Vicente y Pantaleón, la de Campos,
Arocha, Farías, Mesa y Arencibia, no cumplen años. Son sombras
que juegan en el viejo Campo de España, en el Pepe Conçalves
y en Ciudad Jardín. Son sombras que juegan y cantan, sabedoras
de que los cuerpos a los que dieron silueta habían inventado
una forma de jugar al fútbol como danzando. Las doce de la noche
en las otras seis islas. La una en el resto de la Patria.
Es orgullo del pueblo canario la victoria del once gritar, celebrando
sus triunfos seguros con el ra, ra, ra, ra, ra...
Había un par de cosas que Vicente di Napoli Battone no podía
ocultar: su origen italiano y su amor por el Atlético Club, el
equipo de regional que presidía en Las Palmas. El Atlético por
su parte no podía ocultar un par de cosas: su cariño por el Atleti
de Madrid que le había llevado a componer su escudo tal cual
el de los colchoneros con una legítima alteración: donde los
madrileños alzaban un madroño, el Atlético de Las Palmas plantaba
un drago, el árbol canario. Y la otra que no podía disimular
era la situación cada día más difícil que el club padecía, deudas
y tormenta en un horizonte limitado por la pequeñez del ámbito
en el que se movía, una primera regional de cinco equipos en
la que además dos, Marino y Victoria, se llevaban la parte del
león. Por eso, lo que Manolo Rodríguez y Adolfo Miranda le acababan
de pedir, le hacía tanto daño como ilusión. Los dos mandamases
de la federación grancanaria de fútbol, buenos lectores del futuro,
le acababan de pedir que disolviera el club en un proyecto mayor,
un solo club para defender en las categorías nacionales un nombre
y un estilo, el de Las Palmas. El presidente del Atlético sabía
que deportivamente el proyecto era un cañón, valía con saber
sumar: sólo juntando los futbolistas que habían salido de la
isla y triunfaban en la Península se podía hacer un equipo de
altura, bien lo conocía su espejo de Madrid que había llenado
su equipo de canarios hasta hacerse campeón con Campos a la cabeza.
Era morir para vivir en belleza, así que la lucha entre el corazoncito
y el corazón debió ser dura, pero ganó el segundo. Para cuando
Vicente di Napoli Battone llevó el sí de sus compañeros de junta,
los representantes de Arenas, Gran Canaria, y los más generosos
porque renunciaban al predominio, Victoria y Marino, habían dispuesto
también el suyo. El 29 de agosto de 1949, unidos los cinco clubes
en un ejemplo de grandeza raramente visto, con la autorización
del Ayuntamiento de la Ciudad para vestir sus colores y al pecho
el escudo de la misma orlado por el de los cinco que lo impulsaban,
nacía para orgullo de Gran Canaria y gloria del fútbol español,
la Unión Deportiva Las Palmas.
Siempre avante la vanguardia, la defensa una muralla donde se
estrelle el contrario...
La mañana del día de San Jorge, 23 de abril de 1961, se presentaba
confusa para Casimiro Benavente. El equipo al que entrenaba,
la Unión Deportiva Las Palmas, jugaba esa tarde en Ceuta y para
el medio centro le rumiaba por dentro una idea aventurada, un
golpe de fantasía, uno de esos gestos que definen a un técnico
como un loco o como un genio. O como las dos cosas a la vez.
Pero estaba decidido, de medio centro iba a salir el espigado
extremo izquierdo de la Selección Juvenil de Las Palmas, el zurdo
del Porteño de larga zancada y técnica exquisita, o sea técnica
canaria. Con el seis azul sobre la espalda amarilla, desde entonces
para siempre, eje de la mejor Unión Deportiva:
el grande Juanito
Guedes.
del despacho del subdirector de Marca, Juanjo Díaz, iluminaba
las hojas tendidas entre micrófonos. Donde hubo matices vainillas,
la luz del flexo tenía aquella noche un desconocido tono amarillo.
Sin tiempo para preguntarse la razón de tan original prodigio,
el control abrió sintonía y la voz habló, mientras por el fondo
comenzaba a oírse el viejo himno de combate:
Es la Unión Deportiva Las Palmas nuestro equipo señero sin par,
con su fútbol brioso y brillante, vencerá, vencerá, vencerá...
"El Fútbol tiene Música. Bienvenidos al programa menos escuchado
de la radio española. Las doce en Las Palmas de Gran Canaria.
La sombra de Mujica y Silva, la de Molowny y Cedrés, la del Palmero
y el Lobito Hernández, la de Vicente y Pantaleón, la de Campos,
Arocha, Farías, Mesa y Arencibia, no cumplen años. Son sombras
que juegan en el viejo Campo de España, en el Pepe Conçalves
y en Ciudad Jardín. Son sombras que juegan y cantan, sabedoras
de que los cuerpos a los que dieron silueta habían inventado
una forma de jugar al fútbol como danzando. Las doce de la noche
en las otras seis islas. La una en el resto de la Patria.
Es orgullo del pueblo canario la victoria del once gritar, celebrando
sus triunfos seguros con el ra, ra, ra, ra, ra...
Había un par de cosas que Vicente di Napoli Battone no podía
ocultar: su origen italiano y su amor por el Atlético Club, el
equipo de regional que presidía en Las Palmas. El Atlético por
su parte no podía ocultar un par de cosas: su cariño por el Atleti
de Madrid que le había llevado a componer su escudo tal cual
el de los colchoneros con una legítima alteración: donde los
madrileños alzaban un madroño, el Atlético de Las Palmas plantaba
un drago, el árbol canario. Y la otra que no podía disimular
era la situación cada día más difícil que el club padecía, deudas
y tormenta en un horizonte limitado por la pequeñez del ámbito
en el que se movía, una primera regional de cinco equipos en
la que además dos, Marino y Victoria, se llevaban la parte del
león. Por eso, lo que Manolo Rodríguez y Adolfo Miranda le acababan
de pedir, le hacía tanto daño como ilusión. Los dos mandamases
de la federación grancanaria de fútbol, buenos lectores del futuro,
le acababan de pedir que disolviera el club en un proyecto mayor,
un solo club para defender en las categorías nacionales un nombre
y un estilo, el de Las Palmas. El presidente del Atlético sabía
que deportivamente el proyecto era un cañón, valía con saber
sumar: sólo juntando los futbolistas que habían salido de la
isla y triunfaban en la Península se podía hacer un equipo de
altura, bien lo conocía su espejo de Madrid que había llenado
su equipo de canarios hasta hacerse campeón con Campos a la cabeza.
Era morir para vivir en belleza, así que la lucha entre el corazoncito
y el corazón debió ser dura, pero ganó el segundo. Para cuando
Vicente di Napoli Battone llevó el sí de sus compañeros de junta,
los representantes de Arenas, Gran Canaria, y los más generosos
porque renunciaban al predominio, Victoria y Marino, habían dispuesto
también el suyo. El 29 de agosto de 1949, unidos los cinco clubes
en un ejemplo de grandeza raramente visto, con la autorización
del Ayuntamiento de la Ciudad para vestir sus colores y al pecho
el escudo de la misma orlado por el de los cinco que lo impulsaban,
nacía para orgullo de Gran Canaria y gloria del fútbol español,
la Unión Deportiva Las Palmas.
Siempre avante la vanguardia, la defensa una muralla donde se
estrelle el contrario...
La mañana del día de San Jorge, 23 de abril de 1961, se presentaba
confusa para Casimiro Benavente. El equipo al que entrenaba,
la Unión Deportiva Las Palmas, jugaba esa tarde en Ceuta y para
el medio centro le rumiaba por dentro una idea aventurada, un
golpe de fantasía, uno de esos gestos que definen a un técnico
como un loco o como un genio. O como las dos cosas a la vez.
Pero estaba decidido, de medio centro iba a salir el espigado
extremo izquierdo de la Selección Juvenil de Las Palmas, el zurdo
del Porteño de larga zancada y técnica exquisita, o sea técnica
canaria. Con el seis azul sobre la espalda amarilla, desde entonces
para siempre, eje de la mejor Unión Deportiva:
el grande Juanito
Guedes.