Respuesta de La Opinión...
Publicado: Vie Sep 09, 2005 10:05 am
Pues un par de semanas después del revuelo que armó aquel artículo de González Jerez, llega su propia explicación sobre el asunto:
Algún ´buen amigo´ de este periódico ha vuelto a difundir vía internet un artículo de Alfonso González Jerez publicado hace dos años y medio, en el que se ironizaba sobre los editoriales de nuestro colega El Día y su característico discurso anticanarión, xenófobo y decimonónico. Lo divertido del asunto es que quienes difunden el artículo en la Red, descontextualizado y retocando la fecha, para que parezca publicado en estos momentos, pretenden hacer pasar a González Jerez por justo lo que él denuncia. En fin... ellos se entretienen así. A continuación se reproduce un artículo, de ayer mismo, de González Jerez en referencia a esta sorprendente operación de camuflaje y, debajo, el original de hace dos años y medio. Menos mal que en Tenerife somos los que somos y nos conocemos todos. Qué suerte vivir aquí, que dice el anuncio...
Parodia frustrada.
No quisiera exagerar, pero hay artículos, como hay amores y tortícolis, que amenazan con perseguirte toda la vida. "No hay errores más pegajosos", dijo una vez el doctor Johnson, "que los que cometen los demás por nosotros". Como suele ocurrir, el viejo crítico y lexicógrafo tiene razón. Hace dos años y medio se me ocurrió parodiar en una columna los editoriales del periódico El Día. Como estoy ya muy sobrado de peripecias judiciales, les ahorro los adjetivos y la retórica que intenté mimetizar jocosamente y los argumentos (llamemosles así) que procuré llevar hasta el límite del absurdo, sin otro propósito que caricaturizarlos y evidenciar su grotesca falsedad y su preocupante energumenismo. Terminé el artículo, cerré el ordenador y bajo la dulce luz de las inocentes estrellas me marché a casa.
Pocos días después comenzó a caer una fina lluvia de correos electrónicos que a ratos se convirtió en agrio chaparrón. Me llamaron varios amigos y compañeros de Gran Canaria, alarmados y/o estupefactos. Todos mostraban su asombro por un artículo que supuraba un insularismo tan vil, atroz, oligofrénico y mezquino. Algunos remitentes expresaban una indignación incontrolable y pedían mi cabeza. Alguien había tomado el artículo y lo había puesto a circular en varios foros de internet como la quintaesencia del chicharrerismo más cerril, intolerante e intolerable. En un principio se me antojó un episodio divertido, pero los correos no cesaban, y algunos de los irritados corresponsales no aceptaban ninguna explicación. Mi irritación cedió, finalmente, a la melancolía. Que después de doce años criticando acerba y testarudamente el insularismo y desmontando las falsedades y estupideces del pleito insular se vea uno estigmatizado como un ultrachicharrerista atrabiliario no deja de ser una lección de los límites e impotencias del columnismo en nuestras ínsulas baratarias.
Asombrosamente, dos años después, el maldito artículo corretea de nuevo por las esquinas de internet y, como una maldición bíblica, regresa la plaga de las cartas y los correos electrónicos. Tengo razonables dudas sobre la espontaneidad de esta nueva aparición de la malhadada columna por los foros electrónicos. Y no sé si estas líneas serán suficientes para deshacer un entuerto que me sigue pareciendo ligeramente delirante. Finalmente tengo que reconocer, al menos, una mínima responsabilidad en este ocioso galimatías: la de haber escrito mal. Si escribes una parodia y un número apreciable de lectores es incapaz de detectarla como tal es que has fallado estilísticamente y la columna ha fracasado en toda regla. Y escribir mal es el único pecado que un columnista no puede cometer, aunque abunden los pecadores cotidianos en las páginas de la prensa isleña. Mis más sentidas disculpas por una parodia tan próxima a lo parodiado que fue confundida con el original y denostada como se merece.
www.la-opinion.com
Algún ´buen amigo´ de este periódico ha vuelto a difundir vía internet un artículo de Alfonso González Jerez publicado hace dos años y medio, en el que se ironizaba sobre los editoriales de nuestro colega El Día y su característico discurso anticanarión, xenófobo y decimonónico. Lo divertido del asunto es que quienes difunden el artículo en la Red, descontextualizado y retocando la fecha, para que parezca publicado en estos momentos, pretenden hacer pasar a González Jerez por justo lo que él denuncia. En fin... ellos se entretienen así. A continuación se reproduce un artículo, de ayer mismo, de González Jerez en referencia a esta sorprendente operación de camuflaje y, debajo, el original de hace dos años y medio. Menos mal que en Tenerife somos los que somos y nos conocemos todos. Qué suerte vivir aquí, que dice el anuncio...
Parodia frustrada.
No quisiera exagerar, pero hay artículos, como hay amores y tortícolis, que amenazan con perseguirte toda la vida. "No hay errores más pegajosos", dijo una vez el doctor Johnson, "que los que cometen los demás por nosotros". Como suele ocurrir, el viejo crítico y lexicógrafo tiene razón. Hace dos años y medio se me ocurrió parodiar en una columna los editoriales del periódico El Día. Como estoy ya muy sobrado de peripecias judiciales, les ahorro los adjetivos y la retórica que intenté mimetizar jocosamente y los argumentos (llamemosles así) que procuré llevar hasta el límite del absurdo, sin otro propósito que caricaturizarlos y evidenciar su grotesca falsedad y su preocupante energumenismo. Terminé el artículo, cerré el ordenador y bajo la dulce luz de las inocentes estrellas me marché a casa.
Pocos días después comenzó a caer una fina lluvia de correos electrónicos que a ratos se convirtió en agrio chaparrón. Me llamaron varios amigos y compañeros de Gran Canaria, alarmados y/o estupefactos. Todos mostraban su asombro por un artículo que supuraba un insularismo tan vil, atroz, oligofrénico y mezquino. Algunos remitentes expresaban una indignación incontrolable y pedían mi cabeza. Alguien había tomado el artículo y lo había puesto a circular en varios foros de internet como la quintaesencia del chicharrerismo más cerril, intolerante e intolerable. En un principio se me antojó un episodio divertido, pero los correos no cesaban, y algunos de los irritados corresponsales no aceptaban ninguna explicación. Mi irritación cedió, finalmente, a la melancolía. Que después de doce años criticando acerba y testarudamente el insularismo y desmontando las falsedades y estupideces del pleito insular se vea uno estigmatizado como un ultrachicharrerista atrabiliario no deja de ser una lección de los límites e impotencias del columnismo en nuestras ínsulas baratarias.
Asombrosamente, dos años después, el maldito artículo corretea de nuevo por las esquinas de internet y, como una maldición bíblica, regresa la plaga de las cartas y los correos electrónicos. Tengo razonables dudas sobre la espontaneidad de esta nueva aparición de la malhadada columna por los foros electrónicos. Y no sé si estas líneas serán suficientes para deshacer un entuerto que me sigue pareciendo ligeramente delirante. Finalmente tengo que reconocer, al menos, una mínima responsabilidad en este ocioso galimatías: la de haber escrito mal. Si escribes una parodia y un número apreciable de lectores es incapaz de detectarla como tal es que has fallado estilísticamente y la columna ha fracasado en toda regla. Y escribir mal es el único pecado que un columnista no puede cometer, aunque abunden los pecadores cotidianos en las páginas de la prensa isleña. Mis más sentidas disculpas por una parodia tan próxima a lo parodiado que fue confundida con el original y denostada como se merece.
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