Abróchense los cinturones y prepárense para despegar. Abran bien sus ojos para imaginar un derbi con el desenlace perfecto (el que ustedes quieran), agudicen al máximo el oído para disfrutar de la banda sonora del fútbol, paladeen el espectáculo que viene y siéntanse felices de ser canarios. Lo del domingo es una fiesta, excusa para ser felices hasta que el balón ruede y el espectáculo fluya. Valdrá la pena, seguro, al menos hasta que el partido empiece y nos revele el destino si el derbi nos sale cara o nos sale cruz. Quién sabe.
El Tenerife. Es tan poderoso este derbi (el nuestro, el de siempre, el sexagenario) que poco importa la clasificación para que lo del domingo sea colosal de todos modos. Llega a la cita el Tenerife por debajo, lo cual es novedad. Airosos salieron los blanquiazules de los últimos nueve clásicos —no pierden contra Las Palmas desde 2002 aunque aquel 1-1 con gol de Márquez nos supiera a hiel— y es noticia de primera plana su situación dramática por lo sorprendente de sus penas y lo inexplicable de sus resultados. Si el derbi más reciente fue singular por la diferencia que separaba a sus protagonistas (+22 para el Tenerife), este que viene se presenta con los papeles cambiados.
La UD. Pensar en la temporada que está haciendo Las Palmas me sugiere la idea de una oportunidad desaprovechada. Nunca creí (y ahí están las hemerotecas para constatarlo) en el recorrido de un equipo tan frágil, construido por necesidad sobre el empuje sano de la cantera, la ilusión de la feligresía y el entusiasmo de unos locos bajitos que gustan a cualquiera que disfrute del fútbol. Viera, Vitolo, Tyronne y el resto de la tropa son todo talento, portentosos futbolistas de futuro si nada los tuerce. Pero la clave de esta cuesta abajo tal vez haya que buscarla en la incapacidad amarilla para explotar la inyección larga de confianza que trajeron los resultados primeros, administrar la euforia y gestionar los recursos, limitados, de una plantilla concebida para guerrear en el lodo y no para construir castillos en el aire. “Estamos hechos para lo que estamos hechos”, es una reveladora frase de Jémez.
La polémica. Gusta el Gobierno de Canarias de politizarlo todo (nuestras fiestas, nuestras costumbres, nuestro acervo cultural… ¿por qué no nuestro fútbol?) y va camino de convertir estas islas en territorio de tambor, circo y pandereta. Seguramente convengan conmigo en que no hacen pie los argumentos de Paulino Rivero para declarar lo del domingo de “interés general”. Es la suya una pataleta absurda que va contra los contratos firmados (los que garantizaron la viabilidad económica del Tenerife hasta suministrarle 14 millones de euros en Primera y casi tres en Segunda), desmonta la estructura vigente del fútbol como espectáculo de masas, atenta contra el sentido común y, lo que es más importante, desprecia la inteligencia de los canarios. Pretendían convertir otro derbi más en un ejercicio lamentable de propaganda y a lo mejor todavía lo consiguen. Rivero, ya se sabe, lo que sea por su tele. Con o sin ella, les deseo a ustedes que lo disfruten. Hasta que empiece el gran día hay tiempo para pensar en el derbi como la perfecta excusa para ser felices. Luego el resultado nos subirá al cielo o nos bajará al suelo. Si ustedes amarillos que me leen sonríen el domingo a la una, tal vez sea yo quien deba preocuparse. Si es al contrario -lo cual intuyo, anhelo y deseo-, que les sea leve. Un saludo desde udlaspalmas.net y, a todos los canarios, ¡feliz fiesta del fútbol!
Por Manoj Daswani, periodista, jefe de Deportes de Radio Club Tenerife. Escribe en el Diario As y en La Opinión de Tenerife
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Este artículo se modificó el 19/01/2011 00:58 00:58