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10 de junio de 2006: el día que Nauzet aceleró el ascenso

Nauzet Alemán regresa a su casa tres años después

2.430 kilómetros separan Gran Canaria de San Sebastián. Aquel 10 de junio de 2006 no era un día normal para cada uno de los doscientos cincuenta aficionados amarillos que se desplazaron a presenciar desde la Isla, in situ, la clasificación de la Unión Deportiva para disputar la final de play-off de ascenso a Segunda División. Delante un escollo en principio asequible: la Real Sociedad B. Tras el 1-0 de la ida, merced a un cabezazo de Darino a la salida de un córner, las expectativas eran altas y el optimismo rebosante. El viaje hacia tierras vascas estuvo marcado por la ilusión. No hubo dolor para el madrugón. No hubo dolor para una vuelta que se pudo torcer si no llega a ser por la genial intermediación de un pibe que comenzó a pelotear en Las Mesas.

En el minuto 89, con todo perdido tras dos tantos de los donostiarras, apareció la figura de Nauzet Alemán. Un balón rebotado desde la izquierda le cayó al de Las Mesas, que ya había demostrado tener un golpeo excelente en las dos temporadas completadas en el primer equipo. No miró a la portería. Empalmó el esférico con agresividad y sutileza, ésa dicotomía difícilmente explicable salvo para los acontecimientos geniales. En el golpeo de exterior, quizá en la propia consciencia de Nauzet, le acompañó la fuerza de una afición que había luchado durante toda la temporada para el ascenso a Segunda. La derrota en Móstoles, la final ante el Rayo… muchos partidos de letanía, de sufrimiento en silencio. Ser de la Unión Deportiva Las Palmas era, por aquel entonces, llevar el disfraz de superhéroe puesto a diario.

El balón besó las mallas y, con él, un estruendo retumbó en las gradas de Anoeta. Muchos aficionados que lloraban de rabia, cambiaron en una centésima de segundo su registro a lágrimas de alegría. La grandeza del fútbol. Ese día Nauzet Alemán fue el protagonista de una escena imborrable en el imaginario reciente amarillo, un tanto que cambiaría la dinámica derrotista del club. El «Pum, pum, Alemán» resonó en el Estadio, rasgando las gargantas de aquellos aficionados que, esta vez sí, veían la luz al final del túnel. Pasara lo que pasara en la final la Unión Deportiva ya había comenzado ganando ante el Linares. Fue un tanto moral. De orgullo y de salvación espiritual.

En plena carretera, de regreso a Madrid, una llamada. La del padre de Nauzet que, emocionado, telefoneó a un miembro de la peña Ultra Naciente para felicitarles por su apoyo incondicional. Toda la guagua comenzó a vitorear el nombre de su hijo entre los llantos repletos de desahogo de más de uno.

Aquel diez de junio de un interminable 2006 se produjo el doctorado de un futbolista especial. Hoy, seis años después, regresa a la entidad que le vio crecer como futbolista. En San Sebastián se hizo mayor. Ahora la esperanza se centra en revivir aquellos apasionantes momentos en otras cotas, quién sabe si también con la distinguida firma de «Pum, pum, Alemán».

Este artículo se modificó el 18/06/2012 23:43 23:43