La UD Las Palmas se agita a nivel interno, desde hace meses, por el enfrentamiento entre Sergio Lobera y el núcleo que forman Juanito, asesor presidencial, y Branko Milovanovic, secretario técnicoMarcelo Bielsa, para subrayar la adulación que rodea cada victoria en el negocio del fútbol, emplea un término: franela. Y, de paso, advierte que el elogio que llega siempre tras el triunfo es impostor porque "no se revia por qué ganaste". Las palabras del entrenador argentino, expreparador -entre otros- de equipos como Newell's Old Boys, Vélez Sarsfield, RCD Espanyol, las selecciones de Argentina y Chile o Athletic de Bilbao, son idóneas para describir la posición, durante los últimos meses, de Sergio Lobera dentro de la UD Las Palmas con respecto a parte de sus superiores en la parcela futbolística: en concreto con Juanito -asesor de Miguel Ángel Ramírez- y con Branko Milovanovic -secretario técnico-.
El enfrentamiento entre las dos partes, enconado desde el tramo final de la temporada anterior, ha mutado -desde hace semanas- a conato de fratricidio en el seno del propio club. Nadie, dentro de la entidad de Pío XII, permanece ajeno a un pulso que amenaza con romper la armonía que mueve a la institución desde hace ocho años. El problema está a la vista de la plantilla, se comenta entre los empleados y preocupa en un consejo de administración en el que, por primera vez en mucho tiempo, no hay unanimidad al abordar el dilema.
Incidente en el Mini Estadi
Hay un episodio que describe, a la perfección, la crisis. Ocurrió el 23 de noviembre, en el palco del Mini Estadi y tuvo como protagonistas a Héctor de Armas, miembro del grupo directivo que preside Miguel Ángel Ramírez, y Branko Milovanovic, secretario técnico del club. Sobre el asunto ya dio buen cuenta el diario As en su edición de Canarias cinco días después de la visita de la UD Las Palmas al filial del FC Barcelona.
Allí, en la zona noble del recinto azulgrana, Milovanovic -junto a Juanito- se mostró muy crítico con las decisiones de Sergio Lobera y con el juego del equipo amarillo, que firmó una primera parte para olvidar (1-0, al descanso). Los reproches del secretario técnico no cesaron en la reanudación, ni siquiera cuando Nauzet Alemán estableció el empate o tras el gol de Vicente Gómez que dio el triunfo al representativo grancanario.
Una afirmación de Milovanovic, al apuntar que "al final éste [en referencia a Lobera] va a salir como el gran triunfador de la tarde", fue la chispa que prendió la mecha. Héctor de Armas, molesto tras tantos comentarios de reprobación contra el técnico aragonés, reprendió públicamente al secretario técnico. "Un poco de respeto, por favor, que es el entrenador de mi equipo, que es tu equipo y el que te paga", exclamó el consejero.
En el palco del Mini Estadi, además de directivos del Barça, también estaban acomodados -en representación de la UD-, otros tres consejeros de la entidad de Pío XII: Andrés Guzmán, Rafa Méndez y Antonio de Armas. Y, sobre el incidente, fueron informados tanto Ramírez como Lobera que, al conocer el episodio, solicitó que el club tomara medidas al respecto.
Con la victoria sobre el filial del FC Barcelona (1-2) ejerciendo como efecto placebo para aliviar todos los problemas y con el primer equipo situado en la tercera plaza de la clasificación de Segunda División, la semana pasó sin sobresaltos hasta el sábado pasado, jornada en la que el Real Zaragoza pasó por el Estadio de Gran Canaria y se llevó un triunfo que no recompensó el buen trabajo de la UD Las Palmas sobre el césped.
El tropiezo provocó otra borrasca en el seno del club. Ramírez, nada más finalizar el encuentro, no dudó en mostrar su enfado. Y no se ocultó para dejar patente su malestar. Cuando los aficionados aún desalojaban el recinto de Siete Palmas y los representantes de los medios de comunicación aún trabajaban en sus cabinas, el presidente reunió en el palco a los miembros del consejo de administración presentes y elevó la voz para censurar la derrota, reprochar la falta de obediencia de Lobera frente a superiores como Juanito y Milovanovic y afear la filtración a la prensa del incidente en el palco del Mini Estadi.
La reacción de Miguel Ángel Ramírez, al defender la posición de su asesor personal en materia deportiva y del secretario técnico, generó un malestar considerable entre varios de los directivos. Algunos, incluso, sopesaron durante los últimos días, la posibilidad de abandonar el proyecto de la UD Las Palmas, una opción que ha quedado, de momento, descartada por distintas causas: desde el deseo de mantener cierta tranquilidad institucional hasta diferentes cuestiones personales.
A este grado de tensión no es ajeno ningún estamento del club. Dentro del vestuario, la imagen de Lobera quedó debilitada por su gestión del tramo final del ejercicio anterior. En aquel momento, algunos futbolistas incluso levantaron la voz y lamentaron la falta de una alternativa táctica -como recurso ofensivo- a la velocidad de Thievy. Tampoco pasa desapercibido el problema entre los empleados de la institución, que desde este verano notan la distancia que el entrenador ha marcado como escudo defensa ante las injerencias y se posicionan en medio de un pulso que amenaza con dividir el club.
Y entre todos los bandos que empiezan a sobresalir, sólo aparece un punto coincidente: el que señala a Miguel Ángel Ramírez como única pieza capaz de acabar con la crisis. Pero para despejar el dilema, al presidente no le queda otra que designar un bando ganador en un pulso que ha lastrado el paso de la UD Las Palmas durante los últimos meses, un peso que se ha escondido bajo la franela impostora de las victorias.
El pulso que divide al club
Re: El pulso que divide al club
La disparidad de opiniones es beneficiosa siempre y cuando haya predisposición para llegar a un consenso. En caso contrario el ambiente puede enturbiarse y tomarse decisiones aceleradas e inapropiadas. Me pregunto qué deben pensar los jugadores cuando les llega esta información. Me acuerdo del despido de Juan Manuel y me pregunto si aún no se ha aprendido nada de todo aquello.
Leyendo esto parece que el entrenador ideal podría ser un pelele que simplemente se limitara a hacer lo que le digan
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