Se ha demostrado de nuevo, que no somos un equipo. Esta banda, sin Apoño, no juega a nada. Se demostró durante toda la pretemporada, se demostró en el primer mes de competición, y se demostró ayer en Lugo. Sin Apoño sobre el terreno de juego la UD Las Palmas no gana ni al colista.
Nunca pensé que estas palabras pudieran seguir siendo una realidad en diciembre. Afortunadamente todavía estamos a tiempo de que no sea una realidad, sino una pequeña exageración por mi parte.
Yo quiero pensar que estos jugadores tienen orgullo propio y vergüenza propia. Quiero pensar que cuando saltan al campo se acuerdan de sus amigos y familiares, de sus padres, de sus hermanos, de sus hijos, de sus parejas, de sus abuelos, etc. Y quiero pensar que una de sus mayores motivaciones cuando saltan al campo es enorgullecer a toda esa gente y no seguir avergonzándolos y humillándolos públicamente con las actuaciones que están teniendo de un tiempo a esta parte, en la que ya han perdido no solo el juego, sino hasta la lucha, la entrega, y en algunos casos, hasta la profesionalidad.
Por orgullo, por amor propio y por no seguir avergonzando a toda esa gente que siempre ha estado y está junto a ellos, quiero pensar que serán capaces de ganarle al colista que lleva 11 derrotas en 17 jornadas.