Por suerte mi padre sacó una foto y pudo inmortalizar ese gran momento que aquí comparto ahora.

Tras eso, no vuelvo a ir al estadio hasta los cinco años que es mi abuelo, fallecido hace menos de un mes, quien me lleva con el a la grada sur para ver los partidos.
Con esa edad no pagaba para ir al estadio, mi abuelo siempre le decía al de la puerta que el niño es muy pequeño y me dejaban pasar.
Al principio no hacía caso alguno a los partidos, me ponía a jugar con otros niños por los bajos de la grada sur, imitando a los jugadores cuando corrían por la banda en ese pequeño hueco que había en los bajos de la sur.
Ya poco a poco fui dejando de jugar y me iba sentando en la grada con mi abuelo y viendo más los partidos y así es como acabé sintiendo los colores hasta el día de hoy y mientras viva.
Sin duda esta forma de transmitir el sentimiento amarillo es muy importante mantenerla de alguna manera, de ahí que los niños hasta determinada edad deben poder tener todas las facilidades posibles para acudir y así transmitirse de generación en generación antes que los equipos comerciales se los acaben llevando.