Un par de mujeres de armas tomar
La historia de las empleadas que trataron de evitar que dos clientes se fueran sin pagar
Se llaman Abigail C. y Begoña M., trabajan en una terraza de la Plaza de España de la capital grancanaria y el jueves protagonizaron unas escenas dignas de una película de acción cuando intentaron evitar que dos jóvenes se fueran sin pagar. Ellas mismas lo cuentan.
No se dejen engañar. Tras estas dos caras angelicales hay dos mujeres con mucho carácter y con un par. El jueves, cuando dos clientes intentaron marcharse de una de las terrazas en la Plaza de España de la capital grancanaria sin pagar, ellas se lo pusieron difícil. Los dos morosos, según el relato de estas superempleadas, se marcharon «andando, tan tranquilos». Mientras sus compañeros intentaban contactar con la Policía, ellas trataron de retenerlos.
«No fue por los 30 euros, es una cuestión de respeto. Esos dos tíos no pueden venir aquí, comer y beber, e irse sin pagar, que nosotras estamos trabajando», explica Begoña, la cocinera que salía de su turno y que acabó encima del capó del auto de uno de los morosos.
Dicen que los dos jóvenes las insultaron y las amenazaron, que ellas hicieron todo lo posible para que no huyeran, pero que al final se fueron. «No sabemos si les han cogido, pero creemos que sí», aclara Begoña. Lo peor, sin duda, fue cuando la cocinera se sentó en el capó, para evitar que se fueran y el coche comenzó a caminar con ella encima y Abigail corriendo en el lateral sin soltar el pantalón del que había entrado por la ventanilla. Un semáforo en rojo las salvó.
Subrayan que fue una cuestión de respeto, no de dinero. Ni la mismísima Aretha Franklin lo habría dejado más claro.
«Con ellas nos sentimos más seguros»
«Yo sólo quiero decir que con estas mujeres nos sentimos más seguros». Quien lo afirma es uno de los compañeros de Abigail y Begoña y ellas se echan a reír. La cocinera confiesa que pasó miedo, pero la camarera dice que no. «Yo soy de Brasil», añade, como única explicación, aunque reconoce: «Nos podían haber matado».
Ambas intentaron que los dos clientes regresaran a pagar o retenerlos hasta que llegara la Policía, y acabaron una encima del capó de un auto y otra sin soltar el pantalón de un tipo que entró por una ventanilla. El coche circuló de esta guisa hasta el cruce con la calle Galicia, allí el conductor «que era como un ropero», salió del vehículo y comenzó «a gritar, a dar puñetazos y patadas a su propio coche». «Una chica de un comercio que estaba cogiendo la matrícula tuvo que irse corriendo porque iba a por ella», narra Begoña.
A pesar de que «un par de coches se cruzaron para impedirles el paso», cuando vieron al ropero dando gritos fuera del vehículo, «siguieron su camino. «Había un montón de gente alrededor y nadie hizo nada», se lamentan las dos empleadas. El público esperaba su intervención para la llegada de la Policía. «Se pusieron a aplaudir y a gritar: 'Ya era hora, las dos chiquillas, qué vergüenza..'».
Que sepamos ni Abigail, de 44 años, ni Begoña, de 32, tienen plus de peligrosidad. No sabemos si les han subido el sueldo o nombrado empleadas del mes. Después de que apareciera la Policía, ellas se marcharon a presentar la denuncia, pasando antes por el médico porque tienen varios cardenales por el forcejeo con los dos morosos.
«Ésos nunca pensaron que se iban a encontrar dos más locas que ellos», resume Abigail.
