Después que Bethencourt volvió por segunda vez de
Francia, libre ya de su consocio Gadifer, y viéndose señor
E tributario de las islas, por concesión solemne de los Reyes
de Castilla, determinó explorar detenidamente aquella parte
del archipiélago que no se había sometido a sus armas,
dirigiendo principalmente sus ambiciosas miras hacia la
Gran Canaria, como la prenda más codiciada de su peque-
no reino.
Ya hemos dicho en otro lugar, que, con este objeto,
equipó tres carabelas con las cuales salió de Fuerteventura
el 6 de octubre de 1405, pero que luego, los temporales,
dispersándolas, lo condujeron al cabo de Bojador, donde
la tripulación aprisionó algunos moros y mató una multitud
de camellos salvajes.
Desde este punto, emprendiendo de nuevo su rumbo
a la Gran Canaria, los vientos tornaron a separar las naves,
llevándose una a La Palma y otra a Fuerteventura, hasta
que la tercera, en que iba Bethencourt, pudo al fin echar el
ancla en la costa sur de Canaria.
Aquí tuvo este jefe varias conferencias con el rey de la
isla, que probablemente debieron ser amistosas, cambiando
entre sí algunos objetos de comercio: pero, mientras esto
sucedía, la segunda embarcación llegó a Arguineguín, conduciendo
a algunos caballeros franceses, entre los que citaremos
a Juan le Courtois, Guillermo de Auberbosc, Aníbal el
Bastardo y Andrac. Orgullosos estos nobles con la fácil victoria
obtenida en las playas africanas, creyeron repetir con buen
éxito la misma hazaña en las costas de la Gran Canaria. No
faltó un normando que dijese que con veinte hombres se
comprometía a atravesar impunemente toda la isla, fanfarronada
que pinta exactamente el estado de confianza y entusiasmo
de que se hallaba poseído el pequeño ejército europeo,
y el desprecio con que miraba a los que en su orgulloso
desdén daba el nombre de bárbaros e infieles.
Bethencourt, sin embargo, más prudente que sus soldados,
y apreciando en su verdadero valor las cualidades
guerreras de los canarios, se opuso a toda invasión a mano
armada, hasta que, sin orden suya, desembarcaron en dos
chalupas cuarenta y cinco hombres y atacaron de improviso
a los isleños, rechazándolos en desorden a las montañas.
Los canarios, mandados como hemos dicho por su
Guanarteme, huyeron a esta primera embestida, tal vez con
premeditado cálculo, así es que, rehaciéndose luego y viendo
diseminados a sus enemigos, les acometieron con furor, y,
cortándoles la retirada, se apoderaron de una de las dos
chalupas, matándoles veintidós hombres. Allí murieron
Guillermo de Auberbosc, jefe de la escaramuza, Godofredo
de Auzonville, Guillermo de Allemagne, Juan le Courtois,
lugarteniente del señor de Bethencourt, Aníbal, bastardo
de Gadifer, Seguirgal, Gerardo de Sombray, Juan Chevalier
y otros muchos.
Grande fue el sentimiento que esta pérdida produjo
en todos los expedicionarios, especialmente en su jefe, de
modo que, reuniendo inmediatamente la gente que había
escapado a tan funesta derrota, hizo rumbo a La Palma,
abandonando para siempre las costas de una isla, a la que
desde entonces dio el nombre de Gran Canaria.
El origen del Gran de Gran Canaria
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N.B.Tiempos
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Hay varias teorias por el Gran de Gran Canaria
Y aquí esta un texto de la provincia.
El famoso Gran, que para algunos es signo de prepotencia, tiene, como casi todo, una explicación histórica que nada tiene que ver con el pleito insular. Cuando ya desde las páginas de Le Canarien, a principios del siglo XV, los normandos Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle utilizan indistintamente ambas acepciones, pocas dudas quedan del origen y la pertinencia actual del topónimo.
En un estudio sobre la última edición de Le Canarien, del Instituto de Estudios Canarios, que salió a la luz en 2006, el catedrático de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Maximiano Trapero realizó un capítulo titulado La toponimia de Canarias en ´Le Canarien´: Problemática de una toponomástica inaugural, en el que aborda o más bien zanja cualquier posible polémica sobre el nombre de Gran Canaria. Y lo hace como sólo lo hace un científico, con datos objetivos.
Así, el filólogo aclara en el apartado 5.7, dedicado a analizar el topónimo en cuestión, que ya en aquel texto, el primero "in extenso", que se escribe sobre las islas, se utilizaron indistintamente los términos Canaria y Gran Canaria. A eso se añade que "Ha sido, asimismo, la única isla que conservó el nombre latino, tal cual dijeron desde un principio Torriani y Abreu Galindo".
Trapero dedica parte de su investigación a enumerar las distintas teorías sobre el nombre de Canaria. El mismo investigador afirma que es una duda "imposible de resolver". Entre las más asentadas entre los historiadores están la que se refiere a la tribu que habitaba la isla, los canarii, y la que considera que los canes, es decir, los perros que campaban a sus anchas por la isla, pudieron inspirar su nombre.
Ya metido en materia, el análisis de Maximiano Trapero se detiene en el Gran. De lo primero que deja constancia es de que la crónica franco-normanda es "el primer documento en que a la antigua isla de Canaria se le da el nombre de Gran Canaria". Según constata el filólogo, en todos los mapas y cartulanos disponibles anteriores a 1404, la isla se denominaba como Canaria.
Sin embargo, en Le Canarien, no sólo se utiliza Gran Canaria, sino que se hace en mayor número de veces, no menos de veinte. Aunque en ninguna de esas ocasiones se especifica la causa de este cambio, hay varias expresiones que pueden indicar su origen.
"Sólo al principio de Le Canarien, cuando se manifiesta el propósito de viajar a las ´islas de Canaria´, se dice que ´la Gran Canaria es una de las mejores y más importantes´, y en ese mismo contexto, el texto sigue: ´[que es la] mejor provista de gentes, de víveres y muchas otras cosas´, siendo, además, la única isla a la que se cita por su nombre en este contexto. Y llegado el momento de la descripción de cada una, se dice que la de Gran Canaria ´es la más célebre de todas estas islas", explica Trapero.
Más abajo, el investigador recoge una reflexión de Juan Béthencourt Alfonso, que apunta la posibilidad de que los conquistadores normandos creyeran que era la isla más grande, "error que consignan los autores de Le Canarien al decir que Tenerife es ´casi como la Gran Canaria". De hecho, están convencidos de que Tenerife mide "aproximadamente dieciocho leguas francesas de largo y diez de ancho", mientras que Gran Canaria, anda por las "veinte leguas de largo y doce de ancho".
Pero hay más posibilidades que el propio Maximiano Trapero recoge en su estudio. Así, asegura que para la historiografía general de Canarias el calificativo de Grande estuvo motivado por la gran resistencia que los antiguos pobladores opusieron a su conquista. "Así lo afirma Viera y Clavijo, y antes que él Abreu Galindo: la de Gran Canaria fue ´la que más trabajo y sangre costó a los que la redujeron a la santa fe católica´ y por eso le pusieron el nombre ´bien conveniente a sus hechos, nobleza y ser, de Grande, que ha tenido, tiene y durará´. Y añade en otro lugar que fue Béthencourt el que le dio el nombre: ´ por la resistencia que en sus naturales halló y mucha sangre que derramó de su gente", concluye Trapero. [/b]
Y aquí esta un texto de la provincia.
El famoso Gran, que para algunos es signo de prepotencia, tiene, como casi todo, una explicación histórica que nada tiene que ver con el pleito insular. Cuando ya desde las páginas de Le Canarien, a principios del siglo XV, los normandos Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle utilizan indistintamente ambas acepciones, pocas dudas quedan del origen y la pertinencia actual del topónimo.
En un estudio sobre la última edición de Le Canarien, del Instituto de Estudios Canarios, que salió a la luz en 2006, el catedrático de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Maximiano Trapero realizó un capítulo titulado La toponimia de Canarias en ´Le Canarien´: Problemática de una toponomástica inaugural, en el que aborda o más bien zanja cualquier posible polémica sobre el nombre de Gran Canaria. Y lo hace como sólo lo hace un científico, con datos objetivos.
Así, el filólogo aclara en el apartado 5.7, dedicado a analizar el topónimo en cuestión, que ya en aquel texto, el primero "in extenso", que se escribe sobre las islas, se utilizaron indistintamente los términos Canaria y Gran Canaria. A eso se añade que "Ha sido, asimismo, la única isla que conservó el nombre latino, tal cual dijeron desde un principio Torriani y Abreu Galindo".
Trapero dedica parte de su investigación a enumerar las distintas teorías sobre el nombre de Canaria. El mismo investigador afirma que es una duda "imposible de resolver". Entre las más asentadas entre los historiadores están la que se refiere a la tribu que habitaba la isla, los canarii, y la que considera que los canes, es decir, los perros que campaban a sus anchas por la isla, pudieron inspirar su nombre.
Ya metido en materia, el análisis de Maximiano Trapero se detiene en el Gran. De lo primero que deja constancia es de que la crónica franco-normanda es "el primer documento en que a la antigua isla de Canaria se le da el nombre de Gran Canaria". Según constata el filólogo, en todos los mapas y cartulanos disponibles anteriores a 1404, la isla se denominaba como Canaria.
Sin embargo, en Le Canarien, no sólo se utiliza Gran Canaria, sino que se hace en mayor número de veces, no menos de veinte. Aunque en ninguna de esas ocasiones se especifica la causa de este cambio, hay varias expresiones que pueden indicar su origen.
"Sólo al principio de Le Canarien, cuando se manifiesta el propósito de viajar a las ´islas de Canaria´, se dice que ´la Gran Canaria es una de las mejores y más importantes´, y en ese mismo contexto, el texto sigue: ´[que es la] mejor provista de gentes, de víveres y muchas otras cosas´, siendo, además, la única isla a la que se cita por su nombre en este contexto. Y llegado el momento de la descripción de cada una, se dice que la de Gran Canaria ´es la más célebre de todas estas islas", explica Trapero.
Más abajo, el investigador recoge una reflexión de Juan Béthencourt Alfonso, que apunta la posibilidad de que los conquistadores normandos creyeran que era la isla más grande, "error que consignan los autores de Le Canarien al decir que Tenerife es ´casi como la Gran Canaria". De hecho, están convencidos de que Tenerife mide "aproximadamente dieciocho leguas francesas de largo y diez de ancho", mientras que Gran Canaria, anda por las "veinte leguas de largo y doce de ancho".
Pero hay más posibilidades que el propio Maximiano Trapero recoge en su estudio. Así, asegura que para la historiografía general de Canarias el calificativo de Grande estuvo motivado por la gran resistencia que los antiguos pobladores opusieron a su conquista. "Así lo afirma Viera y Clavijo, y antes que él Abreu Galindo: la de Gran Canaria fue ´la que más trabajo y sangre costó a los que la redujeron a la santa fe católica´ y por eso le pusieron el nombre ´bien conveniente a sus hechos, nobleza y ser, de Grande, que ha tenido, tiene y durará´. Y añade en otro lugar que fue Béthencourt el que le dio el nombre: ´ por la resistencia que en sus naturales halló y mucha sangre que derramó de su gente", concluye Trapero. [/b]
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Amarillo forever, Es la versión mas extendida, que dice "la isla fue llamada canaria por la cantidad de perros gigantes que había en la isla".
También hay otras, de poca difusión, "viene de la palabra bereber "kanar", de significado "vanguardia o valiente". Yo no creo que sea real ya que para recibir ese nombre tendría que venir puesto por foraneos y estaría en otro típo de léxico.
También hay otras, de poca difusión, "viene de la palabra bereber "kanar", de significado "vanguardia o valiente". Yo no creo que sea real ya que para recibir ese nombre tendría que venir puesto por foraneos y estaría en otro típo de léxico.