La radiactividad de Ascó fue 750 veces mayor de lo que el CSN admitió en abril
S.N. BARCELONA.
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha admitido que el 12 de mayo la actividad radiológica de la central nuclear de Ascó (Tarragona) alcanzaba los 176 millones de bequerelios, una cifra 750 veces superior a la que en su día notificó este organismo. En respuesta a una batería de preguntas formuladas por la organización ecologista Greenpeace -motivadas por el escape registrado en la central nuclear el pasado 26 de noviembre-, el CSN reconoce que, en un informe del 12 de mayo, «aún» se detectaban y recogían partículas en el emplazamiento de la central.
«La actividad total recogida hasta el 12 de mayo corresponde a una actividad de 176,68 millones de bequerelios», responde el CSN. Una cifra 750 veces superior a los 235.000 bequerelios que este organismo indicó en su informe del pasado 7 de abril. La cosa no queda ahí: la central de Ascó manipuló los detectores de radiación para ocultar la fuga.
El pasado 26 de noviembre se registró en estas instalaciones un escape de partículas radioactivas procedentes de la ventilación de la planta nuclear. El incidente, no obstante, no se conoció hasta principios de abril gracias a una denuncia de Greenpeace. Aunque dentro de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares el incidente fue calificado de «nivel 2», durante los meses posteriores al escape y antes de que éste se conociera, varios grupos de escolares visitaron las instalaciones de la central.
Incógnitas
También el Defensor del Pueblo solicitó al Consejo de Seguridad Nuclear que aclarase los hechos e informase de las medidas adoptadas. En respuesta a esta petición, el CSN explica que las primeras mediciones de radioactividad se realizaron siguiendo «un modelo inadecuado». Mediciones posteriores, según el informe, permitieron elevar el grado de radioactividad recogido en el perímetro de la central y concretar algunos de los componentes emitidos, como el Cobalto 60, una de las partículas más tóxicas.
La maniobra que originó el escape radioactivo, el pasado 26 de noviembre, «se puede calificar cuando menos de deficiente», admiten las autoridades competentes. Ese día, mientras se efectuaban las operaciones de descontaminación, el sistema de ventilación normal siguió funcionando, cuando el protocolo obliga a activar el de emergencia para garantizar que la contaminación no saldrá del edificio. Al día siguiente, según el informe, la central de Ascó alteró los detectores de radiación para eliminar la alarma y las consiguientes demandas de actuación y parada de los sistemas de ventilación. Por todo ello, concluye el informe, «parece incontestable» que el incidente responde al arrastre de la contaminación depositada en los conductos de ventilación compartidos por el sistema normal y el de emergencia.
Según Greenpeace, el CSN «reconoce que la central actuó de mala fe al manipular los aparatos y que fue enormemente irresponsable». Un comportamiento «delictivo», según la organización ecologista. Las autoridades que controlan la seguridad nuclear han evitado responder, siempre según la versión de Greenpeace, si el incidente puede haber tenido impacto ecológico y radiológico en los trabajadores de la central o en la población de Ascó. Este silencio -que contrasta con la rotundidad con que este organismo se expresaba hace algunas semanas- lleva a los ecologistas a sospechar que puede existir un riesgo radiológico derivado del suceso.
La Comisión Europea, que el pasado 29 de abril envió a un grupo de expertos a la zona afectada, concluyó ayer que el sistema de monitorización y control activado por el CSN fue «el adecuado».
La radiactividad de Ascó fue 750 veces mayor
- soycarlo15
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