De Gran Canaria a Harvard
Nada más y nada menos que 43 matrículas de honor de 45 asignaturas (las otras dos, un sobresaliente 10 y un notable 8,3). Así ha concluido su licenciatura en Económicas en la Pompeu Fabra de Barcelona, Eduardo Dávila Ramírez, quien con sólo 21 años empieza en la Universidad de Harvard (Boston, Estados Unidos) el tercer ciclo de doctorado.
Sencillo, con los pies en el suelo y con una educación exquisita con sabor hogareño, confiesa que no ha decidido aún la especialidad de su investigación. «Me han recomendado que acuda con la mente abierta, con capacidad para crear. Apuestan por la originalidad, lo que pasa, si acaso, es que me gusta todo».
La elección resultó compleja, y no para él sino para las universidades norteamericanas que se lo rifaban. Con una nota media de 9,92 y un dominio perfecto del inglés, Eduardo Dávila entró automáticamente en el universo académico y privilegiado de esas facultades que forjan premios Nobel.
En el primer trimestre de este año, ya lo habían admitido en sus programas de doctorado, las universidades de Harvard, Massachusetts, Standford, Princeton y Yale. En una especie de finalísima sobre mil alumnos de todo el mundo, Dávila fue seleccionado con 20 aspirantes más; se entrevistó con los grandes de la economía mundial, como Barrow o Mankiw, y, al final, se decidió por Harvard. «Tuve suerte porque acudí con dos ofertas sólidas, la de Harvard y la de Massachusetts Institute of Technology. De Boston se dice que es más city y del MIT, que es más town. Quizás, la similitud con una gran capital, hizo que me decantara por Boston».
Su vocación ha estado siempre a su lado, desde niño. «El rigor analítico que te aporta la economía es casi perfecto. El estudio de la conducta humana me apasiona y la alta formalización matemática de la economía te da un razonamiento abstracto de las relaciones sociales. Lo entiendes mucho mejor».
EL salto. Su pasaporte a Harvard comenzó con 17 años, con la asistencia a un curso estival de la Menéndez Pelayo de Santander. Allí, el secretario general del curso (organizado para los 50 mejores expedientes de España) redactó una carta de presentación para el profesor de la Universidad de Las Palmas, el catedrático Ginés de Rus. «Ginés no me doy clase, pero me tutorizó desde el primer momento y me becó desde primero. Ginés es un fuera de serie, de lo mejor».
La ascensión de Eduardo Dávila fue meteórica. Cursó sus dos primeros años en la Facultad de Economía de Las Palmas, con un «gratísimo sabor de boca». «Tiene un gran nivel, pero mucha gente está desinformada cuando elige esta carrera, sobre todo, porque no tiene nada que ver con Empresariales y porque la base para seguir adelante está en las matemáticas. Entrar por sociales es un error. Si es así, la Facultad de Las Palmas no desmerece nada y da plenas garantías de investigación y trabajo».
Tras el primer ciclo en la Isla (posiblemente, con el mejor expediente en la historia de la Universidad), Dávila se marchó en 2006 a la Pompeu. Acababa de dar el salto. Su historia como investigador comienza ahora, en Harvard.
"El desafío ahora es controlar la inflación"
«Me voy a Harvard en una coyuntura muy interesante». ¿Por qué? «Por la confluencia de variables y factores, que jamás se habían dado».
Eduardo Dávila ya ofrece su visión particular como economista si le pregunta por la crisis. Subida del petróleo, los alimentos y las materias primas; pujanza de China e India;depresión de los mercados financieros;importante déficit exterior y presupuestario de Estados Unidos; en España, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y, sobre todo, una inflación en alza. «El desafío ahora es controlar la inflación. El Banco Central Europea se fijó como objetivo el 2%, más allá de eso se provocan distorsiones en la economía real. Si te alejas de ese objetivo marcado (ya está más que duplicado), te puedes ir al 10%. La confianza general está en cotas muy bajas, pero no queda otro remedio que seguir luchando para parar la subida de precios. Incluso hay que pensarse políticas fiscales expansivas, porque pueden generar más inflación».
Eduardo Dávila confiesa que su tiempo de estudio han sido las normales. ¿Seis horas al día? «¡Qué va. Estudio lo normal. Intensifico el tiempo cuando hay exámenes, pero nada más. El truco, si acaso, está en asistir a clase y llevar todo al día».
Reconoce que se ha esforzado, pero «llevando una vida normal». Como Proust, le gusta la consideración de «ciudadano del mundo». Gran Canaria-Barcelona-Boston. «El mundo es un todo». Seguro, será el alumno más joven de postgrado en Harvard. Además, llegue al olimpo universitario sin un máster previo, directamente desde la Facultad, algo inusual pero posible en EEUU, la tierra de las oportunidades.
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=105399
43 matrículas de honor de 45 asignaturas


