Así, aunque con mayor posesión, el juego donostiarra entraba permanentemente en cortocircuito, quedando el control real en los jugadores amarillos, con oportunidades de gol que normalmente no se fallan y que hubieran finiquitado el encuentro. Mientras duró el tono físico, la superioridad de la UD fue total.
Mediada la segunda mitad y con la pérdida de fuelle, algo lógico porque es imposible que los futbolistas esten ya al cien por cien, unido a la altísima temperatura, la humedad elevada y el daño psicológico que supone errar esas ocasiones de libro, el equipo acusó un bajón totalmente asumible.
La guinda del esperpento la pondría la Real con un gol de falta en su única aproximación, una máxima futbolística que se cumple a rajatabla. El pescado estaba vendido, de manera miserable e injusta, pero legal.
Pero las sensaciones proyectadas por la escuadra grancanaria han resultado positivas porque se ha enviado un mensaje que indica una clara continuidad de la primorosa segunda vuelta del curso pasado. Se vislumbra un equipo trabajado, organizado y perfectamente engranado, que sólo espera alcanzar pronto la velocidad de crucero, para lo cual será necesaria conseguir una prudente paciencia.
En el aspecto individual resaltar virtudes y defectos. Lo mejor Pablo Sánchez, estelar, con una calidad asombrosa, muy bien Dani López, sobrio y eficaz, y nuestros viejos conocidos como David, Samuel, L.Ramos, Nauzet -así si-, Marcos y en letras de oro, Sergio S.
La otra cara podría resumirse en Jorge y Cobas. Del primero son conocidas sus posibilidades y esperamos que desde muy pronto abra el tarro de las esencias para deleitar a su parroquia. El caso del mediocentro es ya como un documento desclasificado. Es lo que hay, es necesario y hay que sufrirlo. Hay cosas que hace bien, además del equilibrio que aporta en su conjunto. Es lento, lentísimo, pone de los nervios, es fallón en los pases, alguno de los cuales son al contrario cerca de su propia área y generan peligro o directamente gol.
Lo sabemos, como también lo sabe la dirección técnica. Se intentó solucionar, pero la sabandija se vendió al mejor postor y en esas se está. De momento habrá que tirar del asturiano, confiando en que sus errores pasen lo más desapercibido posible. Es el talón de aquiles que todo equipo posee.
Tranquilidad y buenos alimentos, que la fiesta promete, caballeros.
