DESCOLONIZACIÓN E INDEPENDENCIA

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siete_estrellas_verdes
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Mensaje por siete_estrellas_verdes »

Llevamos demasiado tiempo viviendo con nuestros papis...
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Mensaje por SupporterUDLP »

Para Tamaran y Aday, les dejo un texto interesante, se escribió hace ya unos años atrás, pero sirve perfectamente para la realidad de hoy.

¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín

¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín
Cuando los cronistas de la vida política canaria tengan que caracterizar
1996, dirán -salvo novedades de última hora- que fue el año en que resurgió el
pleito insular. Ahora es la doble autonomía. La localización de los órganos
rectores de la ZEC ha sido la gota que colmó el vaso. Pero el auténtico problema
es la desproporción entre lo que Gran Canaria aporta, por la vía impositiva, y lo
que recibe de la hacienda autonómica a través de la inversión pública. Una
fracción importante de la burguesía canariona se ha echado al monte porque la
isla está sufriendo un serio proceso de empobrecimiento, que contrasta con la
supuesta pujanza tinerfeña. La prensa local, sin excepciones, desde hace muchos
meses ha venido contribuyendo generosamente, denunciando de forma reiterada
los desequilibrios inversores del Gobierno Canario. Una doble autonomía debe
acabar con este agravio, con este colonialismo económico, como lo ha calificado
algún promotor significado de la revuelta.
Asimismo, merecerán atención las reacciones que está suscitando el
fenómeno, los argumentos de quienes demandan la doble autonomía y también
de los que se oponen a ella. En ese sentido, el pleito insular es un fenómeno
histórico de carácter estructural y global que mediatiza la realidad material y los
discursos que pretenden explicarla. Aunque nuestra historiografía aún no lo ha
abordado con todo el rigor necesario, eso no ha impedido que sea
suficientemente conocido. Como buen ejemplo de ello, podemos remitirnos a la
breve pero lúcida aproximación que ya hizo María Eugenia Monzón en el número
cuatro de esta revista, a propósito del insularismo y el nacionalismo en Canarias.
Si hubiese que sintetizar en pocas palabras una definición del pleito, válida
para todos los episodios históricos que lo constituyen, habría que señalar su doble
naturaleza. Por una parte, es una consecuencia directa de nuestra dependencia, o
de nuestro status subordinado en la división mundial del trabajo, conformado a
partir de la conquista y colonización de las Islas. Por otra, es uno de los
instrumentos ideológicos más importantes (o quizás el más) que emplea la
burguesía canaria para ocultar esa realidad. Aunque de tosca elaboración, es un
factor esencial en la alienación de nuestro pueblo, en la reproducción de la
dependencia. Ambas facetas, la realidad y la mentira que pretende ocultarla, se
ponen de manifiesto también en esta ocasión.
Nuestra división es imprescindible para los intereses de quienes la alientan
y, al mismo tiempo, es consustancial a nuestra identidad de pueblo colonizado. Si
la doble autonomía es su mejor aspiración (aunque sólo sea simbólicamente), la
nuestra debe ser la independencia. Entre una y otra existe un largo recorrido,
pero, paradójicamente, lo sucedido hace ya quinientos años supuso un primer
paso en la constitución de la nación canaria. Nuestra historia más reciente
también encierra esa contradicción.
¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín
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La ZEC: un espejismo ajeno
Uno de los rasgos más relevantes de la disputa sobre la ZEC es que
ninguno de los contendientes niega lo que otros agentes no vinculados al conflicto
vienen advirtiendo desde el principio: la zona especial no va a repercutir
especialmente en la economía del Archipiélago. En cuanto al factor trabajo, lo
más probable es que no genere una masa significativa de empleo. En todo caso,
queda por ver si los jóvenes canarios recién titulados en Económicas y
Empresariales tendrán acceso a los puestos de alta cualificación. Los
antecedentes que conocemos no nos permiten ser optimistas.
Los empresarios también lo tienen crudo. El capital canario no posee
suficiente tamaño para intervenir con éxito en las actividades centrales de la zona
especial. Por tanto, quedará al margen del meollo productor de renta, muy lejos
de controlar ese aparato productivo. Tendrá que resignarse a lo que ha hecho
históricamente: asumir las actividades periféricas, marginales, de menor
rentabilidad y más sensibles a las coyunturas de crisis.
La pelea por la localización del órgano rector se explica en estas claves.
Incapaz de participar en la ZEC en pie de igualdad con el capital foráneo, la
burguesía canaria sólo puede aspirar a lo que, también históricamente, mejor ha
sabido hacer: explotar la renta de situación a escala insular, claro. Cualquiera que
haya visto dos perros domésticos disputarse la mejor posición bajo la mesa a la
hora de la comida puede entender esta dinámica. Eso es la dependencia. Y, para
confirmarlo, basta con un pequeño detalle que ha pasado relativamente
desapercibido. Con tanto discutir si Las Palmas, si Santa Cruz, parece que casi
nadie se ha detenido a estudiar la localización del resto de las zonas especiales
que en el mundo son. Los protagonistas de esta pugna no dudarían en afirmar
que se encuentran en el tercer mundo o, como mucho, en países en vías de
desarrollo.
La pobreza de Gran Canaria y la riqueza de Tenerife
El discurso que vincula el empobrecimiento canarión y el enriquecimiento
chicharrero con los desequilibrios inversores de la Comunidad Autónoma es el
que más miga tiene, porque encierra dos mentiras y oculta la verdad más
sangrante. Es cierto que los presupuestos autonómicos han ganado
progresivamente peso relativo en nuestra economía, pero ¿hasta el punto de
determinar el auge o el retroceso de una isla?
En 1991 todo el sector público (Estado, Comunidad Autónoma, Cabildos y
Ayuntamientos), del que las inversiones directas son una pequeña parte,
representaba un 15% de nuestro PIB. Evidentemente, se trata de una proporción
importante. Pero debe restarse la mayor parte del gasto, que no es inversión. Y
detraerse lo correspondiente a la Administración Central, a las corporaciones
locales y a lo equilibradamente distribuido por el gobierno regional. El saldo, los
pocos y bien contados millardos de supuesto agravio, es absolutamente
insignificante.
Tras esta disputa por algunos flecos de la inversión autonómica se
¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín
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esconde, en realidad, la incapacidad del capital canario para obtener suficiente
renta en el mercado privado del Archipiélago. Una burguesía que no domina lo
esencial de la estructura productiva de su sociedad ve seriamente restringida su
plusvalía. De ahí, que el presupuesto público, por muy poco relevante que sea, se
convierta en un elemento vital para asegurar su reproducción como clase. ¿Por
qué, si no, tanto hablar de licitaciones?
Sin embargo, ésta no es la pata de la que más cojea el alegato del despojo.
¿Si Gran Canaria se empobrece, por qué sostiene sus elevados niveles de
tributación frente a Tenerife? ¿Si Tenerife se encuentra en pleno apogeo, por qué
no crece su aportación a la hacienda autónoma en comparación con la de Gran
Canaria? La obsesión por el reparto insular del gasto público hace perder de vista
a casi todo el mundo las auténticas razones de nuestra inmensa pobreza: nuestro
desarrollo económico pauperiza dentro y enriquece fuera. Si no es así, ¿por qué
las clases medias canarias se encuentran en retroceso? iExiste un acuerdo
absoluto en que uno de los rasgos esenciales de nuestra economía es su apertura
al exterior. Pero nadie se acuerda de ella cuando se trata de explicar nuestras
desigualdades sociales, económicas en definitiva. Antes inventar el colonialismo
chicharrero que admitir la evidencia del neocolonialismo europeo. Conocemos
hasta el último céntimo lo que se gasta de más en la otra isla, pero ¿sabemos
cuánto sacan otros de todo el Archipiélago? Esto, precisamente, es lo que se
oculta.
La evolución del PIB canario durante las últimas décadas refleja que las
Islas han sido una máquina de fabricar riqueza más productiva que la misma
Europa. ¿A dónde ha ido a parar? Hay instrumentos para cuantificar qué
proporción es expatriada cada año, como la Contabilidad Regional de Canarias.
Pero, maldita casualidad, la única cuenta no registrada en la CORECA es la
relativa a las transferencias hacia el exterior de rentas de factor: capital y trabajo.
¿Dificultades técnicas? No, porque anota, peseta por peseta, todas las
transferencias foráneas hacia las Islas. Así, los canarios siempre estaremos en
disposición de conocer el montante exacto de nuestra gratitud con una Europa
que se deshace en generosas inversiones y ayudas estructurales para sacarnos
de nuestro secular atraso, ahora diferencial.
A estas alturas ya no es casual ni la fonética de algunos de los promotores
más significados de la doble autonomía. La Z predomina clamorosamente, por
nacimiento o por adopción. Como tampoco lo es que peninsulares y extranjeros
sean el mejor exponente de las clases dominantes canarias en la actualidad, en
tanto empresarios o en su condición de asalariados altamente cualificados.
La doble autonomía y la doble contradicción
La iniciativa canariona para instaurar dos autonomías en las Islas ofrece un
abanico de valoraciones en cuanto a las verdaderas intenciones de sus padres.
En un extremo, es posible que el asunto se plantease como un objetivo real,
dividir institucionalmente el Archipiélago. En el otro, es probable que se tratase de
un farol, para lograr la verdadera finalidad: arrimar el ascua del presupuesto
canario a la sardina de sus empresas. Lo que queda en medio, el resto del
abanico, se ha conseguido plenamente, aunque con una importante excepción: la
¿Doble autonomía, o independencia?
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participación de las clases populares.
La doble autonomía hubiese supuesto una acentuación de nuestra
dependencia. A cambio, quizás, de encaramarse en el poder político, esta
fracción de la burguesía nos habría hundido aún más en nuestra desarticulación.
¿Qué sucedería con las inversiones estatales en infraestructuras? ¿Cómo
negociar la actual reforma del Estatuto de Autonomía? ¿De qué manera afectaría
a las exportaciones de plátanos y tomates? ¿Qué hacer con nuestro Estatuto
Permanente en la UE? ¿Cuál sería la reacción de las multinacionales del turismo?
Aunque el nuevo Diputado del Común expresó su comprensión, ninguna
institución relevante secundó la iniciativa. Tampoco alguna fuerza política con
significación. La prensa, más pleitista que nunca, no se definió con claridad. Y los
empresarios prefirieron subrayar el problema, y no tanto apoyar la supuesta
solución. Además, ¿qué dijeron en su momento sobre el vigente estatuto
autonómico los actuales dobleautonomistas? Lo más probable es que lo
rechazaran porque Canarias no tenía entidad histórica suficiente, o porque
implicaría una multiplicación de la burocracia. Todo parece indicar que sólo fue un
farol. Es natural, nadie apuesta un chico entero sólo con la perica.
Y, sin embargo, el otro equipo se achantó y pasó. Todos los que
rechazaron el envite de la doble autonomía, hasta con una sincera indignación,
han caído en la trampa dando por bueno el discurso del desequilibrio inversor.
Incluso las reacciones provenientes de las fuerzas y círculos políticos más
progresistas han asumido ese principio, aceptando dos mentiras. Una, que el
empobrecimiento de Gran Canaria obedece a un reparto más o menos mezquino
de la inversión autonómica, o que ésta es la herramienta con la que afrontar un
problema así. Otra, que, por tanto, las soluciones tienen un carácter técnicopolítico,
limitándose al ajuste de mecanismos de control del equilibrio inversor, o a
reformas de la ley electoral canaria.
¿Un éxito atribuible a la habilidad estratégica de los pleitistas? No. La
dependencia es un fenómeno integral, global, que afecta a todas las actividades y
creaciones y no sólo a las económicas. También el discurso y la actividad políticas
están preñados de extraversión. Estamos en el centro del abanico.
Históricamente, el pleito insular ha impedido dar con nuestros verdaderos
problemas y, en consecuencia, encontrar las auténticas soluciones.
¿Cómo explicamos el escasísimo éxito electoral de la izquierda canaria en
general y de los comunistas en particular, pese a contar con el terreno
objetivamente más abonado de España? Quizás ellos prefieran justificarlo
responsabilizando a las clases populares, que tienen un nivel muy bajo de
conciencia política, como lo malos profesores, que culpan a los alumnos de su
fracaso escolar por su falta de base. ¿Pero se han ocupado ellos de estudiar cuál
es la conciencia política de las clases populares? El rechazo sistemático a
elaborar un discurso de clase y nacional pesa como una losa sobre nuestra
izquierda, muy europea ella. Por no querer ser nacionalista, denunciando nuestra
posición en la división mundial del trabajo como verdadera causa de nuestra
situación social, se hace insularista, admitiendo el burdo argumento del
desequilibrio inversor. ¿Será que aún no les ha llegado la noticia de que las
izquierdas europeas enterraron el internacionalismo en 1914? ¿O será que
¿Doble autonomía, o independencia?
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también ha jugado su papel histórico en la subordinación canaria a intereses
foráneos, frenando el avance popular al negar su carácter nacional? ¿A qué viene
esa propuesta de IUC para convertir en autonómica la bandera de las siete
estrellas?
La isla, como supuesta entidad generadora de conciencia política, se
opone con claridad al concepto de clase, como muy bien sabemos. Pero, del
mismo modo, también es antagónica al de nación. Es aquí donde reside la doble
contradicción que nuestra izquierda no quiere ver, y que nuestra burguesía tan
hábilmente ha sabido explotar. ¿Podemos cuestionar nuestra sociedad de clases
sin discutir nuestro relación con el estado español y con Europa? ¿Podemos
lograr una auténtica independencia nacional sin poner en tela de juicio el
capitalismo dependiente y periférico canario? Avanzar en la construcción de la
conciencia de clase en Canarias pasa, necesariamente, por construir una
conciencia nacional, y viceversa. La burguesía ha encontrado en el pleito insular
el mejor instrumento histórico para quebrar ambas al mismo tiempo. Y también el
Estado español.
En esto no somos distintos del mundo que quedó expedito tras los primeros
viajes europeos de exploración atlántica. Las sucesivas experiencias, primero, de
las repúblicas americanas que alcanzaron sus independencias nacionales a
comienzos del XIX, y, segundo, de los países afroasiáticos de los años 50 y 60
ponen de relieve el mismo problema. ¿Cuánto de su actual postración se debe a
que no finiquitaron su capitalismo al mismo tiempo que rompieron,
supuestamente, sus lazos coloniales con sus metrópolis? ¿Por qué ese especial
ensañamiento con la Cuba de los últimos cuarenta años?
¿El final del insularismo, el comienzo de la independencia?
La presión de los medios de comunicación, la complicidad del
empresariado y la torpeza de la izquierda, juntas, sólo consiguieron reunir 7.000
personas en Santa Ana. La concentración se convocó ya no por la doble
autonomía, sino contra la marginación de Gran Canaria, algo bastante más
genérico y supuestamente movilizador: la apelación a la isla. Los asistentes a la
última manifestación pro-universidad en Las Palmas o a los actos de las
sanjuaneras'96 (por no citar el encuentro con la UD Las Palmas recién
ascendida), permiten considerar esas siete mil personas como un grupo de
amiguetes, e impide echar la culpa del fracaso a nuestra clásica desmovilización
social.
Salvo error u omisión, éste es el primer episodio ambicioso -por sus
objetivos y por sus medios- del pleito insular que no cuenta con un respaldo social
claro. Por una vez, las clases populares no han hecho de comparsa en las
iniciativas callejeras de su burguesía. El mismo silencio de respeto mortuorio con
que la prensa recogió los resultados de la convocatoria confirma su fracaso. ¿Está
cambiando algo? Debemos considerar que los isleños, siglo tras siglo, hemos ido
apilando en nuestra alma un montón de agravios, reproches, envidias y
comparaciones siempre inútiles. Existe toda una red interinsular de simpatías y
antipatías ordenada jerárquicamente siguiendo las pautas de nuestro pleito, que
afectaba incluso al mercado de las cervezas locales hasta el otro día. Aunque
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cueste reconocerlo, no es extraño que una gran parte de nuestros jóvenes
(ilustrados o no) vivan los mismos sentimientos y con la misma intensidad que sus
padres y sus abuelos. No es exagerado afirmar que, aún para demasiados
canarios, la escala de emociones provocada por el de la otra isla oscila entre la
desconfianza y el odio visceral. Pero ya no los moviliza como antes. ¿Será que ya
existe también una conciencia nacional, al menos incipiente, entre las clases
populares? ¿Será por eso que últimamente mucha gente anda ocupada en
desacreditar el nacionalismo, que no tanto a Coalición Canaria?
Algunas de las condiciones materiales que históricamente han favorecido la
conciencia insular, frente a la nacional, han sido ya superadas. Nuestro actual
modelo de desarrollo está contribuyendo a ello. Y no es una paradoja. Hasta que
la investigación arqueológica no demuestre lo contrario, la conquista final del
Archipiélago por la corona de Castilla supuso la primera ocasión en que los
aborígenes de las distintas islas entraron en contacto de forma más o menos
masiva. Es cierto que lo hicieron como tropas auxiliares o en condición de
esclavos deportados. Pero así fue. Su marcado carácter cantonalista y
diferenciador (muy de acuerdo con su origen beréber), que aún hoy subsiste,
chocó frontal y trágicamente con una revolución que los homogeneizó, situándolos
en los espacios marginales de las nuevas estructuras productivas, de la nueva
sociedad.
Igualmente, el proceso de desarrollo iniciado en los años sesenta ha
provocado transformaciones demográficas estructurales, con importantes
desplazamientos intra e interinsulares de población. Estas migraciones y la
intensa urbanización, por ejemplo, han desencadenado cierto desarraigo, lo que
suele señalarse como un indiscutible efecto negativo. Se dice con razón que el
modelo turístico está poniendo en peligro nuestras señas de identidad. No
obstante, es discutible que la identidad de un pueblo pueda ser literalmente
arrasada, aún por grandes cambios de fondo, como los vividos durante los últimos
treinta y cinco años. A pesar de una conquista genocida y de quinientos años de
olvido y mixtificación, lo guanche ha sobrevivido con bastante dignidad, aunque
sólo sea en la toponimia. Pero lo más criticable de esa interpretación es que
observa exclusivamente los efectos destructores que implica toda crisis, olvidando
sus consecuencias creadoras.
¿Qué rasgos de lo canario se están perdiendo? ¿La docilidad social del
mundo campesino? Desde el comienzo de este siglo, los mayores avances en
organización y activismo social y político han estado protagonizados por
fracciones de las clases populares crecidas al calor de las actividades económicas
impuestas y desarrolladas por el capitalismo central en las Islas: agricultura de
exportación, puertos, hostelería, transportes. Si, como es lógico pensar, la
conciencia localista e insularista se halla entre las víctimas de esta crisis de
identidad, bienvenida sea.
Sobre todo, si va acompañada por el desarrollo de factores materiales
posibilitadores del autoconocimiento, de la formación de una conciencia nacional.
Entre puertos y aeropuertos debemos ser una de las regiones del mundo con
mayores y mejores infraestructuras de comunicación extrainsular. Es cierto que
hemos realizado enormes inversiones para propiciar el enriquecimiento de otros:
¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín
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aeropuertos internacionales y ninguna compañía aérea, puertos de primer orden
en el Atlántico y ninguna naviera que domine, tan siquiera, las comunicaciones
interinsulares. Pero la propia evolución de esta dinámica ha terminado por
favorecernos.
La liberalización del transporte interinsular, impuesta por la UE, ha
evidenciado que las políticas españolas de monopolio estrangulaban
sistemáticamente las mayores posibilidades de integración ofrecidas por unas
infraestructuras hipertrofiadas. Pero también, que existía una demanda real, unas
necesidades sociales de comunicación, expresadas en pasajeros y mercancías. El
ir y venir de los transbordadores entre Santa Cruz y Agaete cargados de
excursiones, intercambios y hermanamientos hará más por la conciencia nacional
que cualquier campaña de nuestra inútil prensa.
Y no es ésta la consecuencia más trascendente del lento proceso de
integración española en Europa Occidental, iniciado realmente a partir del Plan de
Estabilización de 1959. La conciencia nacional, como la individual, se construye
siempre frente al otro, sin cuyo concurso es imposible la autodefinición. Desde la
conquista, los isleños hemos venido sufriendo una especie de miopía, porque un
rasgo histórico de nuestra dependencia ha sido la doble subordinación. Nuestros
vínculos políticos con Castilla y, después, España no impidieron (más bien
propiciaron) nuestra inserción en la economía internacional a través de otros
agentes: el poder político en Madrid, pero el económico en Londres, Amberes y,
actualmente, Bonn. ¿Por qué Zerolo, flamante ministro de turismo (perdón:
consejero) viajó rápidamente a esa ciudad y se entrevistó con el Canciller alemán,
pocas semanas después del golpe de mano de Coalición Canaria? No te
preocupes, Helmudt, es inocuo.
Todos los especialistas señalan que durante los últimos treinta años
nuestra economía se ha venido articulando más con la española, sin perjuicio del
predominio de intereses terceros, por ejemplo alemanes, en actividades como el
turismo. Hasta ese momento el godo estuvo más vinculado al aparato:
Administración, Justicia, Ejército, Enseñanza, Iglesia. El comerciante, el banquero,
el naviero, el terrateniente de exportación eran británico, flamenco, genovés.
Ahora el godo comparte, de igual a igual, los mismos espacios económicos con el
resto de los europeos. Cuando vengan menos ministros españoles y más boninos
a explicarnos lo inexplicable, se habrá cerrado el círculo: poder político y poder
económico coincidirán por primera vez en nuestra historia. Entonces todo será
más nítido.
Quedará por vencer definitivamente otra íntima convicción del canario con
respecto al otro que, junto al insularismo, contribuye a la reproducción de nuestra
subordinación: lo que viene de fuera (Europa) siempre es mejor. En esto, el
sistema ha terminado también por hacernos un gran favor. Los ocho o nueve
millones de turistas europeos que nos visitan anualmente son, sin duda, una
muestra suficientemente representativa. Después de treinta años, las trabajadoras
de los servicios de limpieza, los jardineros, los piscineros, los camareros, las
dependientas de los comercios de todos los sures de las Islas nos podrían dar
magníficas referencias de ellos. Todo, menos admiración.
El insularismo está quebrando y puede hacerlo en favor del nacionalismo.
¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín
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Muchas de las condiciones materiales necesarias para la emergencia de la nación
canaria ya están dadas. Por ello, un fenómeno así no deber ser necesariamente
lento. ¿Y de ahí a la independencia? Cuando, por ejemplo, desaparezcan las
cervezas locales en favor de las marcas europeas impuestas por la multinacional
que ya es propietaria de Dorada y Tropical, la independencia se mostrará como
una necesidad vital. Y, desde luego, el pleito habrá muerto. Seguro.
Las Palmas de Gran Canarias, 22 de Junio de 1997
¿Doble autonomía, o independencia?
Domingo Marrero Urbín
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NOTAS
i. El proceso de latinoamericanización de la sociedad canaria, señalado ya por otros, se confirma con
este dato, expuesto en un reciente trabajo de un grupo de profesores de Economía de la ULL publicado
por el Centro de la Cultura Popular Canaria. Aunque sus autores lo cuentan con la tranquilidad de quien
se come una papa, una sociedad con un tercio de sus miembros bajo el umbral de la pobreza y con las
clases medias en deterioro se dirige de cabeza hacia una profunda crisis de consecuencias
imprevisibles. No obstante, siempre se puede intervenir desactivando la bomba o controlando la
explosión: Canarias ya es la primera comunidad del Estado español por su proporción de heroinómanos
por habitante.
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Mensaje por Pato WRC »

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Mensaje por gordillox »

Pato WRC escribió:Imagen
jajajajajaja muy bueno :plas: :plas: :plas: :plas:
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Mensaje por javito »

:arrow: Canarias 7; 500 según Policia Local / 2.000 según organizadores

:arrow: La Provincia y Canarias Ahora; 2.000 según Policia Local / 3.000 según organizadores
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Mensaje por Aday »

Vamos a aceptar el número dado por los organizadores.

3.000 personas de más de dos millones de habitantes :lol: :lol: :lol: ¡Éxito total!

¡GRAN CANARIA AUTÓNOMA!

PD: SupporterUDLP, no me siento identificado con el texto, puesto que ni lucho por la independencia ni por la doble autonomía de Canarias. No quiero saber nada del resto de islas. Un conejero, un palmero o un gomero me importa lo mismo que un gallego.
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Mensaje por takiroud »

Es increíble como algunos piden respeto por la independencia y son los primeros que no saben respetar la autonomía de Gran Canaria.

Se ponen la bandera de las siete estrellas encima, de las siete una es Gran Canaria, pero para desestabilizar a los que creemos en nuestra autonomía utilizan la crítica hacia la isla. Dicho con otras palabras, piden unidad y son los primeros que nos comparan.
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Mensaje por lairagas »

3.000 personas de más de dos millones de habitante
...ahora me entero yo de que en GC hay 2 millones de habitantes (creo que te refieres a toda canarias )..seamos serios...no todo quien quiera la independencia para canarias irá a una manifestación , al igual que por poner un ejemplo imagino que nadie estará a favor de la violencia de género y las concentraciones que se han hecho en LP por esta razón ,no han superado los 100 manifestantes... no porque no vayas no quiere decir que estés a favor de todo lo contrario ,Creo personalmente , que sí tuvieron éxito quienes convocaron la manifestación. De hecho, y te pongo otro ejemplo, en canarias , en comparación con sus habitantes, CC y PP son minoría, y mira donde están

saludos.

pd... Felicidades a la organización.
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AzoteAmarillo
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Mensaje por AzoteAmarillo »

lairagas escribió:
3.000 personas de más de dos millones de habitante
...ahora me entero yo de que en GC hay 2 millones de habitantes (creo que te refieres a toda canarias )..seamos serios...no todo quien quiera la independencia para canarias irá a una manifestación , al igual que por poner un ejemplo imagino que nadie estará a favor de la violencia de género y las concentraciones que se han hecho en LP por esta razón ,no han superado los 100 manifestantes... no porque no vayas no quiere decir que estés a favor de todo lo contrario ,Creo personalmente , que sí tuvieron éxito quienes convocaron la manifestación. De hecho, y te pongo otro ejemplo, en canarias , en comparación con sus habitantes, CC y PP son minoría, y mira donde están

saludos.

pd... Felicidades a la organización.
Buen apunte.

Yo añadiría que probablemente no sea que la gente en general no quiera la independencia, sino que les come el miedo el pensar que Canarias no sea española, por lo que pueda pasar, por la incapacidad de autoabastecimiento, etc. Es el MIEDO, no el amor a España, por lo menos eso creo yo, ya que en las encuestas del sentir nacionalista, Canarias está entre las comunidades que se siente más de su propia comunidad que españoles.
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Mensaje por SupporterUDLP »

AzoteAmarillo escribió:
lairagas escribió:
3.000 personas de más de dos millones de habitante
...ahora me entero yo de que en GC hay 2 millones de habitantes (creo que te refieres a toda canarias )..seamos serios...no todo quien quiera la independencia para canarias irá a una manifestación , al igual que por poner un ejemplo imagino que nadie estará a favor de la violencia de género y las concentraciones que se han hecho en LP por esta razón ,no han superado los 100 manifestantes... no porque no vayas no quiere decir que estés a favor de todo lo contrario ,Creo personalmente , que sí tuvieron éxito quienes convocaron la manifestación. De hecho, y te pongo otro ejemplo, en canarias , en comparación con sus habitantes, CC y PP son minoría, y mira donde están

saludos.

pd... Felicidades a la organización.
Buen apunte.

Yo añadiría que probablemente no sea que la gente en general no quiera la independencia, sino que les come el miedo el pensar que Canarias no sea española, por lo que pueda pasar, por la incapacidad de autoabastecimiento, etc. Es el MIEDO, no el amor a España, por lo menos eso creo yo, ya que en las encuestas del sentir nacionalista, Canarias está entre las comunidades que se siente más de su propia comunidad que españoles.
No podría estar más de acuerdo contigo, mucho miedo existe para ser los responsables de nuestro futuro.
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Mensaje por SupporterUDLP »

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Mensaje por Miguel Hernández »

Los que portaban la pancarta eran guanches. No, perdón, neoguanches.
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Mensaje por pelotero »

GRAN CANARIA AUTÓNOMA, ESTADO LIBRE ASOCIADO O INDEPENDIENTE Y DENTRO DE LA UE, PERO JAMÁS CON EL RESTO DE LAS ISLAS SIN MEDIAR ACUERDOS BILATERALES PREVIOS, NUNCA MÁS ACUERDOS DE OTRAS ISLAS CONTRA GRAN CANARIA.

PD: ¿Por qué el azul de la bandera independentista es ese celestito tan amanerado? ¿Por qué las estrellas son verdes, si la mitad de las islas no son verdes?
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Maleante1
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Mensaje por Maleante1 »

A mi la gracia que me hace es que hablan en nombre de toda Canarias cuando son unos cuantos.

Hablen por ustedes mismos, no por toda Canarias.
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Mensaje por SupporterUDLP »

xercos escribió:Los que portaban la pancarta eran guanches. No, perdón, neoguanches.
¿?¿

Afortunadamente en la manifestación había gente de distinta procedencia y color, también españoles, todos apoyando la independencia de Canarias.
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